Primer Comando de la Capital, Brasil, espejo de narcos uruguayos
Material de esta organización criminal con más de 13.000 miembros fue encontrada en celdas del Penal de Libertad. Cómo operan
Un informe del Ministerio de Justicia, difundido este domingo por el periódico O Globo, revela cómo el Primer Comando de la Capital (PCC) ha logrado extenderse por Brasil pese a que sus máximos líderes cumplen condena en la cárcel de Taubaté, a 141 kilómetros de Sao Paulo.
Según el gobierno la mayor organización criminal brasileña, creada en 1993 por traficantes de drogas, maneja negocios por más de 32 millones de dólares al año y es señalada como es la responsable de la actual ola de violencia en Brasil.
PCC es el espejo en el que se miran los narcotraficantes uruguayos que hpy operan sus negocios desde el Penal de Libertad. Informes de inteligencia carcelaria señalan que Alberto "Beto" Suárez, uno de los jefes de los tres cárteles que operan en el país, tiene nexos con la organización criminal brasileña. En uno de los tantos operativos de inspección se le encontró material realizado por PCC.
La metodología empleada en Brasil es muy similar a la que se emplea en México y Colombia, donde se establece un criterio de territorialidad y se crean nexos económicos y sociales con los barrios más marginados. Es lo que el Ministerio del Interior llamado proceso de "feudalización " que se opera en el Oeste de Montevideo.
EJÉRCITOS DE LA DROGA. Según la Secretaría Nacional de Seguridad Pública (SENASP), el grupo cuenta con 13.000 miembros, de los que 6.000 están en prisiones de Sao Paulo,.
Unos 2.000 cómplices están en libertad en ese estado y otros 5.000 permanecen libres en otros estados.
Según el informe, actualmente 135 de las 152 cárceles del estado de Sao Paulo son controladas por el PCC, que envía órdenes a sus cómplices en libertad, que deben enviar 400 dólares por mes a la organización. En caso de que un cómplice resulte encarcelado, el dinero se ofrece para ayuda financiera a la familia y pago de honorarios a un abogado.
El PCC está en fuerte expansión principalmente en los estados de Mato Grosso do Sur y de Paraná, debido a su proximidad con Bolivia y Paraguay respectivamente, dos países de donde proviene la droga.
El 8 de agosto, las autoridades brasileñas interceptaron un mensaje en el cual el PCC ordenaba "matar a dos policías por cada integrante del PCC ejecutado en las calles de Sao Paulo por la Policía".
Desde comienzos de año, un centenar de policías murieron en el estado, contra 47 en 2011.
En octubre, 176 personas perdieron la vida en la ciudad de Sao Paulo, de 11 millones de habitantes, contra 82 en octubre de 2011, según cifras oficiales. Las estadísticas de noviembre todavía no fueron publicadas, pero son incluso peores, de acuerdo con la prensa.
Un sondeo de Datafolha, publicado en el diario Folha de Sao Paulo, el 43% de los habitantes de la ciudad de Sao Paulo considera que el policía que integra un grupo paramilitar y que asesina a un delincuente no debe ser sancionado por su crimen.
De los 1.082 paulistanos encuestados, el 40% defiende que ese policía sea arrestado y sancionado y un 11% que sea expulsado de la corporación pero no detenido.
Guerra de la Policía contra el Primer Comando de la Capital Terror del norte al sur de Sao Paulo
Cada día las cifras de muertos suben y
los noticieros ofrecen las bajas de esa guerra. Ciertamente, cuando el
lector esté leyendo ese texto el número de muertos ya se habrá
incrementado en decenas.
Joana Moncau, Suzi Soares, Cleber Arruda. Con la colaboración de Jéssica Moreira
Traducción Waldo Lao
Fotos: EBC e Latuff
Traducción Waldo Lao
Fotos: EBC e Latuff
Sao Paulo, Brasil.
Aquélla noche del lunes 29 de mayo, una denuncia anónima condujo los
seis carros de la policía militar hacia el estacionamiento de la zona
Este de la ciudad de Sao Paulo. Allá estaría reunido un grupo vinculado a
la facción criminal Primer Comando de la Capital (PCC) para planear el
rescate de un integrante de su grupo que sería transferido de cárcel. Ya
ahí, un comando de 26 policías ingresó caminando al local y ejecutó a
cinco hombres, detuvo a cuatro y otros cinco huyeron. Uno de los
detenidos fue ejecutado a sangre frío por los policías en una carretera a
pocos kilómetros del lugar: una testigo denunció el crimen por teléfono
en tiempo real; las cámaras de la carretera lo registraron todo. Por
primera vez en la historia policías de las Rondas Ostensivas Tobias de
Aguiar (Rota) – la más violenta de Sao Paulo – fueron sorprendidos en
flagrancia por homicidio.
Lo que de hecho pasó ese día nadie lo
sabe, pero las consecuencias de ese episodio pusieron en evidencia que
con él se rompió un frágil y precario equilibrio existente entre el PCC y
la policía militar, equilibrio que se sostenía de modo razonable desde
el fatídico y sangriento mayo del 2006, cuando en tan sólo 8 días casi
500 personas fueron ejecutadas.
El PCC reaccionó a sus seis muertos.
Como en el 2006, los policías militares empezaron a ser ejecutados – ese
año fueron más de 90 víctimas (contra 47 del año anterior), y sólo 29
de esas muertes ocurrieron antes de ese día 29 de mayo. Las
consecuencias de esto se sintieron sobre todo por los jóvenes negros de
las periferias, quienes empezaron a ser ejecutados por la policía aún en
mayor número que el (ya alto) habitual. En la ciudad de Sao Paulo el
número de asesinatos de civiles de junio a octubre de ese año fue de al
menos 669, casi el doble del verificado para el mismo periodo en 2011
(357).
El gobernador de Sao Paulo, Geraldo
Alkmin, concede carta blanca a la policía militar para matar, defiende
públicamente esa posición, y su consigna parece ser la de “quienes no
reaccionaron están vivos”, como ha declarado para justificar la masacre
en la que la Rota ejecutó a nueve supuestos integrantes del PCC que
estaban reunidos, en septiembre pasado.
Cada día las cifras de muertos suben y
los noticieros ofrecen las bajas de esa guerra. Ciertamente, cuando el
lector esté leyendo ese texto el número de muertos ya se habrá
incrementado en decenas. La policía y el gobierno intentan – en vano –
defender que todos los civiles ejecutados por la policía han reaccionado
frente a supuestas confrontaciones– y que ese “reaccionar” es motivo
suficiente para ejecutar.
La acción de los grupos de exterminio
compuestos por policías militares o agentes estatales; la ostentosa
presencia de esa policía en las periferias; los toques de sitio
impuestos hora por el PCC, y ahora por la policía militar, que por las
noches dejan desiertas las calles, las escuelas y las cantinas. Todo
ello hace que el clima que se vive hoy en las periferias de Sao Paulo
sea de terror.
A continuación el testimonio de dos
pobladores de distintos barrios de la ciudad de Sao Paulo, que viven
este conflicto. Suzi Soares, que vive en la zona sur de la ciudad y es
maestra en una escuela pública afectada por el toque de queda; y Cleber
Arruda, habitante de la zona norte. Ambas relatan la cotidianidad de esa
tensión y dejan sus puntos de vista.
Testimonio de Suzi Soares, habitante de un barrio en la zona sur de Sao Paulo.
“Soy profesora de la red pública y en
los últimos días medoy cuenta de una situación que asusta: la muerte de
los jóvenes en esta misma periferia y en otras de la ciudad. En la
escuela tuvimos el toque de queda por algunos días. No sabemos qué
hacer, como actuar. La población está en pánico y asustada”. (Leer más)
Testimonio de Cleber Arruda, habitante de Jardim Damasceno, zona norte de São Paulo.
“El camión continuó y miramos que era
lo que estaba interfiriendo el camino: un camión de los grandes, estaba
en llamas. En ese momento, ruidos extraños que muchos identificaron como
tiros. Al día siguiente, las noticias de la violencia en la región
dieron un saldo de guerra. Dos camiones fueron atacados, uno de ellos
atropelló a un señor de mi barrio y el otro (el que vi) fue quemado, y
más de siete personas fueron ejecutadas”.
Publicado el 10 de diciembre de 2012
De repente, la cotidianidad de las
personas sufre una serie de cambios en la noche. Los comercios y los
bares cierran las puertas antes de los horarios habituales, las escuelas
liberan a sus alumnos antes de terminar las clases, las calles se
quedan desiertas, los camiones cambian su trayectoria y la inseguridad
se expande. Esas y otras acciones son generadas por un “aviso” mejor
conocido como toque de queda, cuya intención es justamente esa: hacer
que las personas se vayan a sus casas mas temprano, pues quedarse en la
calle no es nada seguro.
Las noticias sobre el toque de queda
fueron escuchadas por el 54 por ciento de los pobladores de la zona
norte de la capital paulista, es lo que señala una investigación del
Instituto de Investigaciones Datafolha, divulgada el día 25 de
noviembre.
Vivo en esa área de la ciudad, donde la
investigación apunta que es un lugar inseguro para caminatas nocturnas, y
según el 83 por ciento de los entrevistados, tiene el peor índice entre
las cinco regiones de la ciudad. Para ser más específico, vivo en un
barrio del distrito de la Vila Brasilandia, una de las periferias
elegidas para la realización de la Operación Saturación de la Policía
Militar, debido al alto índice de muertes producto de la ola de
violencia en las últimas semanas. Tan sólo en octubre, mes en el que los
crímenes se intensificaron, 10.6 personas fueron asesinadas en promedio
por día en la capital.
Fue de regreso a casa, después de haber
ido al cine y ver una película de terror, que sentí en la piel la
tensión real de estar en la calle, cuando ya debería estar en casa. Me
sorprendí cuando que me enteré de que el camión que para cerca de mi
casa, en lo alto del morro de Jardín Damasceno, tendría que haber parado
antes, en la entrada del barrio, en la parte más baja. El camión no
completó su trayecto. ¿Por qué? Según los funcionarios de la línea, hubo
un toque de queda en el barrio y ellos no podrían subir el morro. Sin
opción, tuve que completar el camino a pie. Ya perdí la cuenta de
cuántas veces tuve que hacer ese trayecto en altas horas de la
madrugada, sin sentir ningún tipo de inseguridad. Con todo, aquélla
noche, el clima era diferente.
Ninguno de los innumerables bares estaba
abierto. Las únicas personas que estaban en la calle tenían la mirada
alerta, el silencio incomodaba. Había una pareja y les pedí si podíamos
caminar juntos hasta donde fuera posible. Los otros morros también
estaban en silencio. Caminábamos apresurados por la subida,
intercambiamos pocas palabras. La pareja entró en un callejón 300 metros
antes de mi casa. Me desearon suerte y continué caminando cada vez más
rápido. La luna estaba imponente, ayudaba iluminando las calles y
haciendo compañía. A esas horas, los sustos de la película de terror
eran hasta divertidos comparados con el ruido que hacen las motocicletas
cuando se aproximan. Pensaba en la forma en que muchos jóvenes han sido
asesinados, simplemente por el hecho de estar en la calle y volverse
blancos de las armas de motociclistas encapuchados.
Ya en casa, la luz del cuarto quemó de
repente. Me acordé de las actividades paranoicas de la película.
Aliviado, me empecé a reír. Regresar a casa nunca más fue como era
antes. Principalmente, porque el lunes que venía encaré otros momentos
de tensión. Ese día, al final de la mañana, un cuerpo estaba extendido
en el camino, llamaba la atención y generaba comentarios. “Fue un
accidente de moto”, “fue muerto luego en el inicio de esa mañana”.
De regreso a las 20 horas, esperando el
camión, vi sobre la avenida varios carros de la policía en alta
velocidad, fuera de la Terminal Vila Nova Cachoeirinha. Durante el
trayecto, el tránsito paró en la avenida Diputado Cantídio Sampaio, a la
altura en la que más temprano estaba el cadáver. En el transporte, más
comentarios al respecto del caso. Nadie, como sucede en los orígenes del
toque de queda, sabía lo que había pasado, pero todos se indignaban con
la actitud del chofer que decidió parar y esperar hasta que el tránsito
continuara. “De la vuelta chofer. Todo mundo está regresando. Corta por
dentro”, gritaban los pasajeros.
El chofer no se movía. Algunos camiones
paraban en la vía. Los bomberos pasaban muy rápido. Muchos pasajeros se
bajaron, otros, continuaban reclamando.
Minutos después, el camión continuó y
miramos qué era lo que estaba interfiriendo el camino: un camión de los
grandes estaba en llamas. En ese momento, ruidos extraños, que muchos
identificaron como tiros. Una pequeña euforia inundó al chofer, que
finalmente escuchó la orientación de los pasajeros y dio vuelta. El
camino alternativo fue largo, por dentro de otros morros que no conocía.
Al final, salí en un barrio vecino y tomé otro camión para llegar al
mío.
Al día siguiente, las noticias de la
violencia en la región tenían un saldo de guerra. Dos camiones fueron
atacados, uno de ellos atropelló a un señor de mi barrio y el otro (el
que vi) fue quemado y más de siete personas fueron ejecutadas.
Fue por estos últimos hechos que no he
respondido al informe hecho por el Datafolha, me encuadro a los dos
índices sobre la zona norte: escuché las noticias sobre el toque de
queda y considero la región insegura para salir de noche.
Megaoperativos como en Brasil
Una supuesta entrevista realizada por el periódico O’Globo de Brasil a Marcos Willians Herbas Camacho, conocido en el hampa brasileña como “Marcola”, líder de la organización criminal Primeiro Comando da Capital. (PCC) que se actualmente, se encuentra preso en una cárcel en el estado de São Paulo.Brasil
Sin embargo el mensaje que deja es universal para nuestro caso y muchas de las “realidades” que se exponen son válidas y están vigentes.
– ENTREVISTA DEL MEDIO TELEVISIVO GLOBO EN BRASIL AL CAPO “MARCOLA”
Marcos Camacho, más conocido por el sobrenombre de Marcola, es el máximo dirigente de una organización criminal de Sao Paulo (Brasil) denominada Primer Comando de la Capital (PCC).
Las respuestas de Marcola nos aproximan a lo que puede ser el futuro de la delincuencia común en América Latina.
O Globo: ¿Usted es del PRIMER COMANDO DE LA CAPITAL (PCC)?
Marcola:
Más que eso, yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e
invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era
fácil resolver el problema de la miseria. El diagnóstico era obvio:
migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas
periferias; la solución nunca aparecía… ¿Qué hicieron? Nada. ¿El
Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros?
Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las villas en las
montañas o en la música romántica sobre “la belleza de esas montañas al
amanecer”, esas cosas…
Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se
están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra
conciencia social.
O Globo: Pero la solución sería…
Marcola: ¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de “solución” ya es un error.
¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en
helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo
la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con
un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento
económico, revolución en la educación, urbanización general y todo
tendría que ser bajo la batuta casi de una “tiranía esclarecida” que
saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por
encima del Legislativo cómplice. Y del Judicial que impide puniciones.
Tendría que haber una reforma radical del proceso penal de país, tendría
que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales,
provinciales y federales (nosotros hacemos hasta “conference calls”
entre presidiarios…)
Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza
psicosocial profunda en la estructura política del país. O sea: es
imposible. No hay solución.
O Globo: ¿Usted no tiene miedo de morir?
Marcola:
Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en
la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar
matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las
villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo
insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de
la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva “especie”, ya somos
otros bichos, diferentes a ustedes.
La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un
ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados
en una fosa común.
¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal,
ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja…! Yo leo mucho; leí
3.000 libros y leo a Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías
del desarrollo torcido de este país.
No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera
cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más
absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo
Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo
lenguaje. Es eso. Es otra lengua.
Está delante de una especie de post miseria.
La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la
tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda
con chips, con megabytes.
O Globo: ¿Qué cambió en las periferias?
Marcola:
Mangos. Nosotros ahora tenemos. ¿Usted cree que quien tiene 40 millones
de dólares como Beira Mar no manda? Con 40 millones de dólares la
prisión es un hotel, un escritorio… Cuál es la policía que va a quemar
esa mina de oro, ¿entiende? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si
el funcionario vacila, es despedido y “colocado en el microondas”.
Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes.
Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos,
burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra
extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo.
Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38. Nosotros
estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del
humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos
transformaron en “super stars” del crimen. Nosotros los tenemos de
payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria,
por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales,
provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos
“globales”. Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros
“clientes”. Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que
provocamos. (¡MENUDO COMENTARIO WOW!)
O Globo: ¿Pero, qué debemos hacer?
Marcola:
Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a “los
barones del polvo” (cocaína)! Hay diputados, senadores, empresarios, hay
ex presidentes en el medio de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién
va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata?
No tienen dinero ni para comida de los reclutas Estoy leyendo “Sobre
la guerra”, de Klausewitz. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos
hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles
anti-tanque. Si embroman, van a salir unos Stinger. Para acabar con
nosotros… solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya
pensó? ¿Ipanema radiactiva?
O Globo: Pero… ¿No habrá una solución?
Marcola:
Ustedes sólo pueden llegar a algún suceso si desisten de defender la
“normalidad”. No hay más normalidad alguna. Ustedes precisan hacer una
autocrítica de su propia incompetencia. Pero a ser franco, en serio, en
la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros
vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya
trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben
por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema.
Como escribió el divino Dante:
“Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno”.
Uruguay: 562 asentamientos en todo el país
La ONG Un Techo Para Mi País realizó un censo de asentamientos, revelando que, en Uruguay hay 562, concentrados en su mayoría en Montevideo. Hay 61.525 viviendas en los asentamientos, y viven en ellos casi 257.000 personas. La mayoría de los asentamientos se levantó en la década del 90 (32,1%). En los últimos 10 años, se experimentó el menor crecimiento desde la década del 50.
Barrio Boix y merino, las aguas servidas.
Vivir como los cerdos
La ONG Un Techo Para Mi País (UTPMP) relevó los asentamientos irregulares de nuestro país. Según el informe, hay 562 asentamientos en todo el país, de los cuales el 59% se encuentra en Montevideo. En ellos viven 256.958 personas en 61.525 viviendas.La mayoría de las viviendas de los asentamientos están construidas con materiales durables (76,8%), mientras que el 19,4% está construido con materiales como costaneros, madera y chapas.
La mayoría de los asentamientos se levantó en la década del 90 (32,1%). En los últimos 10 años, se experimentó el menor crecimiento desde la década del 50.
Fuente: Montevideo Portal
Las "muertes de segunda"
Bonomi “ajusta cuentas” con jueza
La jueza penal Marcela Vargas afirmó que la investigación para aclarar dos asesinatos cometidos en un mes por un menor fue “a pedal” porque a nivel policial “a los ajustes de cuentas se les da menos importancia”. “Hay muertos de segunda”, afirmó.
Ante ello, el ministro Eduardo Bonomi cuestionó a la jueza al sostener que “un homicidio entre vecinos, familiares, vecinos o trabajadores deja más elementos que los ajustes de cuentas, lo que facilitan el trabajo de investigación”.
Agregó que en los ajustes de cuentas “las víctimas y victimarios trabajan ocultos de la Policía” por lo que “nadie aporta elementos”.
De esta forma criticó a la jueza diciendo: “El que opina eso tiene que tener en cuenta esas diferencias entre los delitos de violencia doméstica, compañeros de trabajo o vecinos que los ajustes de cuentas”.
El ministro también se refirió al informe del relator especial de Naciones Unidas sobre la tortura, Juan Méndez, que calificó de “inhóspitas”, “inhumanas” y con “hacinamiento crítico” la situación de algunas cárceles de adultos y menores y aconsejó el cierre de áreas de castigos por violar los derechos humanos.
Bonomi dijo que “no sorprenden las observaciones del relator”. “Nosotros le transmitimos las debilidades del sistema, sabimoas que iba a haber observaciones”, dijo Bonomi, quien no obstante, remarcó que “no se destacó” que el relator entrevistó a varias personas en diversos horarios y circunstancias y “ninguno de los presos le dijo que había sido torturado antes de ir a la cárcel”.
Las declaraciones fueron hechas tras que Rolando Arbesún asumió ésta mañana la Dirección del Centro de Rehabilitación Punta de Rieles. Es la primera vez en la historia que un civil asume la dirección de un centro de reclusión en el país.
En una ceremonia a la que concurrieron autoridades del Ministerio del Interior y policiales, Arbesún dijo que su asunción se enmarca en una reestructura que tiene prevista el gobierno para el sistema carcelario. Afirmó que se quiere cambiar y superar el deterioro que sufren los centros de reclusión en el país.
Arbesún es licenciado en sicología e integró la gerencia de los hogares del Inau hasta noviembre del año pasado.
Por otro lado, anunció que a futuro se prevé que las cárceles sean un “servicio descentralizado” fuera de su cartera.
Al asistir al recambio de autoridades de la cárcel de Punta de Rieles, Bonomi dijo que las cárceles “van a terminar en un servicio descentralizado” y proyectó esto se dará en una etapa “escalonada”.
El ministro dijo que el primer paso será la “contratación de guardias penitenciarios civiles” y luego seguirá por “retirar la policía de las cárceles en el marco de una reestructura” para luego sacarlas del Ministerio del Interior.
Relator de ONU Juan Mendez “tasa insólitamente alta de encarcelamientos: no habrá nuevas prisiones que alcancen”
Jueves 06 de diciembre de 2012 | 20:26 La República
Juan Méndez
El relator especial de Naciones Unidas sobre tortura y
otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, Juan Méndez,
aseguró que en algunas cárceles del Uruguay “sigue habiendo condiciones
inhumanas”, y recomendó la clausura del módulo de seguridad ubicado en
la planta baja del Centro de Rehabilitación de Mujeres y del sector
“boxes” del COMCAR.Méndez arribó a Uruguay el pasado 2 de diciembre y partirá a Argentina este viernes. Durante su visita, se reunió con autoridades del Poder Ejecutivo, el Parlamento y organizaciones vinculadas a los derechos humanos, además de realizar visitas a diversos establecimientos carcelarios del país.
“Uruguay tiene una de las más altas tasas de prisionalización y que sigue en aumento”, expresó el relator, al tiempo que remarcó su preocupación por la “alta tasa de superpoblación, que, en algunos casos, alcanza el 300%”.
En tal sentido, advirtió que de seguir este ritmo, en los próximos años se llegará a “una insólitamente alta tasa de encarcelación que no puede ser solucionable a través de la construcción de nuevas prisiones y que acarrea imprevisibles consecuencias sociales y culturales para toda la sociedad”.
Recomendaciones
Méndez recomendó clausurar tanto el módulo de seguridad ubicado en la planta baja del Centro de Rehabilitación de Mujeres, como el sector “boxes” del COMCAR, donde las condiciones de reclusión son “totalmente inaceptables”.De todas formas destacó “la voluntad y el esfuerzo” de las autoridades para “mejorar el sistema carcelario”, pero dijo que “no han sido suficientes”.
Por otro lado, dijo que los centros de detención del Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (SIRPA) “están desbordados”.
Luego de su visita a Uruguay, Méndez deberá realiza un informe sobre la situación carcelaria el que será presentado ante el Consejo de Derechos Humanos de ONU en marzo de 2013.
Su antecesor, Manfred Nowak, cuando visitó Uruguay en 2009 también
realizó un informe crítico sobre la situación carcelaria, en especial
por el elevado grado de hacinamiento.
Ver también:
El Muerto |||: La DEA: el peor remedio de Panetta para el Uruguay
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