(título aportado por J.Zabalza al artículo de WillamYohai)
ENRIQUECIMIENTO DE
LOS TERRATENIENTES
Un fenómeno
en “reiteración real”
Autor: William
Yohai
11 de marzo de 2013
En 2010 la Red de
Economistas de Izquierda (que yo integro) publicó un libro
que fue muy vendido.
Su título: “La torta y las migajas”.
En él se difundía
un dato de la realidad que había sido cuidadosamente
soslayado por la prensa
económica y que lo seguiría siendo en adelante: entre 2003 y 2009 los terratenientes de este país,
entendiendo por
tales a los propietarios de predios de más de 200
hectáreas se habían
enriquecido, por concepto de renta de la tierra y aumento
del valor de sus
campos en más de 30 mil millones de dólares.
Aclaremos: que un
propietario no tenga un campo arrendado no significa que no
perciba la renta de
la tierra correspondiente. Formará parte del conjunto de las
ganancias que le
proporciona la explotación. Esta relación entre ganancia
capitalista y renta se
transparenta cuando un campo efectivamente se arrienda. Allí
el arrendatario
percibe una ganancia después de pagar la correspondiente
renta de la tierra al
propietario.
De igual forma,
nuestro sencillo cálculo hace transparente un
enriquecimiento (por cierto
lícito) de los terratenientes. Si varios fueron propietarios
a lo largo del
tiempo de un determinado predio agropecuario aquel se habrá
repartido entre
ellos.
El dato que
proporcionó el libro el 2009 causó amplio impacto.
No era para
menos: esa cifra era en la época del orden del PBI total del
país de un año. Y
era mayor, asimismo, que la totalidad de la deuda pública
sumando capital e
intereses.
Pues bien: nos
pareció de orden, transcurridos 3 años (los últimos datos
sobre precios de
arrendamientos rurales y ventas de campos que publica la
Dirección de
Estadísticas Agropecuarias son los del primer semestre de
2012), actualizar ese
enriquecimiento de los terratenientes.
Como sabe
cualquier persona más o menos informada que vive en este
país los precios de la
tierra y el monto de los arrendamientos han seguido
creciendo.
La publicación en
diciembre del año pasado de los datos preliminares del Censo
General
Agropecuario nos permitió mejorar la representación de la
realidad.
Elegimos el año
2003 como base para el cálculo para evitar cualquier
acusación de manipulación
de cifras. En efecto, el precio más bajo de la tierra que
registran las
estadísticas de los últimos años es de 2002. En dicho año el
promedio de las
transacciones se realizó a 385 dólares la hectárea. En el
año base el precio
fue de 420 dólares.
El
resultado: entre 2003 y
2013, por concepto de aumento del precio de la tierra
los terratenientes de más
de 200 hectáreas se enriquecieron en 46.451 (cuarenta y
seis mil cuatrocientos
cincuenta y uno) millones de dólares.
Por
concepto de renta de la
tierra lo hicieron en 13.631 (trece mil seiscientos
treinta uno) millones de
dólares.
El
gran total suma 60.082
millones de dólares.
Poniendo los
números en perspectiva: esta última cifra es mayor que el
PBI de un año del
país, que se puede calcular aproximadamente en 55 mil
millones de dólares.
En el trabajo
citado también estimábamos, basados en las presentaciones
anuales que realiza
Adrían Tambler, funcionario de OPYPA y que se publican
regularmente en los
anuarios estadísticos del MGAP, que todo “el campo”,
incluidos los propietarios
de predios menores a 200 hectáreas habían pagado entre 2003
y 2009, 321
millones de dólares por concepto de impuestos a la tierra.
Y que conste:
este trabajo sólo consideraba el enriquecimiento de los
terratenientes por
aumento del precio del activo y renta. No tomaba en
consideración las ganancias
empresariales derivadas de la explotación del recurso. Para
computar los
impuestos tomábamos los directamente imputables a la
propiedad de la tierra
(contribución inmobiliaria, impuesto al patrimonio y aportes
patronales al BPS.
De aquel trabajo
surgía el dato, ciertamente perturbador: los impuestos
pagados por concepto de
impuestos a la tierra apenas insumían algo más del 1% del
enriquecimiento. 321
millones de dólares sobre más de 30 mil millones.
Pues bien: al
actualizar la serie nos da que el pago de impuestos sobre la
tierra
(contribución inmobiliaria, aportes patronales al BPS e
impuesto al patrimonio)
entre 2003 y 2012 alcanzará 665 millones de dólares.
Lo que representa
el 10,42 por mil (prácticamente el 1%) del enriquecimiento
en el período.
Si calculamos la
proporción del total de los impuestos pagados por el sector,
(1.711 millones de
dólares) ésta monta el 28 por mil del enriquecimiento. O
sea, menos del 3%.
El recientemente
anulado Impuesto a la Concentración de Inmuebles Rurales
(ICIR) al ser
declarado inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia,
pretendía
recaudar, según los voceros oficiales, unos 60 millones de
dólares anuales. La
recaudación de dicho impuesto sería destinada al
mantenimiento y mejora de la
caminería rural, o sea, beneficiaría directamente a los
estancieros gravados.
En realidad el experto en el tema, Tambler, estimó su
recaudación para 2012 en
39 millones de dólares.
El censo
agropecuario de 2011 informa que entre 2000 y aquel año han
desaparecido 12.400
explotaciones rurales. La inmensa mayoría de ellas menores a
100 hectáreas.
Este hecho demuestra la corrección del enfoque cuando
realizamos el estudio,
hace 4 años acerca del enriquecimiento de los
terratenientes. Los predios
desaparecidos están casi exclusivamente dentro del sector
que no tomamos en
cuenta en aquel momento para calcularlo. No es aventurado
afirmar que existe
una clara relación de causa efecto entre este
enriquecimiento desmesurado de
los propietarios medianos y grandes de tierra y la
desaparición de tantos
pequeños.
Y tampoco es
casual la relación entre bajísima imposición a la tierra,
concentración de la
propiedad y desaparición de tantos miles (más de uno por
año) de productores.
Cuando los
voceros gubernamentales afirman, y lo hacen con frecuencia,
que la distribución
de la riqueza ha mejorado, faltan claramente a la verdad.
Los datos de más
arriba son categóricos.
Los propietarios
de esta masa de tierra, 15 millones y medio de hectáreas
sobre un total nacional
de 16,5 millones, y beneficiarios de tal aumento de riqueza,
son menos de
14.500 personas y empresas. Nacionales y extranjeras.
La mitad del 1
por ciento de la población del país. Por supuesto, al
interior de este selecto
grupo el enriquecimiento también está extremadamente
concentrado: mientras una
trasnacional (UPM) se jacta de tener más de 200.000
hectáreas de tierra, en el
grupo hay casi 6.500 propietarios de entre 200 y 500 hectáreas.
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