Por William Yohai
6 de diciembre de 2012
(parte 1)
Concentración de la propiedad y extranjerización de la tierra
Al censo agropecuario 2011 (1) le venimos siguiendo
los pasos de cerca desde hace dos años. Efectivamente: el mismo debió realizarse
en 2010. Estaba la ley votada en 2009 que así lo establecía y designaba fondos
para el trabajo y también estuvo, en su momento, un decreto reglamentario para
viabilizarlo.
Sin embargo, tuvimos que esperar al 5 de
diciembre de 2012 para conocer sus resultados
preliminares.
La tierra es la
principal riqueza de nuestro país
Si alguien ha oído decir eso menos de 100
veces de algún político es señal que no vive aquí. O que no lee diarios, escucha
radios o mira televisión. Ni siquiera va a actos
políticos.
Efectivamente, dicen los economistas que
la riqueza la generan 3 cosas: tierra, capital y
trabajo.
Por lo tanto, MIENTEN
DESCARADAMENTE los gerifaltes fraudeamplistas cuando afirman haber
mejorado la distribución de la riqueza hacia las
mayorías.
La riqueza se está redistribuyendo, eso es
cierto, pero desde los proletarios, asalariados, trabajadores o como se les
llame hacia los dueños del capital.
Y la concentración brutal de la propiedad
de la tierra en estos años o sea, entre 2000 y 2011 es prueba fehaciente de
ello.
La primera gráfica que muestra la
presentación de DIEA es explicativa en sí misma:
La línea verde muestra el tamaño promedio
de las explotaciones, o sea, la superficie agropecuaria total del país (unos
16,2 millones de hectáreas, dividido por el total de explotaciones o
predios).
Desde 1951 (primer censo graficado) hasta
2011 el proceso es marcado. Pero se distinguen por lo menos 3 períodos claros:
entre aquel año y 1966 la evolución no es notable. Entre el
66 y el 80 el mismo se hace perceptible al ojo. Y el tamaño promedio de las
explotaciones alcanza las 120
hectáreas.
Del 80 al 90 hay un salto; el promedio
alcanza las 140 hectáreas.
Los datos desmienten flagrantemente a los
ideólogos fraudeamplistas que afirman que el período de los 90 (liberalizador,
aperturista, concentrador y excluyente según Daniel Olesker, uno de los
principales) es ideológica y económicamente opuesto a la administración del FA.
En aquellos años el fenómeno de la
concentración se detiene.
Pero lo escandaloso viene a partir de
2000: el promedio citado alcanza las 361 hectáreas. Un récord para superar el
cual habría que retroceder en el tiempo, seguramente, mucho más de 100 años.
A nivel internacional no debe ser tampoco
fácil encontrar un país con un territorio casi completamente útil desde el punto
de vista agrícola y pecuario con una tal concentración de la explotación y
propiedad.
Pero, el aumento del tamaño promedio de
las explotaciones es sólo una cara del fenómeno. Su contrapartida es la
disminución de la cantidad de las
mismas.
Hay, en estos años en que los gobernantes
no se cansan de contratar más y más ONG, consultores, y toda clase de personajes
sabios y “eficientes” para afincar al pequeño productor y su familia en el
campo, 12.241 explotaciones menos.
Traducido: más de 12 mil familias han
abandonado el campo o han dejado de ser productoras independientes para
incorporarse a la “población activa”, o sea, al proletariado urbano y rural. Un
fenómeno que Marx describió hace 150 años brillantemente en “la acumulación del
capital”.
La expulsión de productores y propietarios
del campo para incorporarlos a la masa de generadores de plusvalía para el
capital.
Reiteramos, tan notable es el proceso en
sí (la expulsión de pequeños productores o campesinos) como la fenomenal
propaganda del gobierno con las medidas que, supuestamente, se oponen al
mismo.
Merece especial destaque a este respecto
la que corre por cuenta del Ingeniero Andrés Berterreche, Presidente del
Instituto Nacional de Colonización. Quien un día sí y el otro también
propagandea los grandes logros del Instituto en materia de afincamiento de
trabajadores rurales en sus predios arrendados. Achica el bote con una cuchara,
pero el mismo se llena por un boquete
grande.
Aquí cabe, claro, una precisión
imprescindible: la evolución del proceso global, el que vemos desde los años 50
tiene dos períodos de aceleración: entre 1980 y 1990 y entre 2000 y 2011. Ambos
coinciden con las grandes crisis económicas y financieras de las últimas
décadas. Es indudable que los procesos de endeudamiento vinculados a políticas
de atraso cambiario, aceleración de las importaciones, destrucción de la
industria nacional y el resto de un esquema económico archiconocido para nuestro
pueblo, que genera períodos de auge sucedidos por brutales caídas, tienen mucho
que ver con esas aceleraciones en el curso concentrador de tierras y
riquezas.
Los números de venta de campos,
concentración de la producción de los nuevos grandes rubros productivos (soja,
forestación) confirman, no obstante, que la concentración fue acelerada por la
política llevada a cabo por el Fraude
Amplio.
Las tendencias que vinieron de afuera,
motorizadas por la valorización de los commodities agropecuarios y la
sobreabundancia de capital generada por las políticas
bancocentralistas de Estados Unidos y la Eurozona fueron reforzadas por los dos
últimos gobiernos.
No sólo no hubo (a pesar del mucho cacareo
al respecto) medidas para contraponerse al fenómeno; se favoreció éste en forma
explícita. Bastan al efecto repasar las constataciones (yo las llamaría
confesiones) del Ministro Aguerre en la última exposición rural del Prado acerca
de las decenas de millones de dólares en subsidios otorgados a las grandes
empresas del agronegocio para construir
silos.
O las masivas licencias otorgadas a éstas
para producir, importar y distribuir más y más nuevas semillas transgénicas.
Además del otorgamiento a tales productos de los más altos niveles de protección
a la propiedad intelectual.
Todo esto de acuerdo a los más clásicos
dictados de los organismos multilaterales de crédito y el imperialismo.
Pero el cuadro muestra también un índice
de la pérdida de calidad del país en general, y en particular de su sistema
estadístico. En los 60 los censos agropecuarios se realizaban cada 5 años.
Ahora, ya no sólo este lapso se alargó hasta los 10. Por pura incapacidad o por
solapada voluntad política el gobierno Mujica no hizo el censo como (de acuerdo
a la nueva y más baja meta de calidad) correspondía; en 2010. Lo hizo en 2011.
En una época en que hay más caminos, más electrificación rural, en que los
satélites sobrevuelan y es posible ver imágenes con pocos meses de atraso de
toda el área del planeta desde cualquier computador conectado a Internet, en que
los procesos de cómputo se han simplificado, abaratado y acelerado miles de
veces, no se pudo hacer el censo en 2010.
Un censo en 2005 o 2006, nada caro,
exagerado o fuera de proporciones, hubiera alertado sobre las tendencias que se
estaban dando. No es que no hubiera señales al respecto. La iniciativa de DIEA
de recoger y publicar las compraventas y arrendamientos de campos ya venían
dando indicios. Pero sólo un censo general puede evidenciar objetiva y
cuantitativamente, en particular, el fenómeno de la concentración de la
propiedad de la tierra. Obviamente, no hubo voluntad política.
El segundo cuadro muestra el tamaño de las
explotaciones y sus números:
Y la
lectura abajo del mismo no puede ser más clara: las que
disminuyen, casi en su totalidad, son las
explotaciones menores a 99 hectáreas. Más aún, la
concentración se da en las menores a 19 hectáreas. Tamaños antieconómicos para
la explotación ganadera pero de
magnitud razonable (por lo menos en el tramo más grande) para la actividad
hortícola. ¿una buena explicación para parte de la inflación que al superior
gobierno tanto le cuesta controlar? Si hay miles de productores hortícolas menos
¿es tan traído de los pelos pensar que ambas cosas están relacionadas?
Como no podia ser de otra forma, crece el
número de predios de más de 1000 hectáreas. El pez grande se come al chico. Pura
ley de la selva neoliberal que alaban los responsables de la política económica,
por más que los políticos del gobierno se rasguen de vez en cuando las
vestiduras sobre el asunto.
El tercer cuadro que exponemos no compara
2011 con sus precedentes. Nos da una medida de la concentración. Basta leer las
conclusiones al pie de la tabla. De otra forma 4.138 predios concentran casi 10
millones de hectáreas.
Otra vez, hay que retroceder mucho en la
historia para llegar a niveles similares de concentración de la riqueza.
Agravado el fenómeno por el aceleradísimo incremento del precio de la tierra:
desde 2000 a 2011 ésta se apreció casi 10 veces en dólares
corrientes.
Los “dueños del Uruguay” no sólo tienen
mucha más tierra. Ésta vale mucho más. No es extraño, entonces, que la
participación de los salarios en el PBI sea notoriamente inferior a los niveles
de fines de los 90. O sea, antes de la crisis.
En los años 60 desde la izquierda
reclamábamos una reforma agraria. Entendíamos que el país estaba dominado por
una oligarquía terrateniente, industrial y banquera cuyo poder era necesario
destruir para lograr la justicia social y un nivel de vida decente para todos.
La llamábamos “La Rosca”. El programa del Frente Amplio fundacional, de
la CNT, del MLN y de tantas otras organizaciones políticas y sociales así lo
establecían.
Y resulta que, comparada con la de aquella
época, la estructura de la propiedad agraria era mucho más progresiva que
hoy.
Los terratenientes tenían mucho menos
tierra y ésta valía, comparativamente, mucho
menos.
La
reivindicación de la reforma agraria es, por tanto, mucho más pertinente hoy que
ayer.
Los resultados publicados del censo 2011
son los preliminares. Falta, por lo tanto mucho para conocer públicamente.
Dentro de los resultados preliminares no
hemos abarcado en este trabajo más que una parte. Trataremos de terminar
pronto dicho
análisis.
(parte 2)
Más concentración y extranjerización=Contra reforma agraria
En la parte 1 del presente trabajo, que se
puede leer completa en www.resonandoenfenix.blogspot. com, cometimos un par de
errores. Los mismos surgen de una lectura equivocada de la primera gráfica que
mostraba el trabajo. Transcribimos a continuación el párrafo y los errores,
corregidos, en rojo:
“Desde 1951 (primer censo graficado)
hasta 2011 el proceso es marcado. Pero se distinguen por lo menos 3 períodos
claros: entre aquel año y 1966 la evolución no es notable.
Entre el 66 y el 80 el mismo se hace perceptible al ojo. Y el tamaño
promedio de las explotaciones alcanza las 120 hectáreas.(en realidad debe decir 240
hectáreas)
Del 80 al 90 hay un salto; el promedio
alcanza las 140 hectáreas. (280
hectáreas)
Los datos desmienten flagrantemente a
los ideólogos fraudeamplistas que afirman que el período de los 90
(liberalizador, aperturista, concentrador y excluyente según Daniel Olesker, uno
de los principales) es ideológica y económicamente opuesto a la administración
del FA.
En aquellos años el fenómeno de la
concentración se detiene.”
Los errores son resultado de no haber
notado que los números que constan a la izquierda de la gráfica corresponden al
número de hectáreas dividido por dos.
Es claro que dichos errores en nada
modifican las conclusiones del
trabajo.
Constatamos asimismo que los predios del
INC (Instituto Nacional de Colonización) están incluidos en el relevamiento
censal.
Lo cual demuestra el nulo impacto de la
acción de aquel instituto y de su Presidente sobre la concentración de la
propiedad de la tierra en el país.
Después de publicado nuestro trabajo
surgieron algunas reacciones a nivel político.(1)
“Dirigentes del Movimiento de Participación Particular
(MPP) consideraron como “tímido” el Impuesto a la Concentración de Inmuebles
Rurales (ICIR) o impuesto a la tierra, y reivindicaron la reforma agraria, una
de sus históricas proclamas.Desde el MPP son contrarios a la opinión del vicepresidente Danilo Astori y del ministro de Economía, Fernando Lorenzo, y consideran al ICIR como un "tímido intento" por frenar la concentración de campos en pocos propietarios.
"Si no le pones el cuchillo en el cogote no la vas a poder sacar la tierra", dijo a El País el dirigente tupamaro Julio Marenales. "El impuesto a la tierra es una limosna. Es un impuesto chico, pero levantó mucho polvo", agregó.
"Todo el mundo sabe lo que pensamos respecto a la tierra en el MPP, hay que poner costos a los tamaños de la tierra porque todos dependemos de ellos, es tan valiosa como el agua, es la riqueza que tenemos", acotó el dirigente.
Por su parte, el diputado Álvaro Vega dijo a ese matutino que se deben tomar “medidas profundas" y manejó la posibilidad de una reforma agraria. "Me parece que tenemos que poner un tope a las exportaciones y hacer un camino de expropiación lenta, pero expropiación al final", puntualizó.
"A pesar de la preocupación dejamos operar las leyes del capitalismo. El ICIR es un tímido intento por hacer algo, pero no es un camino para evitar la concentración. Es un tema nacional, arbitrar soluciones para el futuro, hay que hablar de reforma agraria", agregó.
Otro representante del MPP, Mario Perrachón, indicó que el ICIR es "una tímida medida para tratar de no concentrar la tierra".
Como no podría ser de otra forma, desde el mismísimo ministerio, cuyo titular fue designado como es de estilo por el Presidente de la República y cuenta con su apoyo incondicional, se responde(2):
“El ministro explicó que de los 12.000 productores menos que arrojó el censo agropecuario, 9.000 eran dueños de tierras de entre 1 y 19 hectáreas. A su vez, 7.000 (de esos 9.000) eran productores ganaderos. Según el ministro, la ganadería más eficiente para una persona con una media de nueve hectáreas tiene un ingreso anual de apenas US$ 2.000.
"Muchas veces tenemos la visión urbana que queremos tener una población rural. Ahora cuidado, yo no quiero tener a un productor sentado arriba de una cabeza de vaca tomando mate, ordeñando cinco vacas o criando 14 terneros en una economía de subsistencia", sentenció el ministro.
Según Aguerre, Uruguay ha tenido "históricamente una distribución de la tierra con una concentración muy grande". El fenómeno está acompañado de "un proceso de disminución de la población rural, que no es diferente al del resto del mundo, donde normalmente la gente cuando no tiene las condiciones se va a la ciudad", indicó.
Para el ministro, "el Frente Amplio tiene un escaso conocimiento de la agropecuaria" y las preocupaciones de la Mesa Política en el interior "no responden a los verdaderos problemas que hay hoy en el país".
En declaraciones que hizo a la prensa el pasado miércoles, Aguerre señaló que "no está planteado en este momento en el contexto del gobierno discutir la reforma agraria y mucho menos debatirla simplemente con una enunciación y sin la formulación de un contenido".
"Estamos promoviendo la inversión extranjera, donde estamos haciendo exoneraciones impositivas a la inversión, se trata igual la inversión extranjera que la nacional. Los temas de concentración no los queremos medir en el número de hectáreas por productor, nos parece que hay otras valoraciones".
En el mismo sentido, opinó que el programa de gobierno del Frente Amplio tiene "un fuerte compromiso de fortalecer el trabajo de Colonización y pasa por apoyar la agricultura familiar, cosa que estamos haciendo", concluyó Aguerre.
Clarito: como para que nadie se llame a
engaño: “Acá no se toca nada” se resume la afirmación del ministro. Y si
cayeron pequeños productores, así debe ser. Porque así lo mandó el
mercado.
En otras declaraciones que no vale la pena
citar, el exministro Agazzi respondió también con toda claridad descartando
cualquier posibilidad de reforma
agraria.
Como ya lo afirmamos antes: SRES. GRANDES
TERRATENIENTES: NO TIENEN NADA QUE TEMER DE ESTE GOBIERNO. Ninguno será, con
seguridad, capaz de defender vuestros intereses como
él.
Volviendo al tema del trabajo: el Censo
Agropecuario, nos quedan un par de cuadros por
comentar.De este último cuadro nos llama poderosamente la atención que desmiente claramente las afirmaciones del ministro. En efecto, de los 12.241 predios que desaparecen 7.500 (aproximadamente) son ganaderos. Pero de ellos, sólo 2.944 están en la franja de 1 a 19 hectáreas. O, como afirma el ministro, tienen un tamaño promedio de 9 hectáreas. El resto está formado por 2.300 predios de 20 a 99 hectáreas, 1400 entre 100 y 499 hectáreas y 835 por encima de las 500 hectáreas.
Llama la atención el grueso error del
ministro. Por supuesto, tampoco es compartible su opinión acerca de que los
predios ganaderos de menos de 19 hectáreas deban desaparecer. Forma parte de una
concepción que sólo admite la propiedad y explotación de la tierra por
capitalistas de mediano o gran porte.
Pero además, el ministro se saltea otro
punto central: en el rubro “otros” también hay una disminución marcada en el
número de predios. Y acá los datos publicados nos dejan una gran duda: Según el
cuadro que exponemos en primer lugar y que describe la producción por grandes
rubros “otros” incluye: “aves, cerdos, equinos y otros animales además de
semilleros, viveros, plantines, serv. Agrop. y
agroturismo”.
Sin embargo, en el segundo cuadro vemos
que no figura, en la lista de predios cuya cantidad varía, el sector
hortofrutícola-vinícola, que en el cuadro que describía la totalidad de predios
censados en 2011 sumaba 4.292 predios.
¿Será que estos predios no sufrieron
modificaciones en su cantidad total?
Nos inclinamos por pensar que hay un error
en la presentación de los datos del censo.
Lo que sí es de destacar del cuadro que
reproducimos supra es la disminución de más de 3.700 predios en el rubro
“otros”, que dado lo anterior, no sabemos si corresponde al conjunto “aves,
cerdos, etc.” o al rubro hortofrutícola o a
ambos.
La otra cosa a destacar es el área que
ocupan los predios cuya “principal fuente de ingreso”, tal cual reza la
nomenclatura oficial es la forestación. Más de 1.265.000 hectáreas, un 7,8% de
la superficie agropecuaria total. Acá cabe una aclaración: por un lado esta
cantidad podría sobreestimar el área real forestada; en efecto, un predio puede
tener la forestación como fuente de ingreso y al mismo tiempo estar forestado
sólo en parte.
Por otro lado surge la posibilidad de
subestimar el área forestada: muchos predios tienen partes importantes de su
área forestada pero la forestación no es su principal fuente
de ingreso. Compensando ambos efectos es razonable pensar que la forestación,
contrario a lo que afirman los voceros oficiales y sectoriales que “cantan”
menos de 1 millón de hectáreas, ocupa, en efecto 1.265.000 hectáreas o más.
El último cuadro que nos parece vale la
pena comentar aquí refiere a nacionalidad y forma jurídica de la
propiedad:
De este cuadro surge con claridad que, de
acuerdo al área censada los propietarios de nacionalidad claramente uruguaya han
pasado de tener el 90% de la superficie a tener apenas el 54%. Y esta variación
se da en beneficio de “personas jurídicas, dependencias del estado y otras”.
En términos absolutos hablamos de 7 millones de hectáreas que han pasado al
limbo de la propiedad por parte de sociedades
anónimas.
Es imposible conocer, con estos datos
cuánta de esa tierra está en manos extranjeras. Sería perfectamente posible,
cruzando los datos del censo con los que obtiene DIEA de su trabajo sobre la
información registral tener indicios sobre este tema. Por lo menos la
nacionalidad de los directores que figuran como adquirientes sería
orientadora.
Obviamente tal información, o por lo menos
su conocimiento público, no son de interés para las
autoridades.
En suma: CONCENTRACIÓN Y EXTRANJERIZACIÓN
son las dos claves que rigen el proceso seguido por la tenencia y propiedad de
la tierra en el país en estos últimos 11
años.
Hechos que obedecen, no cabe duda, a
factores que responden a la evolución de la economía
mundial.
Abundancia de capital en busca de
colocación rentable, fruto de las bajas tasas de interés que rigen en los países
centrales y que necesariamente inciden en las locales y al aumento relativo del
precio de los productos agropecuarios debido a que casi con seguridad estamos
llegando a los límites físicos que el aumento de la población del planeta y del
consumo de grandes masas de la población,
imponen.
Pero para que este proceso haya tenido
lugar también ha sido necesaria la colaboración de las autoridades
locales.
La baja tributación del sector en su
conjunto y en especial la que se origina en propiedad de la tierra, las
garantías de todo tipo ofrecidas a la inversión extranjera, por encima aún de la
que disfrutan los capitalistas nacionales, de la mano del denso tejido de
tratados de protección de inversiones y de libre comercio firmados por los
últimos y también por los anteriores gobiernos y una filosofía en general
favorable al capital han sido los factores clave en el desarrollo del fenómeno a
nivel local.
Para terminar, resta destacar que, también
contrario a lo que se afirma explícita o subliminalmente cuando se habla del
sector agropecuario: EL CRECIMIENTO DE LA PRODUCCIÓN ES MÍNIMO. a una tasa
apenas superior al 1% anual en los últimos 10
años.
Y eso que desde el punto de vista
productivo se han procesado algunos cambios relevantes. Todos ellos utilizando
tecnologías importadas. Cabe destacar en particular la siembra directa, paquete
que combina máquinas de diseño relativamente novedoso (su uso comienza en el
mundo hace no menos de 30 años pero aquí se generaliza los últimos 10) y el uso
del herbicida glifosato.
Estamos ante un proceso de transformación
cuyos únicos beneficiarios son grandes propietarios de tierra, algunos (también
grandes) productores arrendatarios y un grupo de empresas del agro negocio
trasnacional.
Todo ello en detrimento del medio ambiente
y del conjunto de la economía
nacional.
Hasta aquí parte de esa riqueza resultado,
no de la mayor producción, sino de los mayores precios internacionales, ha
derramado en parte sobre el resto de la economía.
Es muy probable que ese derrame se esté
terminando.
Deberíamos, todos aquellos que nos
denominamos “de izquierda”, releer (o leer por primera vez) el “plan de lucha
por la tierra y contra la pobreza” de Raúl Sendic
Antonaccio.
El mismo está disponible en www.resonandoenfenix.blogspot. com
Ver además:
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