¿Una guía programática?
Autor: William Yohai
17 de marzo de 2013“Muy sencillo.
Podemos coincidir en el papel de los Amos del Mundo, su dominio criminal y su saqueo ambiental sistemático, se puede anhelar un futuro socialista, pero se difiere en un punto central: en qué etapa estamos, cuáles son las tareas del momento, cuáles son las fuerzas motrices que pueden y deben impulsar los cambios revolucionarios, cuáles son las vías de avance.
Estamos convencidos que en la etapa actual, las
tareas de la hora son de liberación nacional, o sea, sacudir la coyunda de
las trasnacionales, rescatar nuestro rico patrimonio ambiental y cultural
y crear condiciones para una nueva soberanía estatal y el uso de la tierra
fértil como recurso de inclusión social.
Esto no agota, por cierto, las tareas de liberación nacional, pero son una etapa inevitable.
Esto no agota, por cierto, las tareas de liberación nacional, pero son una etapa inevitable.
En función de este programa mínimo, la posibilidad de
alianzas es muy amplia. No podemos regalar
nada.
Hasta el campo de la religiosidad popular para
a ser terreno de la lucha de clases entre los manipuladores
del poder y los mensajes realmente emancipadores en
ropaje religioso o místico.
En este plano, no podemos permitir a la
burguesía entreguista que levante banderas de los héroes
del pasado, porque esas banderas ya no le
pertenecen. En la medida que el dictado imperialista y de las trasnacionales los
impulsan a la extrema derecha neoliberal, pierden banderas que debemos recoger
para las fases de tránsito.”
Así afirma el compañero Gonzalo Abella
(cariñosamente nuestro “Presidente Gonzalo”) en medio de la polémica acerca de
Aparicio Saravia.
Reivindicar a Aparicio por parte de la izquierda radical
no es nuevo. Recuerdo el año 1970 cuando el MLN entró en esa onda. Alguien me
dijo que se llegó a cofinanciar “El Debate”. Y surgió de allí el renacimiento de
la consigna “Habrá Patria Para Todos o no Habrá Patria Para Nadie”.
Consigna absolutamente radical que poco tiene que ver
con las ideas de liberación nacional y revolución por etapas que ahora parece
levantar GA.
De las ideas que insinúa GA surge una especie de
renacimiento de un programa antiimperialista y de liberación nacional. Nac.
& Pop le dicen algo despectivamente en la vecina
orilla.
El “pequeño” problema es que GA se saltea definir cuales
son los aspirantes a aliados de la clase obrera objetivo de esta política.
En un trabajo anterior “El enriquecimiento
de los terratenientes…” definí con información proveniente de
estadísticas públicas los fríos datos de la realidad: los terratenientes
mayores de 200 hectáreas (ciertamente un propietario de 250, 300 o 500 hectáreas
para nada es un latifundista) se enriquecieron en 60.000 millones de dólares en
los últimos 10 años. Discriminé allí claramente que el aumento
patrimonial de dicho sector no había sido parejo. Por supuesto los latifundistas
extranjeros, pero también nacionales, se han enriquecido mucho más que los
terratenientes menores. Sin embargo, un propietario de 200 hectáreas (dejemos de
lado los que poseen esa extensión de tierras en lugares de menor productividad,
como puede ser, precisamente la zona de
Cerro Chato-Valentines y tantas otras
del país) posee hoy un capital
no menor a 800 mil dólares. Ese capital está originado en no menos de un 80% en
el proceso de aumento de precio del recurso
tierra (la tierra, como seguramente sabe GA,
no tiene valor, ya que no es producto
del trabajo humano) que ha
tenido lugar los últimos años.
Ese proceso de enriquecimiento de la casta terrateniente
tiene 4 orígenes: Dos son de origen
mundial; el aumento del precio
de los commodities agropecarios y las bajas tasas de interés prevalecientes en
los mercados internacionales de capital. Dos son de origen nacional: la
desgravación casi total que experimenta la propiedad de la tierra en el país y
la absoluta carencia de impedimentos para que los extranjeros compren
tierra.
Más allá de alguna cháchara chovinista
barata que se escucha ocasionalmente a
algún referente de la Federación Rural, todos los terratenientes son concientes
de que el precio de su tierra está fuertemente ligado a los factores arriba
mencionados. Especialmente a los dos que dependen de la política nacional: los
bajos impuestos y la liberalidad en el comercio de tierras.
No hay por tanto razones objetivas para que los
terratenientes estén en contra de una política económica que les permite
apropiarse sin cortapisa alguna de la renta de la tierra que tanto ha crecido
los últimos tiempos.
La RENTA
DE LA TIERRA: concepto sin el cual no se puede
entender en absoluto lo que está pasando. Porque, precisamente es el monto de
ésta el determinante del precio
del recurso en el
mercado.
¿porqué comenzamos esta discusión con el tema de la
tierra?
Porque sin que GA lo explicite queda claro que la
reivindicación de Aparicio tiene que ver con una definición de algún grupo de
terratenientes como aliados en
la lucha revolucionaria.
Si definimos la actual política
del FA
como proimperialista (y en eso
estoy seguro que coincidimos con GA) tenemos que aceptar que desde la óptica de
los terratenientes esta política es altamente beneficiosa. Y esto incluye a
todos los terratenientes perceptores de renta. O sea
los que poseen alguna superficie explotable en forma, precisamente,
“rentable”.
Definir el límite en el cual un campo pasa a ser
“rentable”, o sea a generar renta es tarea compleja. 100 hectáreas en Cololó o
Tarariras son, por ejemplo, ampliamente rentables. En efecto su renta hoy no
baja de los 400 dólares anuales por hectárea. En zonas pastoriles de difícil
acceso es posible dicho límite no baje de 300 o 400
hectáreas.
Todo esto tiene un correlato programático: ¿coinciden
los intereses de los terratenientes con los de los
proletarios?
El programa de la “unidad de la izquierda” (de la cual
en estos días se acaban de separar algunos sectores, por diferencias
metodológicas cuyo trasfondo sospecho tiene mucho que ver con lo que estamos
planteando) dice sobre la tierra: “3) Reforma Agraria y
expropiación de los latifundios nacionales y extranjeros Prohibición de
Sociedades anónimas de tierras. Eliminación de beneficios impositivos a
actividades forestales, mineras y
sojeras”.
Y ya el 30 de diciembre de 2012 lo comentamos
así:
“
Más allá de
coincidir esencialmente con la propuesta es claro que este punto necesita
desarrollo. Hasta donde yo se la plantación de soja y de árboles con destino a
la producción de celulosa ya no cuentan con beneficios impositivos. Sobre la
“expropiación de los latifundios…” me parece necesario hacer alguna clase de
precisión. Primeramente, la expropiación puede ser con o sin pago. Para
expropiar sin pagar es necesaria una reforma constitucional. Si se paga se puede
explicitar dicho pago con títulos de deuda pública en moneda nacional no
reajustable, por ejemplo. En segundo lugar se debería establecer alguna
definición, aunque sea tentativa del término “latifundio”. Esto es necesario
porque ya tenemos latifundios de más de 100.000 hectáreas.
Pero; un campo de 2.000 ¿es un
latifundio?
La vía impositiva
(IMPROME) es una posibilidad que si bien suena “reformista” puede ser muy
radical. Todo depende de las tasas de imposición que se fijen de acuerdo a los
montos imponibles. He escrito bastante sobre el tema. Y se puede hacer dentro de
la actual Constitución. Además, el IMPROME permite recaudar dinero. Y mucho. Con
lo cual se consiguen fondos para financiar la segunda pata (que también debe
estar planteada en el programa) que es la distribución de tierras. Y también
permite financiar el fomento a la población de la campaña con infraestructuras,
salud, educación, diversión, etc.
No me parece que
tenga mucho en este punto la referencia al sector minero
(está más adelante).”
La actual insistencia de GA en reivindicar
a Aparicio, unido a algunos signos que emanan de la retórica que predomina en
“La Juventud” me llevan a pensar que se gesta un intento de alianza de la
Asamblea Popular con sectores
terratenientes.
La historia indica que la casta
terrateniente cobra caro su aporte a los partidos políticos. Aún recuerdo mis
primeros choques con el MPP cuando propuse dos tímidas medidas en 2003: eliminar
las desgravaciones a los impuestos de primaria y del patrimonio que tenían los
terratenientes.
A poco comprendí que Mujica y su entorno
ya habían sellado una alianza con los aquellos.
Los intereses de los terratenientes son
objetivamente contrapuestos a los de los obreros. Y, contra
lo que afirma GA (que, casualmente, suena muy parecido a lo que afirman Mujica
EFH y Cía respecto al supuesto escaso desarrollo productivo del país y la
imposibilidad de transitar hacia el socialismo en estas condiciones):
“seguirá soñando frentes puramente obreros en países de economía
productiva desmantelada” la realidad hoy es que nunca antes en el país hubo
una proporción tan alta de asalariados; más de un 60% de la población
total.
Groseramente 2 millones de orientales. De los cuales una pequeña parte
son burócratas y tecnócratas o gerentes con altos sueldos que no forman parte de
la clase obrera. El resto, más allá que según la antigua concepción marxista la
mayoría no forma parte de la producción de bienes y no genera por tanto
plusvalía, son asalariados de ingresos bajos y medios bajos. 800 mil
(aproximadamente) ganan menos de 11000 pesos en la mano.
La
desindustrialización relativa que ha sufrido el país en las últimas décadas (la
participación de los sectores “productivos” o sea, industria manufacturera,
actividades primarias, construcción y electricidad gas y agua, en el PBI ha
caído desde 46,5% a 31,5% entre 1983 y 2011) no implica que la inmensa masa de
los asalariados urbanos y rurales deje de ser la única clase objetivamente
revolucionaria.
Mucho
hemos soñado los revolucionarios con agrupar a los “sectores medios”, más aún a
la “burguesía nacional” junto a la revolución. Los resultados obtenidos han
distado, sin embargo de corresponder a esos
sueños.
Le
deseamos suerte a GA y sus compañeros de Asamblea Popular en la tarea de sumar
terratenientes y otros burgueses a la
revolución.Claro, a la hora de la campaña electoral, los proletarios (industriales,
rurales y de servicios) no tienen plata para poner…
Nota: las gráficas
muestran lo que afirmamos más arriba: 1) caída de los sectores productivos
(generadores de valor nuevo) como parte del total de la
economía
2) Proletarización:
aumento de la participación de los asalariados como parte de la población total.
En efecto, la tasa de actividad es la suma de dos sectores; los empleados y los
desempleados, estos últimos son los que quieren trabajar y no lo
consiguen.
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