14/12/2012
Por Juan Luis Berterretche
La guerra preventiva, la guerra contra el terrorismo, la guerra contra las drogas
son parte de lo mismo. Diferentes tácticas para estimular la
intervención militar en otros países y desarrollar el comercio de armas y
todo tipo de instrumentos que provoquen la muerte.
Cuando EEUU decide una intervención militar abierta o encubierta en el
extranjero, siempre agita la amenaza para EEUU y sus aliados de un país
que puede agredirlos (Irán, Irak); o la “defensa de la democracia” y
“los derechos democráticos avasallados de una ‘oposición’ -real o
pergeñada-“(Libia, Siria). Este discurso sólo tiene efecto sobre la gran
mayoría alienada de su propio país.
En estas situaciones, hasta los grandes
medios occidentales se dan el lujo de mencionar otros objetivos ocultos
en las intenciones imperialistas: la avidez por petróleo, o minerales
estratégicos, u objetivos geopolíticos, etc. O sea, intenciones no tan
“cándidas” o “inocentes” como las difundidas por el Departamento de
Estado y los medios estadounidenses, para consumo interno.
Creo que, aunque estos objetivos
económicos puedan tener mayor o menor peso, falta en el análisis la
motivación esencial del imperialismo. En esta etapa de agotamiento de
las perspectivas de desarrollo del sistema capitalista, éste apuesta
como mecanismo central de sobrevivencia a la auto-reproducción destructiva. En las últimas dos décadas el complejo industrial-militar
se instaló como motor de “desarrollo y globalización” y las industrias y
servicios centrados en la destrucción y la muerte, como propulsores de
la “economía de mercado”.
En el capitalismo del siglo XX, la
expansión del consumo, en escala incomparable con los sistemas
productivos anteriores, prometía la superación de la escasez en una
primera etapa capitalista. Pero, esa antigua formulación socialista del
siglo XIX de la superación de la penuria durante la producción
capitalista, ya fue abandonada definitivamente. La irrupción del
complejo militar-industrial, entra en escena con énfasis dramático en el
siglo XX y particularmente en las últimas cuatro o cinco décadas. La
creciente producción de armamentos y todo tipo de instrumentos,
industrias y servicios basadas en la guerra, niega cualquier posibilidad
de cubrir necesidades básicas existenciales de la humanidad dentro del
sistema del Capital. El complejo militar-industrial absorbe hoy más de
un tercio de la economía mundial. Y en 2007, EEUU ya absorbía el 46% del
total mundial de gastos militares.
Existen en la actualidad más de cien mil
contratistas del Pentágono en Irak, Afganistán, y otros países donde
EEUU interviene en guerras abiertas o encubiertas haciendo fortunas con
la guerra. Esta es la fracción capitalista más dinámica de EEUU, lo que
es un indicador de los valores éticos de esa economía. Es un sector
dirigido por el armamentismo, pero que no incluye sólo armamento,
municiones y transportes de guerra específicamente. Veamos un listado de
los contratistas del Pentágono por categorías de productos y servicios:
/1
Componentes estructurales, y armado del
avión; naves, pontones y muelles; vehículos del espacio; carros,
acoplados, carros de asalto y otros vehículos de motor; armas; munición y
explosivos; mísiles dirigidos; combustibles, aceites y lubricantes;
motores, turbinas y componentes; servicios de transporte, recorrido y
relocalización; comunicaciones y equipos de detección; servicios de
informática y telecomunicación; equipos de procesos de datos, software y
fuentes; investigación y desarrollo; mantenimiento de equipo,
reparación y reconstrucción; construcción de estructuras e
instalaciones; operación de instalaciones gubernamentales; servicios
profesionales, administrativos y de ayuda; alimento y bebidas; y
servicios médicos.
Como vemos se incluyen todo tipo de
industrias y servicios. La diferencia es que cada una de ellas tiene una
orientación, logística y utilidad específica para la guerra. Servicios
médicos, por ejemplo, no está dedicado a salud infantil, gestantes,
geriátrica o salud preventiva sino más específicamente a heridas y
mutilaciones por munición o explosivos, y a prevención y atención de
enfermedades producidas por las condiciones que impone la guerra.
A la cabeza de ese convoy de
contratistas de guerra está la locomotora de los poderosos fabricantes
de armamento y las industrias y servicios dedicados exclusivamente a la
guerra. Y esos grandes contratistas del Pentágono han sido los
principales beneficiarios del esquema. Nos referimos a Lockheed Martin,
Boeing, Raytheon, Northrop Grumman, General Dynamics entre otros. En un
informe de 2004 los 50 contratistas más grandes consiguieron más de la
mitad de todo el dinero de los contratos del Pentágono; los diez
primeros obtuvieron el 38 por ciento. /2
Volvemos a insistir que ese carrusel de
contratos del Pentágono no sólo se centra en armas, municiones o
transportes de guerra, sino que los “servicios militares” –en donde se
incluyen los mercenarios y los interrogadores (eufemismo del viejo
oficio de torturador)- han crecido y se siguen desarrollando de forma
significativa. También es importante remarcar que las grandes empresas
de armamento se han transformado para intervenir en todas las categorías
que mencionamos antes. De manera que el complejo militar-industrial se
ha diversificado con todo tipo de industrias y servicios.
¿Cuál es el atractivo fundamental de ser
contratista del Pentágono? Y aquí nos remitimos a István Mészaros que
ha desentrañado el rol que este complejo en crecimiento cumple en la
producción capitalista: “La gran innovación del complejo
militar-industrial para el desenvolvimiento capitalista es eliminar
efectivamente en la práctica la distinción entre consumo y destrucción”.
… “El problema en cuestión es doble. En primer lugar se refiere a los
recursos limitados de la sociedad y, por tanto, a la necesidad de
legitimar su destino entre alternativas, no apenas realizables, sino que
efectivamente compiten entre sí.”… Por ejemplo, disminuir los
beneficios sociales de la población para, con esos recursos, financiar
la intervención militar en otros países. …“Y segundo, tiene que ver con
la constitución del propio consumidor, o sea, con todas las limitaciones
naturales, socioeconómicas y hasta culturales de sus apetitos” “El
complejo militar-industrial resuelve con suceso esas dos restricciones
fundamentales. Con relación a la primera” (…) “consigue legitimar como
deber patriótico absolutamente incuestionable el verdadero desperdicio
ilimitado de devorar recursos equivalentes a billones”/3.
Mientras, en 2012, más de 46 millones de estadounidenses viven en la
pobreza. Entre ellos 22% son niños y el salario mínimo es la mitad de la
cantidad considerada necesaria para cubrir los gastos de sobrevivencia.
En la campaña electoral de este año el problema de la pobreza no fue
mencionado y en la discusión actual sobre el “abismo fiscal” jamás se
maneja la reducción del gasto militar. Son temas tabú.
La actual etapa de la expansión
capitalista ha encontrado en la producción de instrumentos y servicios
bélicos una forma de expansión que supera las limitaciones del consumo o
la escasez de recursos cada vez mayores para la producción. El complejo industrial-militar
ha logrado combinar al Estado, la clase política y la manipulación de
los medios de comunicación de masas en una gran operación que sobrepasa
varias barreras de la producción de mercancías. Por un lado iguala la
oferta con la demanda. “Así, ambas, oferta y demanda, se tornan
cínicamente relativas de modo de posibilitar la legitimación de la oferta real por la demanda ficticia” /4.
Todo lo que este complejo produce es absorbido por el Estado. No
importa si se utiliza o no. Si surgen modelos más sofisticados de
provocar la muerte, aquello que pierde actualidad se destruye o se vende
en el mercado globalizado. Siempre hay algún conflicto de baja
intensidad a donde se pueden utilizar.
No interesa si las obras que realizan
los chapuceros contratistas en los países ocupados se derrumban al poco
tiempo de finalizadas o nunca son terminadas. De esta forma se consigue
igualar consumo y destrucción.
Para el complejo armamentista tampoco
existen los impedimentos económicos que lo frenen. Al Estado no lo
constriñen los límites naturales, socioeconómicos o culturales de los
apetitos del consumidor. Los recursos del Estado de la mayor economía
del mundo y en menor medida de sus aliados de la OTAN están a su
disposición. No importa que haya que restringir o eliminar del
presupuesto social para expandir los gastos de defensa. En ese sentido
en EEUU han contado con el consenso de los mayores periódicos, radios y
cadenas de TV comprometidos con el complejo industrial-militar y
sus industrias y servicios complementarios como gran motor de la
acumulación. Tanto demócratas como republicanos precisan de los aportes
del complejo para encarar sus multimillonarias campañas electorales. Y
el lobby armamentista es una potencia que domina el Congreso, el
Departamento de Defensa y otros centros claves de poder. Junto a Wall
Street son el verdadero gobierno del imperio. Por tanto es
imprescindible legitimar ese destino nefasto de los recursos. La
“salvaguardia de la nación indispensable” “la guerra contra el
terrorismo”, y la “defensa de la democracia” y otras frases vacías se
colocan como imperativos ineludibles dependientes de un armamento en
expansión insensata. El “deber patriótico”, justifica cualquier
sacrificio humano o social y los medios de comunicación se encargan de
envenenar las conciencias para justificar el armamentismo.
El complejo militar-industrial
sortea entonces, con suceso, las limitaciones tradicionales del consumo
en el mercado restringido del apetito de los consumidores (o de sus
posibilidades económicas). Elude olímpicamente la necesidad del consumo
real. En otras palabras, destina una parte mayúscula y siempre creciente
de los recursos materiales y humanos de la sociedad a una forma de
producción parasitaria y que se auto-consume, tan radicalmente
divorciada y opuesta a la real necesidad humana y su consumo
imprescindible, que puede percibir como su propia racionalidad y
finalidad última hasta mismo la total destrucción de la humanidad” /5
Entonces, las mencionadas motivaciones para la guerra son, aunque más o menos importantes, motivos subsidiarios. Hoy, para el imperialismo la guerra pasó a ser el principal objetivo de la guerra.
No se trata de una redundancia: el objetivo de la guerra no es derrotar
un enemigo (los talibanes, por ejemplo en Afganistán) ni ninguno de los
objetivos que nos vende la propaganda de guerra, el objetivo medular es
mantener la continuidad de la guerra. Si queremos ubicar una razón
económica que subordine a la guerra, sólo encontraremos la necesidad
imprescindible de la continuidad y expansión de la guerra como forma
privilegiada de la acumulación de capital en esta época histórica.
En el Congo, Somalia, Yemen, Mali,
Sudán, Libia, Siria, Afganistán, en el propio Irak, y en las otras
decenas de países donde EEUU y la OTAN mantienen conflictos armados
abiertos o encubiertos lo central es la persistencia de la guerra.
Porque allí se consume y se venden las mercancías que produce el complejo industrial-militar imperialista que es el motor del sistema capitalista en la actualidad.
Por eso la consigna de la Paz, no es una
ingenuidad pacifista. Es una demanda que ataca el mecanismo central del
funcionamiento del imperialismo en esta época. Cuando los pueblos se
movilizan por la Paz están tratando de detener la violencia y la muerte
que la guerra supone. Cosa absolutamente necesaria. Pero al mismo tiempo
en esta época histórica, la Paz es la peor amenaza al funcionamiento
normal del actual sistema capitalista por qué traba su acumulación. Debe
ser entonces, una demanda privilegiada de todos aquellos que batallamos
por otra sociedad.
Es también imprescindible la oposición a
cualquier tipo de intervención militar así sea adornada de las mejores
intenciones “democráticas”. La defensa de la soberanía y de la
autodeterminación de las naciones sigue siendo indispensable en un
programa anti-imperialista. Porque las intervenciones en esta época
tienen las características de lo que pasó en Kosovo o en Libia: una
intervención imperialista con bombardeos sobre civiles y destruyendo
todo lo más posible en el país y abriendo un nuevo mercado para los
contratistas militares del Pentágono. Así como las mercancías se
realizan en el mercado, las armas se consuman en la destrucción y la
muerte.
El mismo rol de desenvolvimiento del complejo industrial-militar de las intervenciones militares en varios continentes, cumple en Latino América, la injerencia de EEUU por medio de la supuesta guerra contra la droga.
México es un ejemplo luctuoso de cómo alimentar la producción y el
tráfico de armas. Ese país al ingresar al NAFTA (la versión ALCA de
América del Norte) no sólo profundizó su desigualdad económica y social
en función de las necesidades de EEUU, sino que pasó a ser campo de las
manipulaciones de las “agencias”: la Drug Enforcement Administration
(DEA), el Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos
(o la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, en
inglés: Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives – ATF) la
Central Intelligence Agency (CIA) y el Departamento de Estado, que puso y
sacó presidentes y transformó al país en un corredor de suministro de
las drogas que consumen los ciudadanos estadounidenses y una base de
intervención abierta y encubierta para toda Centroamérica /6.
La “guerra contra la droga”
abrió, al comercio de armas de EEUU, un amplio mercado en México. En
México no existen tiendas de armas, poseerlas es ilegal a menos que se
consiga un permiso para probar que de ellas depende la vida o el empleo
de quien las porta. A pesar de eso el país es el séptimo con más armas
en manos de civiles en el mundo: 15 millones, una por cada tres adultos,
de acuerdo con Naciones Unidas. Las fuentes de información sobre
homicidios en México no son confiables. El último conteo oficial hasta
setiembre de 2011 arroja la cifra de 47.000 muertes. Luego de eso
dejaron de contarse y no hay datos sobre 2012. Lo cierto es que como
mínimo 70% de las armas ilegales en México vienen de Estados Unidos,
dato admitido públicamente por la ATF durante las comparecencias de la
agencia ante el Congreso estadounidense. El número podría ser mayor.
José Wall, agente de la ATF en Tijuana durante la operación Rápido y
Furioso /7 -hoy asignado a Phoenix- dice en entrevista
con Univisión que el 70% corresponde artefactos que se han podido
rastrear, pero que de acuerdo con su experiencia “puede ser que la cifra
sea hasta 95%”/8.
Ese solo tráfico representa 10% del
negocio mundial de venta de armas ilícitas, según la ONU. En 2008, dice
el reporte, 20 mil armas estadounidenses llegaron a México. Eso
significaría que cruzaron la frontera al menos dos armas por cada uno de
los 8.500 comerciantes de armamento con licencia federal en California,
Texas, Arizona y New México. “Aunque en realidad es más probable que
las ventas se hayan concentrado en pocos concesionarios cómplices”, de
las agencias estadounidenses como es obvio, dice Naciones Unidas. El
informe de la ONU retoma cifras de 2008. Entre ese año y 2011 el número
de armas decomisadas por el gobierno mexicano se duplicó, de 21 mil a 40
mil. Entre 2006 y 2011 la cantidad total de armas incautadas en el país
se multiplicó por ocho.
En nuestra región, la industria
armamentista de Estados Unidos es beneficiaria de doble vía de esta
supuesta “guerra”: Estados Unidos es el principal abastecedor de armas a
los cárteles que operan en el continente (en México quedó
fehacientemente comprobado) y a los ejércitos y las policías que los
combaten duplicando así exportaciones y beneficios.
México era el corredor de la droga que
partía de Colombia. En combinación con esa operación es sabido y
comprobado que los narcotraficantes colombianos impulsados por la DEA
financiaron a los distintos cuerpos de para-militares para exterminar a
líderes campesinos y a militantes sociales agrarios, mientras realizaban
un reclutamiento forzado de campesinos pobres. Es lo que en Colombia se
conoce como narco-paramilitarismo. Una de las consecuencias de estas
operaciones es que Colombia tiene el mayor número de desplazados
forzados del mundo. La Consultoría para los Derechos Humanos y el
Desplazamiento (CODHES) considera que la cifra real de desplazados por
el conflicto armado interno desde mediados de los años 80 supera los 5
millones de personas que abandonaron o fueron despojados de entre 5 y 6
millones de hectáreas. Estos desplazados forzados colaboraron para
transformar a Sur/Ciudad Bolívar de Bogotá, en el tercer barrio marginal
más grande del mundo y ensancharon los tugurios de otras ciudades.
Con el cuento de la “guerra contra la droga”
las “Agencias” estadounidenses desarrollan tanto el tráfico de drogas
como el de armas. A la vez que todo tipo de actividades
desestabilizadoras en el continente. Por eso el camino a seguir por
nuestros países es expulsar a la DEA y demás “Agencias” como hizo
Bolivia en noviembre de 2008.
Es revelador que hoy las negociaciones
de Paz entre las FARC y el gobierno Colombiano se realicen en La Habana y
no en Washington. La capital de EEUU es un ámbito adecuado para
proyectar intervenciones militares o matanzas con drones. Cuba en cambio
ofrece solidaridad internacional en salud y educación. Es un territorio
propicio a negociaciones de Paz. Es el contraste entre apostar al ser
humano y a la vida o a las armas, la destrucción y la muerte.
Isla de Santa Catarina
Brasil
Desacato.info
Notas
1/ The Center for Public Integrity, Report Finds $362 Billion in No-Bid Contracts at the Pentagon 29 de septiembre de 2004.
2/ The Center for Public Integrity, Ibíd.
3/ Mészáros, István, Para Além do Capital, Editorial Boitempo, São Paulo, 2002, p. 687.
4/ Ibíd. p. 693.
5/ Ibíd. p. 687-688.
6/ Bajo el gobierno de
Ronald Reagan, en 1985, desde México, la CIA, la DEA y el Departamento
de Estado organizaron el apoyo a los “Contras” que luchaban para
derrocar al gobierno sandinista de Nicaragua. Los narcotraficantes
mexicanos hicieron de intermediarios entre los cárteles de la droga de
Medellín que enviaban por avión cargamentos de cocaína a México, que
eran cambiados por armas que venían de EEUU y luego enviadas en el mismo
avión a la “Contra” nicaragüense. Los narcos mexicanos que quedaban con
la droga la introducían en EEUU, bajo protección de la DEA, la CIA y el
FBI para abastecer el consumo estadounidense. Toda la operación fue
dirigida directamente por el vicepresidente de Ronald Reagan, George
Bush (padre) que creó el grupo de trabajo que condujo toda la artimaña.
Las relaciones entre la CIA la DEA y el cartel de Medellín quedaron de
manifiesto en las declaraciones de Ernest Jacobsen, agente de la DEA en
la investigación que abrió la Cámara de Representantes de Estados Unidos
sobre el escándalo Irán-Contras.
7/ El secretario de
Justicia de Estados Unidos, Eric Holder, fue cuestionado en el Congreso
por su manejo del polémico programa ‘Rápido y Furioso’, por el que armas
de EE.UU. terminaron en manos del narcos mexicano. La Agencia de
Control de Armas y Tabaco (ATF por sus siglas en inglés) del gobierno de
Estados Unidos creó la ‘Operación Rápido y Furioso’, donde de manera
arbitraria, liberó armamento de alto calibre hacia el sur de la
frontera, dotó de armas a narcotraficantes mexicanos “para rastrear su
uso y detener a sus poseedores”. El operativo estadounidense ‘Rápido y
Furioso’ realizado en 2009 “supuestamente” para detectar armas en manos
de los capos de la droga en México, terminó siendo un negocio de venta
de armas al narcotráfico. De acuerdo a una investigación especial de la
cadena Univision, esas armas provistas por EEUU, fueron utilizadas en
diversas matanzas del narco en México. Noticias.terra.com 20 06 2012.
Vea una cronología de toda la operación “Rápido y Furioso” en Univision http://noticias.univision.com/aqui-y-ahora/article/2012-09-30/cronologia-rapido-y-furioso#ixzz28SfguJZk 30 setiembre 2012.
8/ Más detalles en Univision.com: http://noticias.univision.com/aqui-y-ahora/article/2012-09-30/inundan-a-mexico-millones-armas-ilegales#ixzz28SzF3Lwc 30 de setiembre 2012.
Fuente: http://desacato.info/2012/12/a-guerra-e-o-principal-objetivo-da-guerra/
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