En colaboración con el Colectivo Noticias Uruguayas publicamos una nota que causó preocupación en el continente. Se trata del adiestramiento que está recibiendo un grupo de Fusileros Navales del Uruguay (FUSNA) por el comando de élite SEALs norteamericano, especializados en eliminar al enemigo.
Politica 13.06.2012
Sin simulacro
Castillo: es un “profundo error del gobierno” habilitar presencia de tropas estadounidenses.
El departamento de Relaciones Públicas de la Armada
comunicó ayer la cancelación definitiva del simulacro que realizarían
conjuntamente efectivos del Cuerpo de Fusileros Navales (Fusna) y los 11
comandos Seals estadounidenses que llegaron a Uruguay para tareas de
adiestramiento. Vale recordar que el Parlamento aprobó el permiso para
el ingreso de los militares del Comando Sur del Pentágono con los votos
de todos los partidos políticos. Pero la posición de los legisladores
del Frente Amplio (FA) fue cuestionada por un comité de base de México y
el diputado Luis Puig (PVP) afirmó que el tema no había sido discutido
en profundidad. La presencia de los Seals en nuestro país generó
repercusiones en la vecina orilla.
La revista Miradas al Sur publicó este domingo una nota con el siguiente título: “Marines con licencia para matear”. Allí el dirigente del PIT-CNT Juan Castillo señala que el ingreso de los marines “nunca fue discutido” en el partido de gobierno y tampoco “se hizo público en la agenda legislativa”. “Lamentablemente, un tema tan sensible se aprobó sin previo paso por ninguna comisión parlamentaria”, opinó Castillo. “Es un profundo error del gobierno pactar un contrato militar con la armada norteamericana porque lesiona la histórica posición latinoamericanista” del FA y esto “evidencia las contradicciones de nuestra fuerza política”, agrega el sindicalista. La nota también recoge la opinión de la periodista argentina Telma Luzzani, que trabaja en un libro sobre las bases norteamericanas y la IV Flota en Sudamérica. Luzzani expresa que Uruguay “no avisó al Consejo de Defensa Sudamericano. [...] si la excusa es que se trata de un acuerdo existente previo, tampoco es valedero”. En relación al tema también se publica una entrevista al secretario de Asuntos Internacionales del Ministerio de Defensa argentino, Alfredo Forti, quien plantea que la presencia militar de Estados Unidos es un tema estratégico para el Pentágono. En referencia a la Unasur, alude que “todos los países” tienen que informar a sus vecinos “cuando hay movimientos de tropas o ejercicios militares en zonas de frontera”.
La revista Miradas al Sur publicó este domingo una nota con el siguiente título: “Marines con licencia para matear”. Allí el dirigente del PIT-CNT Juan Castillo señala que el ingreso de los marines “nunca fue discutido” en el partido de gobierno y tampoco “se hizo público en la agenda legislativa”. “Lamentablemente, un tema tan sensible se aprobó sin previo paso por ninguna comisión parlamentaria”, opinó Castillo. “Es un profundo error del gobierno pactar un contrato militar con la armada norteamericana porque lesiona la histórica posición latinoamericanista” del FA y esto “evidencia las contradicciones de nuestra fuerza política”, agrega el sindicalista. La nota también recoge la opinión de la periodista argentina Telma Luzzani, que trabaja en un libro sobre las bases norteamericanas y la IV Flota en Sudamérica. Luzzani expresa que Uruguay “no avisó al Consejo de Defensa Sudamericano. [...] si la excusa es que se trata de un acuerdo existente previo, tampoco es valedero”. En relación al tema también se publica una entrevista al secretario de Asuntos Internacionales del Ministerio de Defensa argentino, Alfredo Forti, quien plantea que la presencia militar de Estados Unidos es un tema estratégico para el Pentágono. En referencia a la Unasur, alude que “todos los países” tienen que informar a sus vecinos “cuando hay movimientos de tropas o ejercicios militares en zonas de frontera”.
Marines con licencia para matear
Domingo 10 de junio de 2012
Rambos. Los marines seals actúan por afuera del protocolo militar clásico y reportan directamente al estado mayor conjunto. |
La costa uruguaya es hoy un teatro de operaciones de la fuerza militar
más letal de los Estados Unidos: los temibles marines Seals.
El comando que asesinó a Osama Bin Laden entrena al Cuerpo de Fusileros
Navales uruguayos. El Consejo de Defensa regional no fue consultado
al respecto.
La costa uruguaya, un punto estratégico de la Cuenca del Plata, hoy es
un teatro de operaciones de la fuerza militar más letal y despiadada de
los Estados Unidos: los temibles marines Seals. En concreto, quince
militares de este grupo de elite del Pentágono, encargado de liquidar en
cuarenta minutos al ex número uno de la red Al Qaeda, Osama Bin Laden, y
que tuvo una participación central en la invasión a Panamá de 1989,
está entrenando desde el último 15 de mayo, y por un mes de duración, al
Cuerpo de Fusileros Navales de la Armada uruguaya en "intervención de
embarcaciones ilícitas". El hecho cobra relevancia por varios motivos.
En principio, el ejercicio de cooperación en defensa suscripto por el
ejército uruguayo con una potencia militar extrarregional no fue
informado al Consejo de Defensa Sudamericano (CDS), como acordaron hacer
los ministros del área en la Cumbre de Quito de 2010 en un intento de
armonizar las relaciones entre las Fuerzas Armadas vecinas. Pero,
además, el acuerdo entre Montevideo y el Pentágono va a contramano de
todo lo que avanzó el proceso de integración regional en materia de
seguridad y defensa. Es decir, durante los últimos años, en Sudamérica
perdió influencia la Doctrina de Seguridad Nacional, se cerró la Escuela
de las Américas y se creó un Centro de Estudios en Defensa dentro del
CDS. En este contexto, entonces, resulta ilógico pensar que un comando
integrado por marines al estilo rambo esté operando en la apacible
ribera oriental, un lugar que parece estar más a tono con la alta
temporada veraniega que en ser un foco más del terrorismo global
islámico.
Igualmente, una alta fuente parlamentaria del Frente Amplio –quién pidió no dar su identidad– justificó a Miradas al Sur la decisión del gobierno uruguayo por el hecho de que: "Nuestro ejército quiere entrenarse con los mejores. También tenemos un acuerdo de cooperación con las fuerzas armadas venezolanas. Por ser un país con una extensa frontera marítima tenemos obligaciones para frenar la pesca ilegal o el narcotráfico. Igualmente, el próximo lunes (por mañana), el tema será discutido en la mesa política del partido, donde la presidenta de la Comisión de Defensa (que pertenece a la corriente interna que lidera el presidente José Mujica) del Parlamento dará un amplio informe a los compañeros". Sin embargo, el líder sindical Juan Castillo –candidato a presidir el Frente Amplio en los últimos comicios internos– mostró un criterio contrapuesto cuando hablo con Miradas al Sur sobre esta polémica: "El ingreso de los marines norteamericanos a nuestro país nunca fue discutido en las filas del Frente Amplio ni tampoco se hizo público en la agenda legislativa. Lamentablemente, un tema tan sensible se aprobó sobre tablas en el Congreso sin previo paso por ninguna comisión parlamentaria. Hay más información en el exterior que en el propio Uruguay sobre la estadía en nuestro país de los soldados de elite estadounidenses".
Una vez que este semanario se anotició, según Castillo, del cepo informativo sobre los marines norteamericanos, intentamos hablar con el Ministerio de Defensa oriental. En la cartera dirigida por el ex guerrillero tupamaro Eleuterio "El Ñato" Fernández Huidobro, pudimos hablar vía telefónica con el asesor ministerial Roberto Caballero, quien se limitó a decir: "De este tema no hablamos. Es un asunto de la Armada". Pero, en dicho cuerpo, el capitán de navío Sergio Bique –jefe de Relaciones Públicas de la Armada– ya aclaró que: "Este curso forma parte de los adiestramientos para prepararse en las contingencias ilícitas de buques por piratería o por terrorismo". Por último, alguien que es parte de la mesa chica regional cada vez que hay una cumbre de defensa explica este desajuste entre el poder político y el militar de forma contundente: "El caso de los Seals es un ejemplo del bajo nivel de conducción política que ejercen algunos ministerios de Defensa y los gobiernos nacionales sobre las FF.AA. Estos cuerpos castrenses se siguen manejando en sus relaciones externas, en particular con los EE.UU., en base a un esquema viejo, perimido, propio de las últimas dictaduras".
Por otro lado, según la periodista de Visión Siete Internacional Telma Luzzani –quien en pocos meses publicará un libro titulado "Las bases militares norteamericanas y la IV Flota en Sudamérica–, la decisión del gobierno uruguayo sigue siendo difícil de justificar. "Es llamativo por dos situaciones. Primero, Uruguay no avisó al Consejo de Defensa Sudamericano, donde ya se acordó intercambiar información en presupuestos militares y ejercicios de cooperación. Además, Unasur casi se quiebra dos años atrás cuando el ejército colombiano, con el auxilio del Comando Sur, violó la soberanía de Ecuador y quedó al desnudo la presencia militar extra-continental en Sudamérica. Por último, si la excusa es que se trata de un acuerdo existente previo, tampoco es valedero como razón. Por caso, el gobierno argentino acaba de revocar, políticamente, el convenio que la provincia de Chaco había hecho con el Pentágono", advierte Luzzani, y acto seguido aclara que "el problema no es el ejercicio en sí, sino que le abrís las puertas a una fuerza extranjera y que le das la posibilidad de reconocer tu territorio, de generar lazos entre los ejércitos; le regalas, en definitiva, inteligencia e información". Por último, Juan Castillo reconoce que "es un profundo error del gobierno pactar un contrato militar con la armada norteamericana porque lesiona la histórica posición latinoamericanista del Frente. Esto, claro, evidencia las contradicciones de nuestra fuerza política". Desajustes y diferencias de criterio internas que estuvieron al rojo vivo cuando el ex presidente Tabaré Vásque para defender la papelera Botnia con el auxilio del Comando Sur norteamericano.
“La presencia militar es un tema estratégico para EE.UU.”
Domingo 10 de junio de 2012
A la creciente presencia del Comando Sur del Pentágono en los países del
continente se suma ahora la presencia en Uruguay de los Seals, la
unidad de elite que tiene carta blanca para perpetrar operaciones como
el asesinato de Osama bin Laden en Pakistán. Esto implica un salto
cualitativo en el intervencionismo porque el Equipo 6 de los Seals opera
fuera del protocolo militar, lo que les permite realizar operaciones al
nivel más alto de la clasificación y, a menudo, fuera de los límites
del derecho internacional. En esta entrevista, el secretario de Asuntos
Internacionales del Ministerio de Defensa, Alfredo Forti, analiza la
compleja relación militar con el vecino del Norte y revela como se
abortó la instalación de una base del Comando Sur en el Chaco. En su
condiciónde director del Centro de Estudios Estratégicos de Unasur,
Forti le agrega una perspectiva continental al tema.
–¿Cree que existe una renovada intención por parte del Comando Sur del Pentágono de poner un pie en tierra?
–El comando Sur tiene la clara intención de establecer mecanismos bilaterales de relacionamiento militar con todos los países que pueda. La presencia física permanente es algo que puede ser parte del esquema general. Pero lo prioritario para ellos es el establecimiento de relaciones de cooperación que permiten la instrucción y diseminación de doctrina, asociada a la provisión de equipamiento. Esos son los dos brazos más eficaces para profundizar la presencia real sin necesidad de establecer bases.
–Pero, ¿no percibe que hay una idea de instrumentar una variante de la Escuela de las Américas desagregada país por país?
–Sí, por supuesto. Hay figuras nuevas para establecer distintas categorías de presencia como es el caso de los convenios que permiten usufructuar innfraestructura ante situaciones dadas: desastres naturales, catástrofes, etc. Eso, desde el punto de vista militar, es casi como una base, porque les permite a los norteamericanos resolver el problema estratégico del acceso a cualquier parte del globo ante eventuales misiones. Para eso necesitan puntos de apoyo que muchas veces se introducen bajo estas figuras nuevas de la ayuda para catástrofes.
–La cúpula del Comando Sur admitió ante el Congreso de los EE.UU. que necesita más puntos de apoyo en América latina con vistas a un eventual ataque a Irán, debido a los estrechos lazos políticos, militares y económicos der los países del Alba con Teherán.
–Nosotros respetamos la soberanía de cada Estado. No tenemos por qué opinar sobre los amigos de nuestros amigos y cada país tiene plena libertad de buscar los lazos de cooperación con los socios que representen sus intereses nacionales. Eso también se aplica para los EE.UU.
–Está el antecedente de las bases colombianas que brindaban acceso a los norteamericanos.
–Ese caso generó un fuerte debate y se le encomendó al Consejo de Defensa Sudamericano que estableciera una serie de soluciones al problema a través del establecimiento de medidas mútuas de confianza y de transparencia. Esto se podría resumir en lo que yo denomino la "doctrina Cristina", que sostiene que todo país tiene el derecho de hacer los acuerdos que quiera y establecer en su territorio las instalaciones que quiera, pero ningún país tiene derecho a que el alcance extrateritorial de las actividades de militares extrarregionales tenga incidencia sobre cualquiera de los países miembros de la Unasur. En otras palabras: Colombia tiene derecho a tener norteamericanos en las bases, pero no tiene derecho a que el alcance de la actividad afecte a Venezuela o a otro país de la región.
–Sin embargo, creo que también se había establecido un mecanismo de consulta...
–Esos son los procedimientos de implementación de confianza mutua. Eso implica que todos los países tienen la obligación de informar al resto sobre cualquier acuerdo nuevo que hacen con otro país, compromiso de informar a los países vecinos cuando hay movimientos de tropas, e inclusive ejercicios militares en zonas de frontera, y sugiere la presencia de veedores para que asistan a las maniobras. Es una larga lista de cuestiones técnicas que ayudó muchísimo a conjurar la crisis entre Colombia y Venezuela.
–¿Cómo se logró abortar la instalación de la base del Comando Sur en el Chaco?
–Principalmente, al hacerse pública. El Ministerio de Defensa tiene la responsabilidad de manejar las relaciones de cooperación en materia de defensa con todos los países del mundo. Parte de ese mecanismo son las agregadurías militares. Estados Unidos tiene una oficina de agregados militares, pero a diferencia del resto del mundo tiene –además– la figura que se denomina el Grupo Militar, que no es parte de la Agregaduría de Defensa sino que es la representación física del Comando Sur. El agregado de Defensa representa al Pentágono, en cambio, el Grupo Militar representa al Comando Sur.
–Por decisión de Néstor Kirchner el Grupo Militar fue desalojado –en su momento– del edificio del Estado Mayor...
–Sí, ellos tenían oficinas en el Estado mayor Conjunto y oficinas en la sede de cada una de las tres armas. Nosotros les dijimos: "Señores, vayan a su embajada". En esa época, había enlaces argentinos en el Comando Sur y en la Joint Task Force de Key West. Nosotros suprimimos todos esos enlaces y nunca enviamos un enlace a la sede de la IV Flota en Florida.
–Este Grupo Militar tiene presupuesto propio y ofrece programas de entrenamiento y de esa manera se presentó en Chaco...
–Sí, ofrecieron ayuda y asistencia para control de desastres. Se comprometieron a financiar un centro de coordinación de Defensa Civil. Chaco dijo que sí porque es muy difícil resistirse a la tentación de las donaciones. Pero recién después de avanzar en el tema se descubre que los recursos venían de un fondo para asistencia humanitaria del Comando Sur. Desde nuestra perspectiva, no podemos aceptar que una estructura militar extranjera tenga operaciones, actividades –así sean las de evitar inundaciones–, sin pasar por el Ministerio de Defensa, la Cancillería y el Congreso. Cuando descubrimos eso, hicimos lo que había que hacer. Volver todo para atrás.
–¿Por dónde se habían colado?
–Ellos pueden hacer estas cosas porque todavía están vigentes algunos acuerdos de cooperación que datan de la Guerra Fría y que fueron firmados por los gobiernos militares y permitían todo este tipo de actividades de los norteamericanos en la Argentina.
–El asunto de los Seals pone en evidencia que las FF.AA. uruguayas tienen más autonomía que las argentinas?
–Todas las FF.AA. de la región tienen más autonomía. La explicación está dada en la transición democrática: la Argentina tuvo una transición traumática. Esa crisis nos permitió tomar la posta y hacer de la política de Defensa y del instrumento de la Defensa –que son las FF.AA.–, el más profundo de los modelos de cambio. Nosotros llegamos al hueso: en el tema de derechos humanos, en los temas de formación, estructura y Justicia militar. Rompimos la idea de que cada fuerza era un compartimento estanco con tres fuerzas, tres culturas, tres presupuestos, y lo unificamos. Pero lo más importante es la clarísima distinción entre defensa y seguridad. Hoy somos un país en el que existe el ejercicio pleno de la conducción política de la defensa
–¿Cree que existe una renovada intención por parte del Comando Sur del Pentágono de poner un pie en tierra?
–El comando Sur tiene la clara intención de establecer mecanismos bilaterales de relacionamiento militar con todos los países que pueda. La presencia física permanente es algo que puede ser parte del esquema general. Pero lo prioritario para ellos es el establecimiento de relaciones de cooperación que permiten la instrucción y diseminación de doctrina, asociada a la provisión de equipamiento. Esos son los dos brazos más eficaces para profundizar la presencia real sin necesidad de establecer bases.
–Pero, ¿no percibe que hay una idea de instrumentar una variante de la Escuela de las Américas desagregada país por país?
–Sí, por supuesto. Hay figuras nuevas para establecer distintas categorías de presencia como es el caso de los convenios que permiten usufructuar innfraestructura ante situaciones dadas: desastres naturales, catástrofes, etc. Eso, desde el punto de vista militar, es casi como una base, porque les permite a los norteamericanos resolver el problema estratégico del acceso a cualquier parte del globo ante eventuales misiones. Para eso necesitan puntos de apoyo que muchas veces se introducen bajo estas figuras nuevas de la ayuda para catástrofes.
–La cúpula del Comando Sur admitió ante el Congreso de los EE.UU. que necesita más puntos de apoyo en América latina con vistas a un eventual ataque a Irán, debido a los estrechos lazos políticos, militares y económicos der los países del Alba con Teherán.
–Nosotros respetamos la soberanía de cada Estado. No tenemos por qué opinar sobre los amigos de nuestros amigos y cada país tiene plena libertad de buscar los lazos de cooperación con los socios que representen sus intereses nacionales. Eso también se aplica para los EE.UU.
–Está el antecedente de las bases colombianas que brindaban acceso a los norteamericanos.
–Ese caso generó un fuerte debate y se le encomendó al Consejo de Defensa Sudamericano que estableciera una serie de soluciones al problema a través del establecimiento de medidas mútuas de confianza y de transparencia. Esto se podría resumir en lo que yo denomino la "doctrina Cristina", que sostiene que todo país tiene el derecho de hacer los acuerdos que quiera y establecer en su territorio las instalaciones que quiera, pero ningún país tiene derecho a que el alcance extrateritorial de las actividades de militares extrarregionales tenga incidencia sobre cualquiera de los países miembros de la Unasur. En otras palabras: Colombia tiene derecho a tener norteamericanos en las bases, pero no tiene derecho a que el alcance de la actividad afecte a Venezuela o a otro país de la región.
–Sin embargo, creo que también se había establecido un mecanismo de consulta...
–Esos son los procedimientos de implementación de confianza mutua. Eso implica que todos los países tienen la obligación de informar al resto sobre cualquier acuerdo nuevo que hacen con otro país, compromiso de informar a los países vecinos cuando hay movimientos de tropas, e inclusive ejercicios militares en zonas de frontera, y sugiere la presencia de veedores para que asistan a las maniobras. Es una larga lista de cuestiones técnicas que ayudó muchísimo a conjurar la crisis entre Colombia y Venezuela.
–¿Cómo se logró abortar la instalación de la base del Comando Sur en el Chaco?
–Principalmente, al hacerse pública. El Ministerio de Defensa tiene la responsabilidad de manejar las relaciones de cooperación en materia de defensa con todos los países del mundo. Parte de ese mecanismo son las agregadurías militares. Estados Unidos tiene una oficina de agregados militares, pero a diferencia del resto del mundo tiene –además– la figura que se denomina el Grupo Militar, que no es parte de la Agregaduría de Defensa sino que es la representación física del Comando Sur. El agregado de Defensa representa al Pentágono, en cambio, el Grupo Militar representa al Comando Sur.
–Por decisión de Néstor Kirchner el Grupo Militar fue desalojado –en su momento– del edificio del Estado Mayor...
–Sí, ellos tenían oficinas en el Estado mayor Conjunto y oficinas en la sede de cada una de las tres armas. Nosotros les dijimos: "Señores, vayan a su embajada". En esa época, había enlaces argentinos en el Comando Sur y en la Joint Task Force de Key West. Nosotros suprimimos todos esos enlaces y nunca enviamos un enlace a la sede de la IV Flota en Florida.
–Este Grupo Militar tiene presupuesto propio y ofrece programas de entrenamiento y de esa manera se presentó en Chaco...
–Sí, ofrecieron ayuda y asistencia para control de desastres. Se comprometieron a financiar un centro de coordinación de Defensa Civil. Chaco dijo que sí porque es muy difícil resistirse a la tentación de las donaciones. Pero recién después de avanzar en el tema se descubre que los recursos venían de un fondo para asistencia humanitaria del Comando Sur. Desde nuestra perspectiva, no podemos aceptar que una estructura militar extranjera tenga operaciones, actividades –así sean las de evitar inundaciones–, sin pasar por el Ministerio de Defensa, la Cancillería y el Congreso. Cuando descubrimos eso, hicimos lo que había que hacer. Volver todo para atrás.
–¿Por dónde se habían colado?
–Ellos pueden hacer estas cosas porque todavía están vigentes algunos acuerdos de cooperación que datan de la Guerra Fría y que fueron firmados por los gobiernos militares y permitían todo este tipo de actividades de los norteamericanos en la Argentina.
–El asunto de los Seals pone en evidencia que las FF.AA. uruguayas tienen más autonomía que las argentinas?
–Todas las FF.AA. de la región tienen más autonomía. La explicación está dada en la transición democrática: la Argentina tuvo una transición traumática. Esa crisis nos permitió tomar la posta y hacer de la política de Defensa y del instrumento de la Defensa –que son las FF.AA.–, el más profundo de los modelos de cambio. Nosotros llegamos al hueso: en el tema de derechos humanos, en los temas de formación, estructura y Justicia militar. Rompimos la idea de que cada fuerza era un compartimento estanco con tres fuerzas, tres culturas, tres presupuestos, y lo unificamos. Pero lo más importante es la clarísima distinción entre defensa y seguridad. Hoy somos un país en el que existe el ejercicio pleno de la conducción política de la defensa
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