lunes, 18 de marzo de 2013

El enriquecimiento de los terratenientes

Fotografía de Gumercindo Saraiva, Aparicio Saravia (ambos al centro) y sus comandantes en la Revolución Federalista Riograndense en Brasil en 1893.

¿Una guía programática?
Autor: William Yohai
17 de marzo de 2013
 “Muy sencillo.
Podemos coincidir en el papel de los Amos del Mundo, su dominio criminal y su saqueo ambiental sistemático, se puede anhelar un futuro socialista, pero se difiere en un punto central: en qué etapa estamos, cuáles son las tareas del momento, cuáles son las fuerzas motrices que pueden y deben impulsar los cambios revolucionarios, cuáles son las vías de avance.

Estamos convencidos que en la etapa actual, las tareas de la hora son de liberación nacional, o sea, sacudir la coyunda de las  trasnacionales, rescatar nuestro rico patrimonio ambiental y cultural y crear condiciones para  una nueva soberanía estatal y el uso de la tierra fértil como recurso de inclusión social.
Esto no agota, por cierto, las tareas de liberación nacional, pero son una etapa inevitable.
En función de este programa mínimo, la posibilidad de alianzas es muy amplia. No podemos regalar nada.
 Hasta el campo de la religiosidad popular para a ser terreno de la lucha de clases entre los manipuladores del poder y los mensajes realmente emancipadores en ropaje religioso o místico.
En este plano, no podemos permitir a la burguesía entreguista que levante banderas de los héroes del pasado, porque esas banderas ya no le pertenecen. En la medida que el dictado imperialista y de las trasnacionales los impulsan a la extrema derecha neoliberal, pierden banderas que debemos recoger para las fases de tránsito.”

Así afirma el compañero Gonzalo Abella (cariñosamente nuestro “Presidente Gonzalo”) en medio de la polémica acerca de Aparicio Saravia.
Reivindicar a Aparicio por parte de la izquierda radical no es nuevo. Recuerdo el año 1970 cuando el MLN entró en esa onda. Alguien me dijo que se llegó a cofinanciar “El Debate”. Y surgió de allí el renacimiento de la consigna “Habrá Patria Para Todos o no Habrá Patria Para Nadie”. Consigna absolutamente radical que poco tiene que ver con las ideas de liberación nacional y revolución por etapas que ahora parece levantar GA.
De las ideas que insinúa GA surge una especie de renacimiento de un programa antiimperialista y de liberación nacional. Nac. & Pop le dicen algo despectivamente en la vecina orilla.
El “pequeño” problema es que GA se saltea definir cuales son los aspirantes a aliados de la clase obrera objetivo de esta política.
En un trabajo anterior “El enriquecimiento de los terratenientes…” definí con información proveniente de  estadísticas públicas los fríos datos de la realidad: los terratenientes mayores de 200 hectáreas (ciertamente un propietario de 250, 300 o 500 hectáreas para nada es un latifundista) se enriquecieron en 60.000 millones de dólares en los últimos 10 años. Discriminé allí claramente que el aumento patrimonial de dicho sector no había sido parejo. Por supuesto los latifundistas extranjeros, pero también nacionales, se han enriquecido mucho más que los terratenientes menores. Sin embargo, un propietario de 200 hectáreas (dejemos de lado los que poseen esa extensión de tierras en lugares de menor productividad, como puede ser, precisamente la zona de Cerro Chato-Valentines y tantas otras del país) posee hoy un capital no menor a 800 mil dólares. Ese capital está originado en no menos de un 80% en el proceso de aumento de precio del recurso tierra (la tierra, como seguramente sabe GA, no tiene valor, ya que no es producto del trabajo humano) que ha tenido lugar los últimos años.
Ese proceso de enriquecimiento de la casta terrateniente tiene 4 orígenes: Dos son  de origen mundial; el aumento del precio de los commodities agropecarios y las bajas tasas de interés prevalecientes en los mercados internacionales de capital. Dos son de origen nacional: la desgravación casi total que experimenta la propiedad de la tierra en el país y la absoluta carencia de impedimentos para que los extranjeros compren tierra.
Más allá de alguna cháchara chovinista barata  que se escucha ocasionalmente a algún referente de la Federación Rural, todos los terratenientes son concientes de que el precio de su tierra está fuertemente ligado a los factores arriba mencionados. Especialmente a los dos que dependen de la política nacional: los bajos impuestos y la liberalidad en el comercio de tierras.
No hay por tanto razones objetivas para que los terratenientes estén en contra de una política económica que les permite apropiarse sin cortapisa alguna de la renta de la tierra que tanto ha crecido los últimos tiempos.
La RENTA DE LA TIERRA: concepto sin el cual no se puede entender en absoluto lo que está pasando. Porque, precisamente es el monto de ésta el determinante del precio del recurso en el mercado.
¿porqué comenzamos esta discusión con el tema de la tierra?
Porque sin que GA lo explicite queda claro que la reivindicación de Aparicio tiene que ver con una definición de algún grupo de terratenientes como aliados en la lucha revolucionaria.
Si definimos la actual política del FA como proimperialista (y en eso estoy seguro que coincidimos con GA) tenemos que aceptar que desde la óptica de los terratenientes esta política es altamente beneficiosa. Y esto incluye a todos los terratenientes perceptores de renta. O sea los que poseen alguna superficie explotable en forma, precisamente, “rentable”.
Definir el límite en el cual un campo pasa a ser “rentable”, o sea a generar renta es tarea compleja. 100 hectáreas en Cololó o Tarariras son, por ejemplo, ampliamente rentables. En efecto su renta hoy no baja de los 400 dólares anuales por hectárea. En zonas pastoriles de difícil acceso es posible dicho límite no baje de 300 o 400 hectáreas.
Todo esto tiene un correlato programático: ¿coinciden los intereses de los terratenientes con los de los proletarios?
El programa de la “unidad de la izquierda” (de la cual en estos días se acaban de separar algunos sectores, por diferencias metodológicas cuyo trasfondo sospecho tiene mucho que ver con lo que estamos planteando) dice sobre la tierra: “3) Reforma Agraria y expropiación de los latifundios nacionales y extranjeros Prohibición de Sociedades anónimas de tierras. Eliminación de beneficios impositivos a actividades forestales, mineras y sojeras”.
Y ya el 30 de diciembre de 2012 lo comentamos así:
Más allá de coincidir esencialmente con la propuesta es claro que este punto necesita desarrollo. Hasta donde yo se la plantación de soja y de árboles con destino a la producción de celulosa ya no cuentan con beneficios impositivos. Sobre la “expropiación de los latifundios…” me parece necesario hacer alguna clase de precisión. Primeramente, la expropiación puede ser con o sin pago. Para expropiar sin pagar es necesaria una reforma constitucional. Si se paga se puede explicitar dicho pago con títulos de deuda pública en moneda nacional no reajustable, por ejemplo. En segundo lugar se debería establecer alguna definición, aunque sea tentativa del término “latifundio”. Esto es necesario porque  ya tenemos latifundios de más de 100.000 hectáreas. Pero; un campo de 2.000 ¿es un latifundio?
La vía impositiva (IMPROME) es una posibilidad que si bien suena “reformista” puede ser muy radical. Todo depende de las tasas de imposición que se fijen de acuerdo a los montos imponibles. He escrito bastante sobre el tema. Y se puede hacer dentro de la actual Constitución. Además, el IMPROME permite recaudar dinero. Y mucho. Con lo cual se consiguen fondos para financiar la segunda pata (que también debe estar planteada en el programa) que es la distribución de tierras. Y también permite financiar el fomento a la población de la campaña con infraestructuras, salud, educación, diversión, etc.
No me parece que tenga mucho en este punto la referencia al sector  minero (está más adelante).”

La actual insistencia de GA en reivindicar a Aparicio, unido a algunos signos que emanan de la retórica que predomina en “La Juventud” me llevan a pensar que se gesta un intento de alianza de la Asamblea Popular con sectores terratenientes.
La historia indica que la casta terrateniente cobra caro su aporte a los partidos políticos. Aún recuerdo mis primeros choques con el MPP cuando propuse dos tímidas medidas en 2003: eliminar las desgravaciones a los impuestos de primaria y del patrimonio que tenían los terratenientes.
A poco comprendí que Mujica y su entorno ya habían sellado una alianza con los aquellos.
Los intereses de los terratenientes son objetivamente contrapuestos  a los de los obreros. Y, contra lo que afirma GA (que, casualmente, suena muy parecido a lo que afirman Mujica EFH y Cía respecto al supuesto escaso desarrollo productivo del país y la imposibilidad de transitar hacia el socialismo en estas condiciones): seguirá soñando frentes puramente obreros en países de economía productiva desmantelada” la realidad hoy es que nunca antes en el país hubo una proporción tan alta de asalariados; más de un 60% de la población total.
Groseramente 2 millones de orientales. De los cuales una pequeña parte son burócratas y tecnócratas o gerentes con altos sueldos que no forman parte de la clase obrera. El resto, más allá que según la antigua concepción marxista la mayoría no forma parte de la producción de bienes y no genera por tanto plusvalía, son asalariados de ingresos bajos y medios bajos. 800 mil (aproximadamente) ganan menos de 11000 pesos en la mano.
La desindustrialización relativa que ha sufrido el país en las últimas décadas (la participación de los sectores “productivos” o sea, industria manufacturera, actividades primarias, construcción y electricidad gas y agua, en el PBI ha caído desde 46,5% a 31,5% entre 1983 y 2011) no implica que la inmensa masa de los asalariados urbanos y rurales deje de ser la única clase objetivamente revolucionaria.
Mucho hemos soñado los revolucionarios con agrupar a los “sectores medios”, más aún a la “burguesía nacional” junto a la revolución. Los resultados obtenidos han distado, sin embargo de corresponder a esos sueños.
Le deseamos suerte a GA y sus compañeros de Asamblea Popular en la tarea de sumar terratenientes y otros burgueses a la revolución.Claro, a la hora de la campaña electoral, los proletarios (industriales, rurales y de servicios) no tienen plata para poner…




Nota: las gráficas muestran lo que afirmamos más arriba: 1) caída de los sectores productivos (generadores de valor nuevo) como parte del total de la economía
2) Proletarización: aumento de la participación de los asalariados como parte de la población total. En efecto, la tasa de actividad es la suma de dos sectores; los empleados y los desempleados, estos últimos son los que quieren trabajar y no lo consiguen.




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