de piedra y lata ranchos de chapa
No hay terrón pa´paredes
Porque de tierra no hay media cuarta
Y entre los pedregales tampoco crece
Ni un mazo e´paja Y entre los pedregales
tampoco crece Ni un mazo e´paja
Pueblito Sequeira
de ranchos de chapa
Marrones de herrumbre
remiendos de lata
En medio e´las estancias
Pueblo Sequeira era una mancha
Y pa´aliviar conciencias
Se juntó un día la gente e´plata
Y decidieron darle lo que hacía falta
E hicieron una iglesia en medio del pueblo
De piedra y lata.
Pueblito Zequeira- ya no importa el hambre
Con tres padrenuestros-dos glorias y un saaaalve
Ya está todo arreglado
Ahora se pueden morir en gracia
Y saber que es pecado
Carnear ovejas de las estancias
Si la miseria aprieta por un destino
Si la miseria aprieta por un destino vayan rezando
Y vivan mientras tanto de alguna changa
Y el contrabando
Pueblito Sequeira
Tabaré Etcheverry.
Política 11.10.13
ADN Rural: No son familia
Revienta caballos | Columna de opinión.
La
Asociación Rural del Uruguay habló de todo en el cierre de la Expo
Prado 2013. Aplaudió a propios y criticó al resto. Entre otras cosas, la
gremial cuestionó la campaña “los derechos de los trabajadores rurales
asalariados no son paye, son ley”, que desarrolla el Ministerio de
Trabajo junto a IMPO. La campaña consiste en la divulgación -por
televisión, radio, folletería y afiches-, de los derechos que tienen los
asalariados rurales, para que el trabajador y el patrón se informen y
sepan.
La ARU considera que estas campañas “predisponen a la confrontación” y que “flaco favor” se le hace a las relaciones laborales, que en el campo "son correctas y cordiales”. “Siempre tendrán a esta Asociación Rural buscando lo mejor para el trabajador rural y su familia ayudando en su diario vivir, en sus derechos, en su formación y la de sus hijos, en su desarrollo económico y personal", agregan.
Filtraciones de agua en el techo y humedad en las paredes de la vivienda del trabajador, paredes sin pintar, falta de frazadas, un botiquín que tiene sólo algodón, personal sin equipos de lluvia, botas de goma, sombrero ni guantes, ningún análisis de potabilidad del agua de consumo humano, problemas en la instalación eléctrica, peligro de accidentes en época de crecientes.
Esto es parte de lo que encontró la Inspección General del Ministerio de Trabajo en la estancia La Tortuga, en Tacuarembó. Hace meses que encontró y dio plazo de 15 días para solucionar los temas. Pero nada. Ahí trabaja un delegado del sindicato y en diciembre de 2012 el patrón despidió a otro delegado, pero debió reintegrarlo. A la ARU le aplica bien aquello “del dicho al hecho…”
“Somos el campo y somos familia”, es la consigna que repiten desde la ARU, como quien dice “los de afuera son de palo”. Y en el afuera quedamos casi todos, porque vale recordar que los dueños de la tierra son muy pocos. Cada vez menos que tienen más.
Durante mucho tiempo parecía instalado en la sociedad que así debía ser. Un tema que es ajeno. Que no nos obligaba. Que no nos comprometía. Y así tolerábamos como sociedad que los peones no sólo fueran los “olvidados de la tierra” sino los grandes excluidos. Fuimos capaces de invisibilizar a cien mil trabajadores. Explicábamos lo inexplicable diciendo que era un tema cultural, que en el campo es así, como si se tratara de una situación consensuada entre partes, un acuerdo entre el patrón y el peón. Como si hubiera opción.
Algunas cosas empezaron a cambiar y no como resultado de cómo se organiza el trabajo ni por la incorporación de tecnología o el desarrollo de la ciencia. Algunas cosas empezaron a cambiar como resultado de la organización y la lucha de los propios trabajadores del campo. Cambios que se podrán sostener y profundizar en la medida que los trabajadores de la ciudad acompañen este proceso, como lo hicieron solidariamente en la movilización del 25 de setiembre invitando a la UNATRA a encabezar la marcha, a compartir el estrado, ocupando un lugar destacado en las proclamas de ese día. Otros cambios demandados desde siempre, en particular respecto a leyes que faltaban y otras que sobraban, han sido resultado de decisiones políticas que se hacen cargo en buena medida de esta histórica deuda social.
La jornada de 8 horas para el peón de campo llegó en 2008, casi 100 años después que para el resto de los trabajadores. ¿Cambió algo en el campo que ahora lo haga posible? No. Siempre fue posible. Los trabajadores rurales acceden al derecho al seguro de paro en 2001. ¿Por qué no antes como el resto de los trabajadores del país? Porque no. Los Consejos de Salarios, donde se definen salarios y categorías laborales se crean en 1943. ¿Por qué la ARU y la Federación Rural pudieron evitar sentarse a la mesa con los sindicatos rurales hasta 2005? El decreto que regula la salud y seguridad en el agro es de 2009. Un decreto de la dictadura establecía que el trabajador de campo que vivía en el establecimiento, en caso de despido podía ser desalojado por la Policía. Recién en 2012 por un nuevo decreto se obliga al patrón a recurrir al Juez en estos casos, como pasa con cualquier ciudadano.
Estos avances no deben hacernos perder de vista lo que todavía falta por hacer, ni el papel que juegan en esos cambios los sindicatos rurales, organizados en las estancias, en las granjas, en los tambos, en los montes, en la caña de azúcar, en el arroz.
Por estos días se discute en la negociación colectiva los salarios que percibirán los peones del campo en los próximos tres años. Son cien mil, más o menos, porque ni siquiera existe una forma de contarlos. El sueldo del peón en una granja es de $ 7.920. A esto hay que hacerle los descuentos. Y ése es el sueldo si le tocó trabajar todo el mes. Porque en el campo no pagan los días que no se trabajan por lluvia o porque el tractor esté roto. Las gremiales que representan a los patrones ofrecen cero por ciento de aumento. Sí. Cero para los próximos tres años. Dicen que les ha ido mal.
Cerramos como empezamos, en la última Expo Prado. Los sindicatos rurales se arrimaron a repartir volantes para difundir “lo que la ciudad no sabe del campo” en un juego de palabras con la consigna de los organizadores “el campo visita la ciudad”. Dos compañeros sacaron entradas pero la ARU se reservó el derecho de admisión y les prohibió el ingreso. “Los hemos filmado desde temprano y ninguno de los que repartía volantes puede entrar”. ¿Ni tan correctas ni tan cordiales las relaciones? No son familia. Ni socios. La esclavitud terminó hace un buen tiempo por estos pagos. Alguien tiene que decírselos.
La ARU considera que estas campañas “predisponen a la confrontación” y que “flaco favor” se le hace a las relaciones laborales, que en el campo "son correctas y cordiales”. “Siempre tendrán a esta Asociación Rural buscando lo mejor para el trabajador rural y su familia ayudando en su diario vivir, en sus derechos, en su formación y la de sus hijos, en su desarrollo económico y personal", agregan.
Filtraciones de agua en el techo y humedad en las paredes de la vivienda del trabajador, paredes sin pintar, falta de frazadas, un botiquín que tiene sólo algodón, personal sin equipos de lluvia, botas de goma, sombrero ni guantes, ningún análisis de potabilidad del agua de consumo humano, problemas en la instalación eléctrica, peligro de accidentes en época de crecientes.
Esto es parte de lo que encontró la Inspección General del Ministerio de Trabajo en la estancia La Tortuga, en Tacuarembó. Hace meses que encontró y dio plazo de 15 días para solucionar los temas. Pero nada. Ahí trabaja un delegado del sindicato y en diciembre de 2012 el patrón despidió a otro delegado, pero debió reintegrarlo. A la ARU le aplica bien aquello “del dicho al hecho…”
“Somos el campo y somos familia”, es la consigna que repiten desde la ARU, como quien dice “los de afuera son de palo”. Y en el afuera quedamos casi todos, porque vale recordar que los dueños de la tierra son muy pocos. Cada vez menos que tienen más.
Durante mucho tiempo parecía instalado en la sociedad que así debía ser. Un tema que es ajeno. Que no nos obligaba. Que no nos comprometía. Y así tolerábamos como sociedad que los peones no sólo fueran los “olvidados de la tierra” sino los grandes excluidos. Fuimos capaces de invisibilizar a cien mil trabajadores. Explicábamos lo inexplicable diciendo que era un tema cultural, que en el campo es así, como si se tratara de una situación consensuada entre partes, un acuerdo entre el patrón y el peón. Como si hubiera opción.
Algunas cosas empezaron a cambiar y no como resultado de cómo se organiza el trabajo ni por la incorporación de tecnología o el desarrollo de la ciencia. Algunas cosas empezaron a cambiar como resultado de la organización y la lucha de los propios trabajadores del campo. Cambios que se podrán sostener y profundizar en la medida que los trabajadores de la ciudad acompañen este proceso, como lo hicieron solidariamente en la movilización del 25 de setiembre invitando a la UNATRA a encabezar la marcha, a compartir el estrado, ocupando un lugar destacado en las proclamas de ese día. Otros cambios demandados desde siempre, en particular respecto a leyes que faltaban y otras que sobraban, han sido resultado de decisiones políticas que se hacen cargo en buena medida de esta histórica deuda social.
La jornada de 8 horas para el peón de campo llegó en 2008, casi 100 años después que para el resto de los trabajadores. ¿Cambió algo en el campo que ahora lo haga posible? No. Siempre fue posible. Los trabajadores rurales acceden al derecho al seguro de paro en 2001. ¿Por qué no antes como el resto de los trabajadores del país? Porque no. Los Consejos de Salarios, donde se definen salarios y categorías laborales se crean en 1943. ¿Por qué la ARU y la Federación Rural pudieron evitar sentarse a la mesa con los sindicatos rurales hasta 2005? El decreto que regula la salud y seguridad en el agro es de 2009. Un decreto de la dictadura establecía que el trabajador de campo que vivía en el establecimiento, en caso de despido podía ser desalojado por la Policía. Recién en 2012 por un nuevo decreto se obliga al patrón a recurrir al Juez en estos casos, como pasa con cualquier ciudadano.
Estos avances no deben hacernos perder de vista lo que todavía falta por hacer, ni el papel que juegan en esos cambios los sindicatos rurales, organizados en las estancias, en las granjas, en los tambos, en los montes, en la caña de azúcar, en el arroz.
Por estos días se discute en la negociación colectiva los salarios que percibirán los peones del campo en los próximos tres años. Son cien mil, más o menos, porque ni siquiera existe una forma de contarlos. El sueldo del peón en una granja es de $ 7.920. A esto hay que hacerle los descuentos. Y ése es el sueldo si le tocó trabajar todo el mes. Porque en el campo no pagan los días que no se trabajan por lluvia o porque el tractor esté roto. Las gremiales que representan a los patrones ofrecen cero por ciento de aumento. Sí. Cero para los próximos tres años. Dicen que les ha ido mal.
Cerramos como empezamos, en la última Expo Prado. Los sindicatos rurales se arrimaron a repartir volantes para difundir “lo que la ciudad no sabe del campo” en un juego de palabras con la consigna de los organizadores “el campo visita la ciudad”. Dos compañeros sacaron entradas pero la ARU se reservó el derecho de admisión y les prohibió el ingreso. “Los hemos filmado desde temprano y ninguno de los que repartía volantes puede entrar”. ¿Ni tan correctas ni tan cordiales las relaciones? No son familia. Ni socios. La esclavitud terminó hace un buen tiempo por estos pagos. Alguien tiene que decírselos.
Un camino rural en el interior de Florida. Foto: archivo FD
Asalariados rurales de Florida encerrados en establecimientos con porteras trancadas, falta de agua potable y desalojos concretados sin que se hayan cumplido los plazos establecidos por ley, son algunos de los ítems que incluyen las denuncias realizadas por la Unión Nacional de Trabajadores Rurales y Afines (UNATRA) sin que “ningún diputado o senador se involucre”. Esto “llama la atención” de la UNATRA, tanto como la escasa difusión de esta realidad por parte de la mayoría de los medios de comunicación, y en especial de los del departamento. “Sigue siendo un tema tabú”, comentó a FloridAdiariO la dirigente María Flores.
Los casos del norte de Florida
A través del matutino la diaria la UNATRA denunció la situación de dos asalariados rurales que se encuentran “encerrados” en la estancia Las Merceditas, ubicada sobre la ruta 45, cerca de Sarandí Grande. “María Flores explicó a la diaria que el capataz dejó a los trabajadores dentro del establecimiento y “cerró la portera con candado” para que “no entre ni salga nadie”. Se trata de una estancia ganadera y los dos asalariados están a cargo de unos 3.000 animales entre vacunos y ovinos. Flores agregó que como no hay agua potable, “están tomando agua de una cachimba” que deben hervir antes de consumir. Uno de los trabajadores, que tiene problemas de salud, “se enfermó” y por esta razón durante su último descanso mensual llegó hasta la localidad de Puntas de Maciel y decidió denunciar allí la situación ante el sindicato. Flores agregó que los asalariados “no están registrados” y que pidieron “una visita” de la Inspección General de Trabajo al establecimiento para constatar las irregularidades”. El mismo día de publicada la nota, el martes 8, la Inspección General de Trabajo llegó al lugar y confirmó lo denunciado, intimando al propietario a cumplir con la normativa laboral vigente.
Flores también hizo referencia al desalojo de un trabajador en Goñi, que había sido despedido días antes y que a través de la fuerza policial, “tratado como un delincuente”, fue retirado del establecimiento sin que se cumplan los plazos ni las condiciones que establece el Estatuto del Trabajador Rural. Incluso no se le facilitó locomoción, sino que tuvo que afrontarla él, contrariamente a lo que establece la norma.
La permanencia de los antiguos modelos de poder económico del patrón que influye en efectivos policiales, y el avasallamiento de los derechos de los asalariados, son dos elementos con los que se conviven cotidianamente, dijo Flores a FloridAdiariO. “Sigue siendo un tema tabú. Se mira para el costado, y nadie se involucra; ningún diputado ni senador de Florida se involucra”, indicó Flores, apuntando que algo muy similar ocurre con la mayoría de los medios de comunicación, especialmente los del propio departamento, que prácticamente no le dan cabida a esta realidad.
“Que no vengan a poner leyes”
La UNATRA subraya que entre los productores se pasan los nombres de quienes están sindicalizados, máxime de quienes han realizado reclamos por malas liquidaciones tras asesorarse, conformando así, ipso facto, “listas negras” de asalariados.
La oposición a admitir la existencia de determinada normativa, dijo, ha sido una constante; tanto acerca de condiciones de trabajo como beneficios sociales, como de el derecho a sindicalizarse. A mediados de diciembre, también a través de la diaria, tomó estado público el despido del capataz de la estancia La Tortuga, ubicada en la localidad de Pueblo del Barro, en el departamento de Tacuarembó. “El 2 de diciembre participó en una reunión con asalariados de otros establecimientos ganaderos para intentar conformar un sindicato de base, en el marco de la Unión Nacional de Trabajadores Rurales y Afines (Unatra), que integra el PIT-CNT. Un día después fue despedido. El dueño de la estancia admitió que no quería sindicatos en su campo y rechazó cualquier intento de que le “vengan a poner leyes en la estancia”. El trabajador finalmente fue reintegrado, previas instancias en el Ministerio de Trabajo a las que acudido su empleador. En la primera de éstas tuvieron que decirle que estaba frente al capataz de su establecimiento, el que desde hacía meses trabajaba a diario en su propiedad y para él, ya que lo conocía pero por teléfono.
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Respaldo al gobierno
No dejaron entrar al sindicato de peones rurales a la Expo Prado
Les informaron en la entrada que la organización “se reserva el derecho de admisión”.
El integrante del Sindicato de Peones de Estancia, César Rodríguez, le dijo a UNoticias que buscarán hablar con responsables de la organización y opinó que supone que las negociaciones en consejos de salarios tienen algo que ver con el hecho.
Rodríguez informó que en la actualidad y destacó que quieren sensibilizar a la gente no sólo de las condiciones salariales sino de las condiciones de trabajo en general que se dan hoy el campo.
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