domingo, 6 de octubre de 2013

El testimonio de un exmilitar que vivió en Carmelo y contó dónde hay enterrados restos de compatriotas asesinados por la dictadura


Fragmentos de verdad que salen a la luz
Por Gabriel Monteagudo

 http://gabrielmonteagudo.wordpress.com/2013/10/05/exclusivo-despues-de-cinco-anos-el-eco-publica-el-testimonio-de-un-exmilitar-que-vivio-en-carmelo-y-conto-donde-hay-enterrados-restos-de-compatriotas-asesinados-por-la-dictadura/


Unos seis o siete cuerpos de compatriotas asesinados por la dictadura se encuentran profundamente enterrados en los pilotes de un viejo polvorín del Batallón 13, construido cuando volvió la democracia. Allí donde ahora se sospecha podrían estar también los restos de la nuera del poeta Juan Gelman, y en una porción de terreno bajo cercano a la Gruta de Lourdes.
Estos restos forman parte de la operación zanahoria que terminada la dictadura pretendió remover los cadáveres de los asesinados por los militares para borrar todo rastro de su herejía, tras doce años de permanencia prepotente en el poder. Para que nunca fueran encontrados, estos restos se llevaron a lo más profundo de los cimientos de este polvorín donde todavía se encuentran y aguardan ser rescatados para contar su verdad.
Desde 2008 EL ECO cuenta con el testimonio exclusivo de un exmilitar carmelitano que participó de las operaciones de remoción de tierra en la zona y sus declaraciones hoy forman parte de los indicios documentales que posee el antropólogo José López Mazz para los trabajos que comenzó a realizar en el Batallón 13 la semana pasada.

La historia
En 2008 un exmilitar retirado, pero que se mantenía en contacto con muchos de sus excompañeros de armas realizó el primer contacto. “Te voy a contar la información que tengo sobre los compatriotas asesinados por los malos milicos”, me dijo. En su casa tenía un escrito preparado que contenía el relato de cómo llegó a ser integrante del ejército como maquinista de maquinaria pesada. “Un vecino militar, que vivía en mi mismo barrio, me preguntó si quería trabajar manejando maquinaria para el ejército, y ahí entré”, contó.
La historia de su vida y de lo que vio me la entregó en un documento escrito que aún conservo.
¿Por qué contamos este relato cinco años después? Por dos motivos: uno es que el exmilitar ya no vive en Carmelo, y en segundo lugar, porque esperamos todos estos años para que la prueba no se fuera a destruir antes que ingresara al Batallón 13 el único equipo capaz de preservar y sacar la verdad a luz: ni más ni menos que el equipo del antropólogo José López Mazz.
Fue a López Mazz a quien contacté rápidamente cuando tuve esta información. Sin difusión en la prensa y en una vieja camioneta blanca destartalada, José López Mazz llegó a Carmelo un par de semanas después: le entregué el material que tenía, le conté la situación y lo llevé a conversar con este testigo directo de la remoción de cadáveres durante la Operación Zanahoria. Desde entonces, López Mazz ha guardado este material que hoy conforma parte de la evidencia que tiene para trabajar en el Batallón 13, donde pudo ingresar la semana pasada. Ahora, entonces, podemos contar esta historia que en EL ECO nos guardamos durante cinco años y que es un humilde aporte para el descubrimiento de la verdad.

La carta
El texto que el exmilitar me entregó en mano propia tiene un título sugerente: “La Dictadura, los políticos, la necesidad de los pueblos. Pero siempre Soldado!!”.
Este hombre que supo vivir como vecino en Carmelo durante más de quince años, fue operario de maquinaria para el ejército y pudo tener contacto directo con los enterramientos de compatriotas que ocurrían cuando el régimen militar disparaba e intentaba tapar los crímenes que había cometido. “En el barrio… a diario llegaba un militar que era vecino de la carpintería y era custodiado hasta que entraba a su casa, horas más tarde este militar vestido de civil era un vecino más, y más de un broma le gastamos en referencia a la dictadura, se aguantaba piola. Así fue que un día viendo la necesidad mía de salir adelante y progresar me ofreció ingresar a las Fuerzas Armadas. Recuerdo que le dije ¿Cuánto pagan? Días más tarde me trae una tabla de salarios y me dijo hasta aquí podes elegir y de aquí en adelante si te adaptás podes llegar por mérito propio. Así fue que aquella tablita de números me llevaría a integrar la institución de las Fuerzas Armadas, lugar donde los oficios se llevan adelante en todas las áreas, construcción de escuelas, rutas y caminos, puentes, permitiendo la recorrida por todo el país con la diferencia que mi oficio lo tenía adquirido antes de ingresar”, cuenta.

Asume Sanguinetti
Con la asunción de Julio María Sanguinetti “los cuarteles empezaron a cambiar, hasta que llega la orden de tirar los vestigios de la dictadura, entre ellos tuve la oportunidad de ir a tirar el inmenso mástil del Cerro de la Fortaleza de Montevideo, algo que no se podía creer que se hiciera, donde había flameado la querida bandera uruguaya, pero detrás de aquel mástil estaban presente los egos del poder, la caída del mástil era un símbolo de poder de unos idiotas”.
En los diarios de aquellos días aparecían fotos que señalaban el Batallón de Infantería Nº 13 como punto de enterramiento de uruguayos. “Recuerdo una foto que publicó La República que desde un tanque de agua de los trenes en Peñarol habían apuntado con lentes largo alcance a la máquina que trabajaba en las excavaciones, se trataba del Plan Zanahoria, donde parte de los vestigios debían desaparecer, pero con la diferencia que estos eran hermanos uruguayos que habían sido enterrados en el Batallón Infantería Blindados Nº13, hermanos que con errores o aciertos, no tuvieron la oportunidad de la justa defensa. Lo mismo ocurría con otra máquina que se encontraba en el Batallón Infantería y Paracaidistas Nº 14 en Toledo”.
Los operadores de aquellas máquinas eran los mismos que compartíamos guardias juntos o un trago de caña. Un día me tocó ir a llevar combustible para abastecimiento a estas máquinas. Por lo general primero iba al 13 y más tarde, por ser más lejos, a Toledo, donde se hacía propicio un asadito, entre aquellos movimientos de tierra que se hacían”, señaló nuestro testigo.

¿Salen zanahorias?
Continuando con el relato, el exmilitar expresó que “un día que voy al Batallón 13, me entregan de mi unidad una máquina fotográfica, para tomar fotos de los trabajos, ya que se llevaba una historia de los trabajos que se realizaban. Llegué a la máquina bulldozer conducido por el Cabo 2º Silva Cabeza, entre la conversación que manteníamos le pregunto “y… ¿salen las zanahorias?” Y me dice “allá adelante apareció hoy otro”. El barro existente solo mostraba unos restos de tanque de 200 litros. Tomé fotografías varias de la zona en que la máquina trabajaba, zona muy próxima a la cañada de la gruta de Lourdes. En la conversación me dice “estimo que van como seis que ya fueron descubiertos”. Pero los supuestos restos humanos no eran tocados por el maquinista, el trabajo de recopilar los restos se hacía a posterior por oficiales que respondían al Jefe del Batallón de Infantería 13”.

A los pilotes
Según el testimonio, durante el gobierno de Sanguinetti los trabajos se continuaron y se sumó al bulldozer una retro excavadora Cat. 325 operada por el civil Sgto 1º J. Noble El Gorila. En aquella rutina de mover tierra, en el Batallón Infantería 13 se había comenzado la construcción de un polvorín. “Y en uno de los tantos días que estaba con El Gorila le pregunto por qué están excavando a tanta profundidad, “para hacer los espaldones del polvorín”, me dice, “van a ir los pilotes en cada esquina”. Eso es un bolazo para semejantes pozos grandes y El Gorila me dice “tan grandes para que nunca más se vean, date cuenta con qué mierda los van a encontrar ahí… ja, ja”. Le digo “es que las zanahorias las meten ahí” y me dice “sí, fueron varias bolsas en la profundidad de los cimientos”. Me dice que calcula que eran seis o siete y puso cara triste porque “al fin eran seres humanos”. Aquí se cerraba una parte de la excavación, el trabajo de remoción de los restos lo hacían a posterior y debían tener un lugar donde nunca más fuesen encontrados. El polvorín hecho en aquellos días, allí están los hermanos uruguayos”, cuenta el testigo a EL ECO.
En tanto, en el Batallón de Infantería 14 continuaban los trabajos de remoción, muy poca era la información que surgía de ahí, controlaban las conversaciones y todo movimiento que se hacía, solo se supo que aparecieron restos humanos, pero que mezclados y quemados en los hornos de ladrillo, nada quedaría.
Era una zona de donde efectuaron explotaciones de canteras y los movimientos de tierras eran muy importantes con una logística de camiones muy grande. Los años pasaban, las máquinas terminaron los trabajos y se continuaba con otras tareas, pero continuábamos compartiendo el compañerismo de trabajo. Alguna broma nos gastábamos, como por ejemplo, “mirá que vos fuiste a la quinta a remover zanahorias””.

El testigo hoy
Nuestro testigo es hoy un militar retirado que mantiene serios cuestionamientos a los acuerdos realizados entre políticos y militares y que asegura que aún hoy los militares “no tienen garantías” para hablar y contar lo que pasó en aquellos años y que existen pactos entre políticos y militares que impiden conocer toda la verdad.

Los pactos de silencio
El documento que poseemos del testigo que revistió en las Fuerzas Armadas, y cuya copia tiene el antropólogo López Mazz, cuenta su versión de lo que ocurrió tras bambalinas en el hallazgo de los restos del escribano Fernando Miranda y señala que aún en esta época, hay pactos de silencio que se sostienen. “Nos meten a todos en la misma bolsa, incluso después de 30 años”, señala nuestro testigo. “Hemos perdido trabajos, nuestras familias muchas veces son discriminadas y eso ocurre hoy en pleno año 2008, donde por haber sido milico, te juzgan mal”.
Se preguntan ¿por qué no hablaron antes? Y yo les comento esta realidad vivida y le pregunto a todos los que piensen así… a quién y con quién hablamos, no tenemos ninguna garantía, todo lo que se dice a través de los medios de comunicación no vierte ninguna garantía para quien estuvo en aquellos trabajos. Los riesgos de amenazas a la familia están presentes”.
Y agrega que “hoy algunos presos y otros considerados ‘vivos’ acordaron o pactaron. Me pregunto ¿por qué no aparecieron más restos humanos en el Batallón 13? ¿No sabía esto que yo hoy comento? ¡Sí, lo saben! Pero es más fácil mostrarle a la población que algo hicieron, y luego decir que no pueden más”.
En 2006 fueron hallados en el lugar los restos del escribano Fernando Miranda, quien había estado reportado en la lista de detenidos desaparecidos.
Cuando se publicó que habían aparecido los restos de Miranda en el Batallón Nº 13, entre los que nos mantenemos en contacto sabíamos cómo había sucedido”, señaló nuestro testigo. Y luego relató que “el Tte. Cnel. Ramos El Pato se había ido hasta las cercanías de Pando, a la casa de El Gorila y lo amenazó a él y a su familia. Pidiéndole que le marcara donde se habían levantado los últimos restos. El Pato Ramos fue al Batallón 13 con el Dr. González, (secretario de la Presidencia); el doctor ingresó de campera camuflada y escondido al Batallón Nº 13 junto al militar que estaba entregando los primeros restos”.


24.09.2013

A partir de las 9 de la mañana de este martes el secretario de Presidencia, Homero Guerrero, la directora general de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente, Graciela Jorge, y el coordinador del equipo de arqueólogos de la secretaría, José López Mazz, ingresarán al Batallón N.° 13 de Infantería para iniciar una nueva etapa de búsqueda de restos de ciudadanos detenidos desaparecidos.

Según informó el programa Fuentes Confiables de Radio Universal, López Mazz aseguró que existen pruebas de que allí podrían estar los restos de María Claudia García. "Está la posibilidad de encontrar los restos de María Claudia García de Gelman. No la descartamos", dijo.
El pedido de una nueva intervención arqueológica en el lugar se basó en nuevas fuentes de información sobre enterramientos clandestinos efectuados durante la dictadura, informó Presidencia.









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