Al capitán Ferro le decían "Llamarada"
por Jorge Zabalza
Ocho de octubre de 2013
“RASTROJOS DE DIFUNTOS”
Año1979. Paso de los Toros. En el Batallón de Ingenieros No. 3, al capitán
Eduardo Ferro le decian “Llamarada”. Revistó durante seis meses en esa unidad,
sancionado por haberle pegado a un
superior suyo. Un soldado al que golpeó malamente, debió ser internado en el
Hospital Militar. Una vez a la semana Ferro entraba de capitán de servicio y
tenía el cuartel a su entera disposición. Se daba una vuelta por las catacumbas
donde estábamos recluidos con Raúl Sendic y Julio Marenales, ordenaba que nos
llevaran a bañar... y qué hacía el muy energúmeno?... se entretenía en mirar nuestras
desnudeces y hacer comentarios chistosos hasta que uno reaccionaba y terminaba
castigado!. Nosotros no lo sabíamos, pero el tipo ya tenía harta experiencia en
delitos de lesa humanidad: en 1977,
participó en secuestros a exiliados uruguayos en Buenos Aires, varios de ellos
fueron desaparecidos; estuvo entre los secuestradores y asesinos del compañero Oscar
Tassino; a fines de 1978 comandó en Porto Alegre el secuestro de Universindo
Rodríguez y Lilián Celiberti y su traslado a la fortaleza de Santa Teresa para
torturarlos. Verdaderamente, un experto en materia de Plan Cóndor.
Año 2013. Canteras de Marelli, cerca de Maldonado. Eduardo
Ferro organizó un desayuno de trabajo. Al terminar la fiestita obsequió una
“sorpresita” a cada uno de ellos: una bala punto 30 de carabina M1 o M2, el
arma de los oficiales en los ‘70. Continúan en guerra contra el pueblo, sus
organizaciones y sus militantes. Extrañan la sala de tortura, las violaciones,
la libertad para asesinar y desaparecer “subversivos”, el placer de quebrar su
condición humana y valores, de adueñarse
de los miedos del torturado. El signo de
los tiempos que corren es que “Llamarada” hay podido convertirse en caudillo de
la movilización de los impunes. Al parecer, sus crímenes, que debieran ser
repudiados, le otorgan cierto prestigio entre sus pares: 835 de ellos
respondieron al convite, bastante más que los 600 del año anterior. Acumulan
fuerzas protegidos por la política de olvidar y perdonar que caracteriza al elenco
gobernante del Uruguay. Hay una mutua relación entre la cultura de impunidad
dominante y el crecimiento político de los núcleos de terrorismo de Estado que
sobreviven en las fuerzas armadas y el poder judicial. Si el gobierno tuviera
una actitud decidida de búsqueda de la Verdad y la Justicia, a los gorilones se
les cerrarían los espacios donde prosperan. En caso de continuar como hasta
ahora, habrá que seguir soportando los zarpazos de los Ruibal Pino, los Zubía y los Ferro, que hieren de muerte
las esperanzas del bunca más dictadura.
Salvador
Allende
Apenas accedió al gobierno por la vía electoral, Salvador
Allende emprendió un camino democrático hacia el socialismo, se tomaron medidas concretas que apuntaban a independizar
la economía cilena y a desarrollar el
poder popular. Tal vez confió demasiado en que las fuerzas armadas se mantendrían
al margen; tal vez podía haber convocado el proceso insurreccional que pusiera
todo el poder en manos del pueblo organizado y armado. Tal vez... muchas cosas
más. Lo cierto es que apenas los dueños de Chile y el imperialismo sintieron que
su poder estaba en peligro, decidieron abortar el experimento chileno. Cuando
los pueblos traspasan ciertos límites, la clase propietaria no tiene ningún
empacho en quebrar su propia legalidad y la institucionalidad democrática. Como
está ocurriendo en Venezuela. El 11 de
setiembre de 1973 asesinaron a Salvador Allende y lanzaron su guerra de
exterminio contra las fuerzas del pueblo chileno.
Los ex-guerrilleros que hoy gobiernan el Uruguay no
echaron en saco roto las lecciones del experimento chileno de los ’70, tomaron muy en cuenta la existencia de
límites que tienen vedado atravesar los gobiernos de izquierda y, por
consiguiente, se preocuparon por dejar
en claro que los respetarían puntillosamente. Entonces obtuvieron el permiso
para hacer política desde las instituciones que intentado derribar.
Es más, se alejaron presurosamente de todo lo que oliera
a lucha social o participación popular y, con la misma celeridad, corrieron a
amigarse con los dueños del Uruguay y el imperialismo. Su política de
acumulación de fuerzas se denominó el “abrazo de las culebras”: en el 2010 firmaron el
pacto del Conrad con el empresariado mercosureño y en el 2013 profundizaron sus
relaciones con el capitalismo, al firmar en New York el pacto con Soros y
Rockefeller. Mientras enfervorizaba sus feligreses con versos sobre consumismo
y mercado, el presidente uruguayo hincó la rodilla en tierra para abrazarse a
dos de las grandes culebras del planeta, los dueños del mercado mundial y los
mayores promotores del consumismo.
Sin embargo, también es cierto que llegaron al gobierno montando
una historia preñada de muertes y desapariciones, de torturas y violaciones. “Andan sobre rastrojos de difuntos” al decir
de Miguel Hernández. Andamos, más bien,
y por eso siento este nudo en las tripas. Los votaron porque fueron
guerrilleros y encabezaron un movimiento que quiso hacer la revolución. Es
completamente inmoral olvidar, tergiversar y ocultar esa historia de
sacrificios y entrega revolucionaria.
La inmoralidad política en que eligieron vivir les ha ido
cambiando su forma de pensar, sus personalidades se fueron transformando en el
curso de su vida de renuncios y concesiones, hasta que hoy día son
reaccionarios en el sentir, el pensar y el actuar. Es tan reaccionario como enviar tropas al servicio
de las corporaciones internacionales para ocupar militarmente Haití y el Congo,
es tan reaccionario como usar ilegítimamente la fuerza pública contra la
pobreza excluída en las “zones rojas” y contra las luchas sociales y políticas
des/calificadas por “radicales”.
Los ex-guerrilleros arrepentidos ya dejaron de cuestionar
la naturaleza criminal del capitalismo y el despotismo que se esconde bajo la formalidad
de la democracia burguesa. Argumentando
que las circunstancias del 2013 son muy diferentes a las del 1969, decretaron
la abolición de las luchas revolucionarias. Su estrategia no se sale de los
marcos de la legalidad burguesa y se desarrolla en el parlamento o en los
medios masivos de comunicación. Nada
tienen que ver con el movimiento tupamaro liderado por Raúl Sendic (padre). De
la gesta guerrillera de los ’60 sólo recuerdan
aquello que sirve a la campaña electoral, lo demás sobra y se arroja a
la papelera. Alfredo Cultelli, Jorge
Salerno y Ricardo Zabalza nunca pensaron que sus muertes serían usadas para
elogiar divisas ya desmerecidas y juntar votos a lo bobo.
Este 8 de octubre, al igual que todos los años, el
Movimiento de Liberación Nacional
(Tupamaros), organiza un acto en la calle Tristán Narvaja para recordar
a los caídos en la toma de la ciudad de Pando. Dicho con mayor precisión, esta
caricatura de aquél movimiento que
pretendió hacer una revolución, organiza un remedo de homenaje a Jorge Salerno,
Alfredo Cultelli y Ricardo Zabalza. Hablarán de cualquier cosa menos de las
razones que los impulsaron a dar la vida en 1969.
Termino pidiendo un poco de respeto a los que murieron
luchando por la revolución. No sean tan hipócritas y dejen de hacer homenajes
fallutos donde los únicos homenajeados son ustedes mismos.
Habrá patria para todos o para nadie!
viernes, 4 de octubre de 2013
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