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Récord de suicidio masculino en 2019
La tasa de suicidio masculino batió un récord en 2019 y las cifras “inquietan”
El Pais (Uruguay)10 Jul 2020
TOMER URWICZ
▃▃
Cada 15 horas, un hombre se quitó la vida en Uruguay. La cifra supera el
registro de la crisis del año 2002 y supone un nuevo récord en la tasa
de suicidio masculino.
Según el sociólogo
Pablo Hein, “es un error asociar de manera lineal el aumento de
suicidios a una coyuntura económica” y los uruguayos se están
“acostumbrando a un aumento inquietante” de la mortalidad por
autoeliminación.
Amor de mi vida: Hoy es
el peor día que me ha tocado vivir. Nada me había golpeado tanto como
que ya no podamos estar juntos. Definitivamente lo que voy a hacer está
muy mal, lo sé, eso lo entiendo, pero es lo que necesito”.
Los
hombres no lloran, mucho menos expresan sus sentimientos. En una nota
de más de una carilla, unos minutos antes de morir, un joven uruguayo de
22 años tiró por la borda todo prejuicio. Pero, para entonces, era
demasiado tarde.
Algo pasa con los
uruguayos —algo que ni los entendidos logran desentrañar del todo— que
el suicidio ocurre con mayor frecuencia que en el resto de América. Y
algo ocurre, en particular, con los varones uruguayos. El año pasado
hubo un récord de tasa de suicidios masculinos: 33,7 autoeliminaciones
cada 100.000 hombres.
Ni la crisis de 2002
—el paradigma del suicidio contemporáneo— registra una cifra tan
elevada. Pero el error, dice el sociólogo Pablo Hein, es asociar “de
manera lineal el aumento de suicidios a una coyuntura económica”.
Porque
las Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud evidencian que, desde
hace un lustro, los suicidios consumados en el país promedian dos o más
por día.
“Por como soy, no voy a poder
verte jamás con otro hombre, sabés que siempre me dolió saber de tu
relaciones con otras personas aunque las escuchara sin problemas y de
verdad no quiero algún día cruzarte en la calle y que estés tomada de la
mano con alguien más que no soy yo”.
En
su despedida, el joven de 22 años evidenciaba, sin proponérselo, el
motivo por el que en Uruguay los hombres se suicidaron el año pasado
cuatro veces más que las mujeres (574 a 149). “Es peor perder una novia
que un novio, porque se pone en juego el ideal de macho”, explica Hein.
“Las mujeres tienen más condicionantes para consumar el suicidio: piden
más ayuda, son más solidarias las unas con las otras, sienten mayor
responsabilidad por su familia…”.
Pero,
otra vez, el sociólogo que integra por la Universidad de la República el
grupo de Comprensión y Prevención de la Conducta Suicida, prefiere ver
el fenómeno global: “en Uruguay nos hemos (mal) acostumbrados a que,
cada unos diez años, aumentan los suicidios de a centenas: en los años
90 eran los 500, a principios de los 2000 eran los 600, y ahora están
siendo los 700”.
La pandemia por COVID-19 marca un interrogante en cómo seguirá la tendencia. En el mundo, según la Organización Mundial
de
la Salud, se han incrementado los suicidios consumados. En Uruguay, los
datos preliminares del Ministerio del Interior muestran una baja al
comienzo y una subida luego.
Hein explica
que, con el correr de los años, en Uruguay se mantienen algunas lógicas.
Una de las más “inquietantes”, dice, es que los departamentos del este
(Rocha, Maldonado, Lavalleja)
“Un problema que tiene Uruguay es la psiquiatrización del suicidio”, dice Hein.
tienen tasas de suicidio por encima de la media.
Según
Hein, “un problema de Uruguay es la psiquiatrización del suicidio: se
piensa que alcanza con las instituciones sanitarias para solucionarlo
todo, y la prueba está que en el País Vasco y en Galicia han podido
bajar sus tasas hablando del tema, incorporándolo en la educación”.
Porque, según el sociólogo, “los suicidas no son todos locos. Hay
momentos en que acontece una interrogante y no todos resolvemos igual
esas interrogantes”.
Como redactó en su
carta el joven, citado en una investigación de Víctor Hugo González y
Jimena Pandolfi, “sentía que perdía autocontrol y no solo me pasaba
conmigo sino que con todo lo que me rodeaba”.
Especialista dice que el dato era “previsible” y llama a diseñar una política de largo plazo para abordar el tema.
El Ministerio de Salud Pública actualizó este jueves la cifra
de la tasa de suicidios por cada 100.000 habitantes en Uruguay, que
volvió a alcanzar el mismo nivel que en 2016: 20,5 suicidios por cada
100.000 habitantes. Se trata del número registrado más alto desde 2002
(20,6), pero el dato era “previsible”.
Como todos los años, la tendencia al suicidio es mucho más alta en hombres que en mujeres. Mientras que en ellas la tendencia es aún menor que en 2018 –pasó de 9,1 a 8,2 por cada 100.000 habitantes–, en los varones ascendió al nivel más alto de los últimos 19 años hasta alcanzar 33,7, una décima por encima del valor de 2002.
La cifra responde a unos 723 casos, de los cuales sólo 149 son mujeres, explica Pablo Hein, del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Udelar), que sostiene que lo sorprendente no son los datos actuales, sino la inacción que hay respecto del tema: “Hace tiempo que nos tendríamos que haber alarmado sobre esta situación, y era previsible que no iba a haber una baja; es seguir confirmando que es un tema importante y que estamos prestándole poca atención”.
El sociólogo, que integra el grupo de Prevención de Conductas Suicidas de la Udelar, incluso consideró que 2019 ha sido “otro año perdido” al respecto, porque ahora es necesario planificar estrategias de prevención para el fin del quinquenio. Incluso advierte que las cifras del Ministerio de Salud Pública adolecen un subregistro de alrededor de 4%.
Una de las claves, advierte, es “preparar a las personas desde pequeñas” con un “currículum emocional” para afrontar la vida y los desafíos e interrogantes que nos plantea: económicos, culturales, sociales y políticos. “La vida implica desafíos y emociones que nos mueven y mucha gente toma esa resolución; si nos educaran y nos mostraran que la vida también supone vivir altibajos, de alguna manera se soportaría mejor”, explicó.
En cambio, la mujer tiene “barreras culturales y emocionales bastante más amplias que el hombre, y sus compañeras de género son bastante más solidarias y generosas a la hora de escuchar”.
Según dijo, “las mujeres intentan más el suicidio pero lo consuman menos, mientras que el hombre intenta bastante menos pero lo consuma más. En los intentos la mujer predomina por siete a tres, y en los consumados se da vuelta exactamente la proporción”. Además, Hein observó que en las líneas de ayuda predominan las llamadas hechas por mujeres.
En este problema, Hein asegura que las expectativas juegan un rol clave: “Esperamos mucho de la gente, cuando en realidad lo que hay que esperar es que la gente viva como quiera, como pueda y ayudándonos entre todos, con menos exigencias en todos los planos”.
Como todos los años, la tendencia al suicidio es mucho más alta en hombres que en mujeres. Mientras que en ellas la tendencia es aún menor que en 2018 –pasó de 9,1 a 8,2 por cada 100.000 habitantes–, en los varones ascendió al nivel más alto de los últimos 19 años hasta alcanzar 33,7, una décima por encima del valor de 2002.
La cifra responde a unos 723 casos, de los cuales sólo 149 son mujeres, explica Pablo Hein, del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Udelar), que sostiene que lo sorprendente no son los datos actuales, sino la inacción que hay respecto del tema: “Hace tiempo que nos tendríamos que haber alarmado sobre esta situación, y era previsible que no iba a haber una baja; es seguir confirmando que es un tema importante y que estamos prestándole poca atención”.
El sociólogo, que integra el grupo de Prevención de Conductas Suicidas de la Udelar, incluso consideró que 2019 ha sido “otro año perdido” al respecto, porque ahora es necesario planificar estrategias de prevención para el fin del quinquenio. Incluso advierte que las cifras del Ministerio de Salud Pública adolecen un subregistro de alrededor de 4%.
“En los intentos la mujer predomina por siete a tres, y en los consumados se da vuelta exactamente la proporción”.Si bien Hein asegura que el suicidio es un tema “muy viejo” y que “hubo, hay y habrá” autoeliminación en la historia de la humanidad, también nota que en otros países se está logrando revertir una tendencia, con políticas de muy largo plazo, que tratan de abordar el tema a través de una “mirada amplia desde la participación y no desde el discurso”, algo que no se hace en Uruguay.
Una de las claves, advierte, es “preparar a las personas desde pequeñas” con un “currículum emocional” para afrontar la vida y los desafíos e interrogantes que nos plantea: económicos, culturales, sociales y políticos. “La vida implica desafíos y emociones que nos mueven y mucha gente toma esa resolución; si nos educaran y nos mostraran que la vida también supone vivir altibajos, de alguna manera se soportaría mejor”, explicó.
Por género
Los datos arrojan un crecimiento en la franja de entre 30 y 40 años, además del ya mencionado incremento de esta conducta en los hombres. Para el sociólogo, la mayor tendencia a los suicidios en los hombres no es llamativa: “Los hombres somos menos condescendientes con nuestros compañeros de sexo; juzgamos más a los hombres, se espera más de ellos y se los perdona menos, y todo esto principalmente por parte de los otros hombres. El hombre se exige más, exige más a sus hijos, pasa por la cosa patriarcal, el ‘dominante’ en términos económicos y culturales”. Incluso, sostuvo, el hombre “soporta menos el divorcio que la mujer”.En cambio, la mujer tiene “barreras culturales y emocionales bastante más amplias que el hombre, y sus compañeras de género son bastante más solidarias y generosas a la hora de escuchar”.
Según dijo, “las mujeres intentan más el suicidio pero lo consuman menos, mientras que el hombre intenta bastante menos pero lo consuma más. En los intentos la mujer predomina por siete a tres, y en los consumados se da vuelta exactamente la proporción”. Además, Hein observó que en las líneas de ayuda predominan las llamadas hechas por mujeres.
“Si nos educaran y nos mostraran que la vida también supone vivir altibajos, de alguna manera se soportaría mejor”.
Expectativas
Para el sociológo, el problema es que como sociedad “no sabemos manejar las emociones”: “Situaciones como quedarse sin empleo o una desilusión conyugal implica manejar las emociones, que los uruguayos solemos manejar psiquiatrizándolas: vamos al psiquiatra y si nos empastilla, mejor. No quiero decir que la gente no vaya al psicólogo o al psiquiatra, pero esa no debe ser la única óptica”.En este problema, Hein asegura que las expectativas juegan un rol clave: “Esperamos mucho de la gente, cuando en realidad lo que hay que esperar es que la gente viva como quiera, como pueda y ayudándonos entre todos, con menos exigencias en todos los planos”.
Ayudas
La Administración de los Servicios de Salud del Estado
dispone de dos líneas telefónicas para asistir a personas que se sientan
deprimidas o que estén pensando en autoeliminarse. La “línea de vida”,
el 0800 0767 o *0767, fue lanzada en 2018 como un servicio telefónico de
carácter nacional con el objetivo de prevenir suicidios y es atendida
por profesionales todos los días del año, durante las 24 horas del día.
En tanto, durante la pandemia se creó la línea de Apoyo Emocional 0800
1920, para apoyar a personas deprimidas o con ansiedad, que también
funciona las 24 horas y es atendida por psicólogos.
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