De Gabriel -Saracho- Carbajales
La tarea primordial de la Parca del guadañazo, la taimada Átropos, no es la de hacer moco la vida que sus hermanas Cloto y Láquesis urden primorosamente desde mucho antes que algunos refinados poetas inventaran la mitología para darle a las cosas terrenas un sentido más teatral y trascendental del que realmente tienen.
Su goce supremo, en realidad, consiste en dejarnos a las y los que aún no nos tocó nuestro turno, con un tremendo dolor en el alma en la certeza de que ya no volveremos a chamuyar y tomar unos mates con l@s que ella se lleva, y con un miedo del carajo a lo que menos existe, que vendría a (no) ser “la nada de la muerte”.
El asunto, para esta jovata de mierda, no es cegarnos la vida; es, directamente, cagárnosla.
Hasta la dialéctica materialista reconoce en su triste rol una actividad inevitable y necesaria. El único consuelo aparente que nos iría quedando sería el de que no pasa nada, que “únicamente” pasa que pasamos de un estado a otro de la materia en movimiento, que es su (nuestra) forma de existencia, pero que nadie elige…
Fuera de joda. En nuestro caso, no son ni esta viejita tonta ni Mandinga, los culpables de que una troja de Compañer@s muy querid@s se vayan yendo apenitas empezada la segunda primavera de la vida.
No nos vamos a volantear entre nosotros a estas alturas del campeonato; conocemos muy bien a nuestr@s verdug@s y sabemos que no son ell@s únicamente los timoneles de la muerte joven, y que están en todas partes, y en todas partes hay mucha gente que sueña y pelea por verles beneficiados, por su parte, con las inexorables leyes de la dialéctica.
El domingo 17 de marzo, a media tarde, casi-casi que en orsai y todavía con la sensación de la pelota metida en la punta del pié, se nos peló “El Negro” Perdomo a los 64 pirulos… Mejor dicho, cayó ejecutado en la flor de la vida, en pleno y fecundo vivir, enseñándonos que lo que debe ser sueño nomás no es la vida, sino la muerte. Y que para que sea así, hay que seguir metiendo pata en el campito del barrio y en todos los campitos aunque hayas pasado los 60 y de pronto el bobo te cobre posición adelantada y nos caiga la ficha roja a todas y todos, sin más revancha que la de quedarnos con un muy buen recuerdo y la proclama del ejemplo vívido contra el derrotismo y la fatalidad, que es lo que nos deja este “mejicano” casi legendario que pudo darse el lujo soberano de que en su velorio estuvieran únicamente las y los que él quería y lo querían y lo seguirán queriendo, y no aquellas y aquellos que han hecho de la indolencia --por lo menos la indolencia-- su forma de ser.
Cuando nos disponíamos a llevarlo al Negro a la “zona roja” del Norte para dejar su cuerpo y venirnos cada cual con un cachito de su alma revolucionaria, el comentario era unánime, por cierto: nos vamos yendo y apenas nos vemos de cuando en cuando en estas pálidas demasiado prematuras, demasiado provocadoras y frecuentes como para aceptarlas así nomás como inapelable designio de la dialéctica o de Menecucho.
Nos vamos pelando, y aunque no somos nada especial ni distinto al común de los mortales, esta manera “muy cortoplacista” del natural desenlace, ha empezado a hacernos sentir lo que antes habíamos sentido en el fragor entusiasta y juvenil de la pelea, y que con los años y las bifurcaciones post derrota, como que fuimos relegando no al olvido, pero sí al descuido, a ese descuido que a veces parece tener la gente como creyéndose eterna y sin apuro:
Somos un conjunto de mujeres y hombres indisolublemente ligados desde la adolescencia por principios y valores, y por vivencias propias e intransferibles, que, pese a las naturales “indiscrepancias”, seguiremos viviendo la vida como si todas nuestras vidas fuesen una sola que se va apagando más y más con cada Compa que va cayendo apenitas peinar canas
Sin temor a ninguna cursilería: cada baja nuestra, por lo menos cada baja en estas circunstancias de tan sólo furtivos e intermitentes encuentros a las puertas de algún consorcio funebrero, es un mazazo descomunal e inconcebible. Cada mañana estiramos el cuello y el mentón preguntándonos si no encontraremos un nuevo “¡Vivan l@s compañer@s!” al abrir el correo o escuchando la radio, y un “¡putísima madre que lo parió!” sale del cerebro y del pecho enterándonos de que la quedó fulan@ o mengan@, así, de un saque, antes de la llamada tercera edad y que dejamos de ver… ¡la mierda!, ¡hace 10 o 20 años!!!.
Mirando los fresnos de ese barrio que todo él parece un cementerio, unos poquitos de los que aplaudimos y lloramos a “El Mejicano” en su nuevo repliegue táctico, nos sentimos totalmente decididos a valernos una vez más de nuestro inveterado voluntarismo sin ínfulas de nada --créanlo-- para dejar planteada la ocurrencia de que una vez al mes cualquier pretexto nos sirva para encontrarnos sin fresnos ni despedidas, al menos todas y todos los que acompañamos a Ricardo Perdomo sin tener que pensarlo y l@s que lo hicieron de corazón aún sin estar presentes físicamente.
¿Cómo?... Sencillamente compartiendo una película no muy larga, de tarde, un sábado, a la misma hora en que el Negro pateó la globa y se fue a dormir, en cualquier lugar y sin más gasto que un par de boletos y una partecita de las horas de nuestra segunda primavera para reventarlas con el único objetivo estratégico de darle un pequeño goce al corazón y un alivio otra que necesario a esta pesadumbre.
Veremos… Capaz que es otra cosa lo que funciona; pueden ocurrírsenos movidas alternativas o complementarias, otras formas, otros pretextos para hacernos cargo de un atisbo de “reparación” que no puede venir ni del Estado ni de nadie más que de nosotr@s.
Nos pareció que tiene sentido compartir el “estreno” de “El Pibe”, para empezar, y que sigamos luego con lo que salga de una breve “convención a padrón abierto” (aclaremos: no se pensó en una “cinta” muda contemplando previsibles sorderas, ¡no es pa tanto!)…
Así que, juventud, el necesario desafío queda a consideración, y recemos para que el 13 de abril* --¡qué fecha, mama mía!-- no nos agarre un tsunami o un paro del transporte, o algo peor…
Cháu. Nos vemos. ¡Que haiga matineé reparatoria para tod@s, y que Átropos, Mandinga y las leyes de la dialéctica se vayan a la mismísima mierda de una vez por todas!!!.
*sábado 13 de abril, hora 16:00, calle Aquiles Lanza (ex Yaguarón) 1114 casi Durazno (ómnibus en la puerta: 522 y 149 hacia Pocitos; en Ejido y Durazno, hacia afuera).
Saracho. 25 / 3 / 13
lunes, 25 de marzo de 2013
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