Abril está al llegar
Una mujer portaba un cartel original elaborado por ella misma en la manifestación de hoy: “El 25 de abril que hizo mi padre lo voy a tener que volver a hacer yo”. La mujer se llama Isabel Mora, tiene 46 años y perdió a su padre hace cinco meses. “Él luchó mucho por la libertad de Portugal, y salió a la calle el 25 de abril de 1974, cuando la Revolución de los Claveles. Por eso siento que tenía que escribir esto, porque él peleó por unos derechos que me están recortando y que yo tengo que legar a mi hija, que tiene 16 años y que por cierto es esta de aquí”. La hija portaba otro cartel casero que decía simplemente: “Estoy triste por mi país”. Al lado, una amiga portaba otro que rezaba: “Abril está al llegar”. La identificación de esta ola de protestas con la revolución que trajo la democracia a Portugal es enorme. De hecho, muchos de los organizadores de la manifestación, integrantes del grupo civil Que se lixe a troika participaron hace dos semanas en el coro que cantó Grândola Vila Morena en el Parlamento, interrumpiendo al primer ministro, que hablaba en ese momento de recetas económicas para salir de la crisis. Pero no todo ha sido tan indignadamente poético en la marcha de hoy. Un hombre mayor portaba un cartel con un tono cabreado bien distinto: “En esta pancarta no hay espacio para poner a tanto hijo de puta”.Portugal grita un multitudinario basta a la política de austeridad
3 de marzo del 2013 |
Jorge Costa · · · · ·
Según los organizadores de la manifestación
"!Qué se joda la Troika! ¡Queremos nuestras vidas!", más de un millón y medio de
personas han salido a las calles en todo Portugal
para exigir la dimisión del gobierno del PSD / CDS-PP. La participación popular
ha superado la anterior manifestación del 15 de septiembre. En Porto, 400.000
personas llenaron las calles. Al final de la manifestación de Lisboa se leyó la
moción de censura popular en el "Terreiro do Paço", lleno de
manifestantes, que reproducimos:
"Esta moción de censura
popular expresa la voluntad de un pueblo que quiere tomar el presente y el
futuro en sus manos. En una democracia, es el pueblo el que más manda.
Los diferentes gobiernos de
la Troika no nos representan. Este gobierno no nos representa.
Este gobierno es ilegítimo.
Fue elegido sobre la base de promesas no cumplidas. Prometió que los impuestos
no subirían, pero los aumentó hasta niveles insoportables. Garantizó que no recortaría
las pensiones ni los subsidios de los que trabajan, pero no hay día que no
roben más dinero a los trabajadores y jubilados. Se comprometió a no despedir a
los funcionarios públicos y el desempleo no aumentaría, pero cada hora que pasa
hay más gente sin trabajo.
Esta moción de censura es la
expresión del aislamiento del gobierno. Pueden cocinar leyes y recortes con la
banca y su mayoría parlamentaria. El Presidente de la República podrá autorizarlo
todo, incluso que se subvierta la Constitución que juró hacer cumplir. Pero
este gobierno ya no tiene legitimidad. Tiene en su contra a la población, que exige,
para empezar, la dimisión del gobierno, el fin de la austeridad y del dominio
de la Troika sobre el pueblo, que es soberano.
¡Que el pueblo tome la
palabra! Porque el gobierno ni puede y ni consigue dimitir al pueblo, pero el
pueblo puede y va a conseguir que dimita el gobierno. Ningún gobierno puede sobrevivir
a la oposición de la gente.
Esta moción de censura popular
es el grito de un pueblo que exige participación. Es la afirmación pública de
una creciente voluntad del pueblo para tomar en sus manos la dirección del
país, acabando con un poder corrupto que varios gobiernos van arrastrando.
El 2 de marzo, en todo el
país y en varias ciudades de todo el mundo, con el lema “¡Que se joda la Troika!
¡El pueblo es el que más manda!”, el pueblo ha expresado su clara voluntad de
romper con las políticas impuestas por la Troika y aplicadas por este gobierno.
¡Basta ya! Obviamente, están
cesados. ¡Qué el pueblo ordene!
El rio Grândola
La manifestación de hoy ha
cambiado el futuro inmediato de la lucha social.
Los que recuerdan el 25 de
abril ya saben, después del 15 de septiembre y del 2 de marzo, que la
movilización popular generalizada no es un fenómeno aislado o un grito
ocasional del alma. Es la expresión de un espacio social en lucha, un hecho
permanente de la situación nacional, una mayoría que toma la palabra en contra
de los recortes que transforman la sociedad.
La agenda inmediata del espacio
social es el derrocamiento del gobierno. La moción de censura popular leída en
el “Terreiro do Paço” podría ser su manifiesto. En los próximos días se sabrá la
verdad de los nuevos recortes, ocultos hasta después de la manifestación por la
Troika y el gobierno. En las próximas semanas, la exigencia del fin de este
poder y este programa que nadie voto debería tomar la forma de reconocimiento
mutuo - territorial, descentralizado y abierto – de las fuerzas que confluyeron
el 2 de marzo. En cada plaza, en cada lugar, estas personas deben volver a reunirse,
aprender e informar, recabar apoyo. Y continuar ganando consensos para esta moción
de censura que debe acabar con el gobierno.
Las fuerzas de las mareas
El recorte de 4 mil millones,
allí dónde la troika lo quiere hacer, afecta a la propia médula del estado de
bienestar. Pero la resistencia a este ataque tiene en el 2 de marzo un momento
sin precedentes. No sólo por la construcción orgánica de esta protesta por las
“mareas” de educación, salud y pensionistas (que se preparó en los lugares de
trabajo y los servicios públicos, las asociaciones y los sindicatos) sino
también por la fuerza unitaria de su llamamiento, que congregó a profesionales
y usuarios, a sindicalistas y activistas de los movimientos sociales, a activos
y jubilados, ciudadanos todos afectados donde más les duele.
En vísperas de duras confrontaciones
sindicales, estas iniciativas son la señal de la amplia disponibilidad para una
movilización política unitaria en defensa de la escuela pública, el Servicio
Nacional de Salud y la Seguridad Social. El calendario de luchas es cada vez más
fuerte.
El momento de la verdad
El pueblo de Grândola exige a las
fuerzas anti-memorando el compromiso de una respuesta común y medidas concretas
para una alternativa compartida. En primer lugar, tenemos esa responsabilidad
el Bloco y el PCP, porque han exigido la
convocatoria de nuevas elecciones y ambos proponen un gobierno de izquierda
para romper con la Troika. Pero esta unidad no debe agotarse en el diálogo de
los partidos anti-Troika. Por el contrario, el proyecto de un gobierno de
izquierdas será tan amplia como la claridad de su programa. En espacios como el
Congreso Democrático de Alternativas o la Auditoría Ciudadana de la Deuda se
encuentran cientos de opiniones y voluntades que deben ser esenciales en la
conformación de una alternativa política. Las múltiples expresiones organizadas
que surgen con este pueblo que ocupa las ciudades será también la fuerza del
proyecto. Entre esas voces están las de
muchos socialistas que se niega a participar en los ejercicios de
calentamiento para una austeridad en versión Seguro. Son aquellos que reconocen
la necesidad de renegociar la deuda y de dar un giro radical a las opciones
económicas. La unidad de la izquierda da jaque mate a toda la política del memorándum.
Nuestra lucha es
internacional
La extensión de la
movilización popular en Portugal es un ejemplo para todo el continente. Por su dimensión,
por la claridad de su grito, por su inspiración en la referencia a la revolución
de 1974. Además, gobiernos violentos e inestables están devastando toda la
periferia europea. En España, sólo una semana antes del 2 de marzo, cientos de
miles de personas salieron también a la calle en la Marea Ciudadana que anegó
más de 80 ciudades. La construcción de una agenda internacional contra la
dictadura de la deuda está al alcance de los pueblos que hoy se levantan.
Y es en el calor de estas
tareas urgentes que la izquierda puede actuar ahora. El río que unió Grândola
debe crecer unido.
Jorge Costa
es dirigente del Bloco de Esquerda portugués y periodista de Esquerda.
Portugal grita un multitudinario basta a la política de austeridad
Cientos de miles de personas se manifiestan en contra de las recetas de la troika
Hubo manifestaciones en cerca de treinta ciudades. Los organizadores aseguraron que en Oporto, por ejemplo, habían participado cerca de 400.000 personas. Y muchas más en Lisboa. Sumadas todas, según los convocantes, más de 1.550.000 personas. Pero, más allá de los números y las exageraciones, lo que es cierto es que Portugal ha vuelto a salir a la calle. Ya lo hizo el pasado 15 de septiembre y lo ha vuelto a hacer, convocados por la misma asociación civil, creada hace meses, independiente de los partidos políticos y los sindicatos, el grupo Que se lixe a troika (Que le den a la troika), formado por 130 integrantes que componen una radiografía no del todo infiel de la sociedad portuguesa, ya que entre sus filas se cuentan, entre otros, funcionarios, profesores, parados, autónomos, cantantes o actores.
Entonces, el 15 de septiembre, la masiva respuesta de los portugueses consiguió que el Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho reculara y se olvidara de una proyectada rebaja general de sueldos. Después, pasado el calentón popular, aprobó una brutal subida de impuestos alegando que no había otro remedio si se quería conseguir el objetivo del déficit y cumplir con los compromisos. Ahora, los portugueses han vuelto a decir basta y la pelota vuelve al tejado del Gobierno. La manifestación fue una marea inmensa compuesta de jubilados que se quejan del recorte de sus pensiones, de empleados de la sanidad pública que protestan por su desmantelamiento, estudiantes que abominan de tener que emigrar por falta de oportunidades y de gente que se siente estafada, harta y que vive mucho peor que hace casi dos años, cuando el país fue rescatado por la troika (BCE, FMI, UE).
Ni la fecha ni el lugar de la manifestación ha sido casual. Hace casi una semana que, precisamente, los representantes de la troika se encuentran en Lisboa, y su cuartel general es el Ministerio de Finanzas portugués, situado a un paso del Terreiro do Paço. Desde que llegaron, como han hecho en las seis ocasiones anteriores, han inspeccionado cuentas públicas, se han entrevistado con quienes las manejan (y con los líderes de la oposición y los sindicatos). Pronto se encontrarán listos para dar las directrices necesarias para que el macropréstamo pedido por Portugal en 2011 a fin de escapar de la bancarrota siga afluyendo según los plazos previstos.
Tampoco esta es una visita normal de la troika. Desde el principio, ha estado envuelta en expectación y polémica. Los medios portugueses deslizan la idea de que el Gobierno portugués trata ya de cambiar levemente de rumbo y abandonar algo la austeridad a machamartillo que, paulatinamente, hunde al país en una espiral recesiva (la economía se contraerá este año cerca de un 2%, casi el doble de lo previsto por el Gobierno en septiembre, y el paro ya ha superado el 17%).
De hecho, el lunes, el Gobierno portugués solicitará en el Eurogrupo un año más para cumplir el déficit acordado y más tiempo también para pagar los intereses de la deuda. Es decir: Portugal suplica aire, algo que hasta ahora su primer ministro, el conservador Pedro Passos Coelho, se había negado a admitir, convencido de que la única vía era dar vueltas de tuerca cada vez más apretadas a la economía y a la población portuguesas. Por lo pronto, esta misma población portuguesa, harta, ha salido hoy a la calle en masa para, firme y pacíficamente, frente al cuartel general de la troika, gritar “basta” en forma de canción con memoria.
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