Atilio Borón, politólogo y sociólogo argentino: “Si se deja que el capitalismo siga su curso, en 50 ó 100 años más, el planeta estalla”
En medio de su breve paso por Chile, el investigador social conversó con El Ciudadano,
revelando sus apreciaciones sobre el proceso socio político chileno, el
rol de los partidos de izquierda, la reciente instalación de una base
militar estadounidense al norte de Valparaíso y el desahucio del
capitalismo. Propuso, además, el Socialismo del Siglo XXI como
alternativa para implementar una democracia más participativa y profunda
en la región.
El politólogo argentino Atilio Borón, tuvo un breve paso por Santiago.
Invitado a dictar un seminario sobre democracia y autoritarismo en la
Región, en el Doctorado en Procesos Sociales y Políticos en América Latina de la Universidad Arcis, el investigador visitó la capital chilena y el puerto de Valparaíso.
A Borón se le puede catalogar como uno
de esos investigadores sociales que gusta no sólo de estar entre libros y
cátedras, sino también en espacios que promueven un proceso educativo
que -en palabras de Paulo Freire-, es y debe ser un acto político. En Chile, las pocas horas de paso, abarrotadas de conferencias sobre los procesos de Bolivia, Venezuela, Ecuador y Cuba,
no impidieron olfatear el proceso actual. A contraluz, se dejó entrever
un análisis concluyente: existe un triunfo ideológico del
neoliberalismo y los funestos legados de la dictadura pinochetista. “Hay
una demanda social importante, pude ver mucha insatisfacción. Existe
preocupación por el endeudamiento de las familias, por el alza de los
precios y la carestía de los servicios de salud. Observé de primera
fuente la increíblemente desideologizada campaña municipal. Los afiches,
en su mayoría, promovían fotos de los postulantes, su nombre y el
número de identificación de su lista, sin mencionar al partido político
al cual pertenecían. Sólo por excepción, alguno que otro apelaba al ‘photoshop’ para insertar a su lado la imagen de Michelle Bachelet o Camila Vallejo. No vi ninguno que tuviera la osadía de colocarse junto al rostro sonriente del presidente Sebastián Piñera.
En suma: en la mayoría de los casos no había partidos, no había
ideología, no había apelación a un sujeto colectivo ni utopía que
alcanzar y por la cual luchar”.
-No es primera vez que Chile
experimenta elecciones de tipo político-publicitarias. La explosión de
movimientos estudiantiles y reivindicaciones indígenas, alcanza a
provocar sólo a ciertos sectores políticos.
-Es una sociedad que se moviliza
esporádicamente, son unos poquitos sectores. Los estudiantes,
básicamente, y con razón, porque son ellos los que tienen la perspectiva
de ver un futuro complicado, el costo de la educación sólo se sostiene
con altos niveles de endeudamiento. Pero imagínate lo adormecidos que
están los chilenos, si enfrentaron con total pasividad la instalación de la base militar
de Estados Unidos en el Fuerte Aguayo, en Concón, a pocos kilómetros de Valparaíso. Esa base, que depende del Comando Sur, se especializará en el entrenamiento militar requerido por un programa del Pentágono
denominado MOUT (“Operaciones Militares en Terreno Urbano”). Dicho sin
eufemismos, entrenamiento de fuerzas especializadas en la represión de
la protesta social. Washington y Santiago negociaron
ese acuerdo en absoluto silencio. Es increíble que cuando se filtró la
noticia en abril, en medio de la visita a Chile del secretario de
Defensa de Estados Unidos, León Panetta, no haya existido resistencia popular alguna. En Argentina, cuando se anunció que iban a instalar una base en el Chaco,
hubo una reacción fulminante de la gente que masivamente salió a la
calle, obligando a abortar el plan. Es importante decir que hoy existen
76 bases militares de EE.UU. en América Latina y el Caribe. En la década de los 60 había dos bases militares, en menos de 50 años ya tienes 76, dime ¿para qué están?
-Parece que en Chile la gente
está más acostumbrada a asumir que a protestar. ¿Tendrá que ver con los
partidos de izquierda que no toman protagonismo o falta maduración en el
movimiento social?
-Las dos cosas. Pero pienso que la
responsabilidad principal recae en los partidos políticos de izquierda;
no puede ser que cada demanda social existente los tome por sorpresa, y
si ocurrió así, entonces es importante que se preparen para el futuro
para que no haya nuevas sorpresas. Los movimientos sociales a veces dan
cuenta de un ensimismamiento, es decir, tienden a concentrarse en
ciertos tipos conflictos, de dinámicas o problemas. Por ejemplo, las
demandas estudiantiles, el rechazo a los abusos medioambientales, las
causas indígenas, u otros. Esto implica que cuando alguna problemática
se escapa de la pantalla de su radar, los partidos tienden a no
enfrentarla.
La izquierda duerme
-¿El desafío es articulación política entre movimiento social y política tradicional?
-Sí y sobre todo responder de manera
inmediata a las demandas de la calle. En Chile lo que veo es la
persistencia de un rasgo tradicional de la política, una híper
institucionalización que va en desmedro de potenciar los impulsos
espontáneos de la población. Yo siempre juego con esta imagen de lo
institucional y la calle, que es algo en lo que Nicolás Maquiavelo insistió mucho durante sus análisis de la República Romana. Él decía que lo que dio grandeza a Roma, fue justamente la dialéctica entre el Senado y la calle. Usando esa analogía, cuando uno mira a Chile, es mucho Senado, mucho Congreso,
muchas instituciones y poca calle, salvo cuando salen los estudiantes,
pero eso no basta. Y si hay una función clara de los partidos políticos
de izquierda, es la de sintetizar una diversidad de demandas sociales
que los movimientos tienden a exigir desde su especificidad y
confrontarlas con un sistema político económico devastador.
-Existe el debate en algunos
partidos de izquierda, de exigir una Asamblea Constituyente para acabar
con la institucionalidad añeja.
-Me parece muy positivo; ojalá la clase
política tradicional no lo impida. Fíjate que una de las fórmulas en las
que la democracia fue fortalecida en Bolivia, Ecuador y Venezuela, fue
con reformas constitucionales solicitadas por la población. Los
ciudadanos eligieron sus diputados constituyentes, que luego deliberaron
y el pueblo fue convocado para aprobar la Constitución redactada. El
caso de Chile es bastante excepcional; existen tres constituciones, la
de 1833, 1925 y 1980; en ninguna de ellas la población tuvo injerencia
alguna. Existe una inercia histórica que tiene una especie de demo
fobia, fobia a lo popular, fobia al pueblo, fobia a los plebeyos. Lo que
hace falta entonces, es mayor fuerza plebeya para sacudir esta híper
institucionalidad asfixiante que impide trazar nuevos rumbos. Eso
ayudará a retomar el valor de la política y el ejercicio de los derechos
democráticos, que sobre todo los jóvenes menosprecian de manera
significativa y preocupante. Me preocupa, porque si hoy existe desprecio
a la política, se le hace el juego a la apatía, que es lo que ellos
quieren. ¿Por qué? Porque de esa manera, a mayor despolitización,
gobiernan más tranquilos. ¿Quién se enteró de la base militar en Concón?
-Incide un servil silencio de los medios de comunicación que pertenecen a grandes holding empresariales. Recientemente el Gobierno convocó a una reunión extraordinaria para liquidar el diario La Nación, único medio impreso de propiedad mayoritariamente estatal. A diferencia de cuando Hugo Chávez no renovó la concesión de Radio Caracas TV, aquí nadie habló de censura.
-Es bueno decir que Chávez no renovó la concesión de Radio Caracas TV
porque el canal hizo una abierta apología al golpe de Estado. Esperó
cinco años para hacerlo y aún así lo llamaron censura. Hay un mensaje
muy claro en los medios de comunicación al no cubrir esas noticias: mal
informar a la ciudadanía. En Chile la ciudadanía está mal informada,
tanto de los asuntos del país como de los de fuera. Existe una prensa
invariablemente tendenciosa que tiende a consagrar la imagen que tienen
en el himno nacional: la copia feliz del edén. Eso lejos de ayudar a
Chile, ayuda a los grupos dominantes.
-No es extraño que la
administración de Sebastián Piñera quiera cercenar los espacios de
comunicación de medios comunitarios y públicos.
-Es coherente con la ideología
conservadora; es perfectamente comprensible, pues este tipo de medios no
van a estar a favor de ellos. Es una manera de ir avanzando -y te lo
digo con mucho cuidado- hacia un Estado totalitario.
Comunicacionalmente, Chile tiene muchos rasgos de Estado totalitario;
basta con mirar la televisión o ver la prensa impresa para darse cuenta
de que, por ejemplo, en comparación con países como Uruguay
o Argentina, aquí están mucho más cerrados a recibir miradas plurales. Y
eso es un grave problema, porque la gestación de valores democráticos,
de prácticas inclusivas donde el pueblo tenga que asumir un protagonismo
en la construcción de su propio destino, no tiene el anclaje necesario
en el espacio público que hoy conforman los medios de comunicación
masiva.
SOBRE MARXISMO Y OTRAS HIERBAS
-Ha dicho que el marxismo está
más vigente que nunca. ¿Cuál es el desafío de los partidos de raigambre
marxista para usar hoy esa teoría como herramienta?
-Es una herramienta extraordinaria de análisis. Hace unos años escribí un libro llamado Tras el Búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo. En él hay un capítulo dedicado a los 150 años del Manifiesto Comunista
de 1848, donde elaboro la tesis de que el marxismo es una de las
teorías más vigentes del momento. Cuando uno observa los pronósticos de
los grandes economistas del pensamiento liberal burgués desde el siglo
XIX en adelante, desde David Ricardo para acá, se puede
ver el augurio de un desarrollo capitalista amplio, que provocaría un
sistema internacional mucho más armónico y ordenado, donde las ansias
del comercio iban a evitar la confrontación de las naciones y a acabar
con las guerras. El análisis de Karl Marx, en cambio,
plantea que el capitalismo provocará una polarización internacional,
además de la creación de un grupo de naciones ricas versus otra de
países pobres, potenciando la diferencia de clases al interior de las
Estados que conforman ambos grupos. El análisis de Marx no pudo ser más
correcto. Eso te da instrumentos para hacer política, te permite tener
una capacidad de lectura de la realidad. Hoy el análisis marxista
permite a los partidos tener una identificación muy clara de cuáles son
los problemas, las alternativas, las alianzas posibles, los amigos y los
enemigos. No hablo de dogmas, sino del marxismo como teoría científica
de análisis a partir de la cual se puede avanzar en un programa de
transformaciones tendientes a superar esto, que se supera por las buenas
o se supera por las malas, porque el capitalismo está desahuciado como
sistema.
-¿Quiere decir que no hay otra alternativa que el fin del sistema actual?
-El capitalismo es insostenible, ni
siquiera en el largo plazo, sino en el mediano plazo, porque a sus
contradicciones sociales, que son enormes, se le agrega la contradicción
ecológica. O sea, el capitalismo reformó toda la sociedad a su imagen y
semejanza, tal como vaticinaron Karl Marx y Friedrich Engels, y ahora desata un ataque feroz contra la naturaleza, sobreexplotando los recursos naturales. La Cordillera de los Andes está volando por los aires desde Colombia hasta Tierra del Fuego,
solamente para encontrar oro, cobre y otros metales. ¿Para qué sirve el
oro? Más del 80% para fabricar lingotes y ser objeto de especulación
del capitalismo financiero mundial. Para lograr eso, estamos destruyendo
la Cordillera, la flora, la fauna y envenenando el agua. No me parece
que un sistema así pueda ser viable.
Crisis capitalista mundial: paradojas y respuestas
Crisis capitalista mundial: paradojas y respuestas
-Algo como lo planteado por el
filósofo alemán Franz Hinkelammert, sobre el atentado a la naturaleza
producido por la totalización del mercado globalizado que provocará el
suicidio del hombre.
-Es un suicidio. De ahí la importancia
de una nueva corriente dentro del marxismo que es el eco socialismo.
Diversos autores han escrito sobre este tema: Michael Löwy, Joan Martínez Aliero, Jeff O’Connor,
quien habló sobre la segunda gran contradicción del capitalismo. La
primera es capital, trabajo, la que ya conocemos. La segunda, es entre
el proceso de acumulación y la naturaleza. El capitalismo empieza a
mercantilizar la naturaleza en sus formas clásicas, como la agricultura;
luego con la explotación de los bosques, las minas, el agua; sigue con
los servicios sociales, la educación, la salud, para terminar
mercantilizándolo todo, hasta que para el hombre ya no quede nada. Esta
expansión brutal tiene transformaciones traumáticas del medio ambiente.
El documental ‘Una verdad incómoda’, de Al Gore, es
magistral para mostrar lo devastador del sistema; sólo tiene una
equivocación: los culpables del desastre natural no son los hombres, es
el capitalismo. Los grandes grupos económicos y los gobiernos son los
responsables. En Chile y Argentina el tratado minero es una vergüenza,
porque cedemos soberanía y permitimos que hagan lo que quieran con el
medio ambiente.
EUROPA NO TIENE NADA QUE ENSEÑAR
-Pero al parecer nuestras
sociedades piensan que lo han hecho bien. Existirá una Cumbre entre la
Unión Europea y la Celac para compartir planes de trabajo.
-Europa no tiene que
dar recetas sobre cómo salir de su crisis, y lo que van a proponer es
más neoliberalismo, que es lo que están haciendo en su Continente,
enviando a millones de personas a la pobreza, al padecimiento o a la
enfermedad y a la muerte. No tienen nada que venir a enseñarnos acá;
ellos van a venir a proponer justamente lo que los está matando y que
casi nos liquida a nosotros. Habría que organizar una contra-cumbre,
sería importante hacer eso.
-Al menos recibieron el Nobel de la Paz.
-Eso es una tomadura de pelo, realmente
creo que es una broma sangrienta lo que hizo esa gente, darle el Nobel
de la Paz a quienes le han ofrecido la guerra a sus propias poblaciones.
Recordemos que la Unión Europea miró para otro lado durante la masacre de Ruanda, miró para otro lado en la masacre de Yugoeslavia, creó un país artificial como Kosovo, participó de las aventuras militares de Irak y Afganistán y está dispuesta a apoyar una guerra contra Irán. También ha participado de las sanciones contra Cuba.
Socialismo siglo XXI (mural de Diego Rivera)
Socialismo siglo XXI (mural de Diego Rivera)
-¿Cuál es la alternativa para una democracia con menos mercado y más participación? ¿El Socialismo del Siglo XXI?
-Si hay algo que califica al Socialismo
del Siglo XXI, a diferencia de las experiencias socialistas ocurridas
durante el siglo XX -incluso el notable intento de Salvador Allende-,
es que avanza en el desmontaje de la institucionalidad burguesa que
juega en contra de las demandas populares y empodera efectivamente a la
ciudadanía, otorgándole voz en las decisiones fundamentales. Lo ha hecho
Venezuela, Ecuador y Bolivia, con referendos revocatorios. De Hugo Chávez
se puede decir cualquier cosa menos que es anti democrático; ha
convocado 15 elecciones en 13 años, de las cuales ganó 14 y perdió una
por el 0,7% de los votos, reconociendo de inmediato los resultados
desfavorables. Convocó a un referendo revocatorio de su mandato. ¿Qué
presidente de América Latina se expone a un referendo revocatorio? Sólo Rafael Correa, Evo Morales y Hugo Chávez; ni Sebastián Piñera ni Michelle Bachelet, ni ninguno en Argentina, ni ninguno en Uruguay.
A diferencia de lo ocurrido en el Siglo
XX, el Socialismo del Siglo XXI ofrece un modelo de gobierno que
perfecciona el juego de la institucionalidad democrática, otorgando
mayor participación a las bases sociales y una libertad de prensa que
roza el libertinaje. Entonces es un socialismo especial, que no cree en
la estatización total de la economía, pero sí en un riguroso control de
los mercados, porque los mercados tienen una potencia destructiva
fenomenal y, aunque pueden producir crecimiento económico, también
provocan desigualdad y deslegitiman la democracia. Democracia
participativa, economía de las equivalencias, integración supranacional,
ésa es la alternativa que ofrece este sistema. Y pienso que los líderes
tendrán que revisarlo, pues si se deja que el capitalismo siga su
curso, en 50 ó 100 años más, el planeta estalla. O el capitalismo o la
humanidad, no hay opción.
Por Javiera Olivares M.
El Ciudadano Nº136, segunda quincena noviembre 2012
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