UNO
En nuestros barrios de la súper poblada periferia suburbana, particularmente en aquellos de densísima población muy joven y muy pobre y de poquísima o casi nula “educación” formal y con una carencia total de información sobre las cosas de este mundo, la palabra “Suprema” alude tan solo a la exquisita pechuga de pollo de laboratorio, que más bien brilla por su ausencia en los hogares –que son la mayoría- donde apenas se compran muy asiduamente cinco kilos de menudos o alitas por 50 mangos y algún caldito sintético de los más berretas para el sancocho grasiento cotidiano, con los fideos sueltos más baratos y menos proteicos del mercado, y ¡date por feliz y contento tanto al mediodía como de noche!…
¿”Corte”?...Corte es el puñal casero/canero “exportado” extramuros como aporte “cultural” de esa otra inmensa población juvenil alojada en los tenebrosos campos de concentración del neoliberalismo criollo. Circunstancialmente se lo puede sustituir por el pico roto de alguna botella de “checha” en las frecuentes y absurdas trifulcas callejeras en las que dos por tres la queda algún botija lleno de mala vida y peor futuro…
“Corte” es también la bolilla que te da o no te dá la chiquilina o el chiquilín que tenés entre ceja y ceja y que cruza la calle dejándote en el limbo absoluto… Es, también, sobre todo para las muchachas, el “corte” del “corte y confección” ya casi en desuso gracias a la garra chino/coreana con que nos vestimos en el “Uruguay productivo” invadido de la peor porquería manufacturada por otros jóvenes esclavizados en las fábricas asiáticas del gran monopolio multinacional.
¿”Justicia”?...Esta sí que es la más brava…
Para la inmensa mayoría de la juventud casi analfabeta y sumergida en la ignorancia planificada del capitalismo, “justicia”, aunque se escriba con mayúscula y esté bien presente en todas las campañas electorales acompañada de la palabra “social”, es una palabra decididamente exótica, rara, “de museo”, empleada casi que exclusivamente por el “zurdaje” fuera de moda que te habla de explotados y explotadores y de unos desaparecidos que también eran muy jóvenes y que en general ni se sabe por qué desparecieron ni tampoco parece importar demasiado en una maldita sociedad en la que la drogadicción, el desempleo y la brutalidad policíaca te van haciendo desaparecer a vos mismo todos los días, al menos como ser social desplazado y desterrado por su antónima, la injusticia intrínseca y crónica del sistema capitalista…
¿”Justicia”, ché…?... Con suerte, te enterás de algo que se arrime erróneamente a su significado cuando la quedaste y te mandan a juez para que te apliquen esa “ley” que te dirán que es “igual para todos” (para todos los que son como vos, subalimentados a caldos sintéticos y alitas transgénicas, chupados por la falopa y la miseria, ninguneados por el legendario y también desaparecido “Estado de bienestar” burgués dependiente de la época de los Batlle, los otros Batlle).
Conviene tenerlo presente -y no es ninguna exquisitez lingüística o semántica lo preocupante.
La mayoría de la gente ni sabe qué es la famosa SCJ (“Suprema Corte de Justicia”!!!) ni para qué mierda existe. Es ya muy poca la población mínimamente informada acerca de la irreal “separación de poderes” o de cuáles son nuestros Derechos Humanos fantasiosamente amparados por una caterva de burócratas e inmorales que saben muy bien a quiénes sí deben amparar y defender incondicionalmente, hagan lo que hagan, por unas treinta monedas y un culpable y denigrante buen pasar aburguesado de mucho consumo de “supreme” y otros manjares, aunque de idéntica pobreza espiritual y cultural a la de los “estamentos” más bajos del paupérrimo mundo burgués.
Generación tras generación de orientales marginados al mango, engrosan los volúmenes de pueblo re-humilde que ignora qué es la taquillera SCJ, qué es la mentada “justicia”, para qué sirve, para qué sirve la especie humana (dan ganas de decir…) y sus trampas al solitario regido por salvajes pautas de vida y de muerte.
Una docena de años de fascismo desembozado y casi 30 de opresión no menos fascista exitosamente camuflada en la envoltura perfecta del “sufragio universal”, con el aditamento funesto de la cháchara demagógica y populista de los ex revolucionarios haciendo mandados a lo puro lambetas, vienen borrando de la memoria y la conciencia de importantísimos sectores sociales, prácticamente todas las secuelas más terribles del terrorismo de Estado del “proceso cívico-militar” iniciado en aquellos ´60 de plena y majestuosa vigencia de la “democracia republicano-representativa-liberal”.
Cada día que pasa, se multiplica e intensifica el mazazo de olvido y perdón con que se quiere adormecer y matar al subjetivo colectivo de un pueblo laburante que, sin embargo, no se sabe de dónde saca fuerzas e ímpetus de dignidad y entereza como para, esporádicamente al menos, rebelarse y decir de nuevo “¡No pasarán…¡Juicio y castigo!”.
La aculturación y la desinformación perfectamente diseñadas y sincronizadamente ejecutadas, funcionan como anillo al dedo para un sistema y una clase dominante que por un lado trata de que todo el mundo se olvide de la tortura y los desaparecidos y todas las barbaridades de los más fascistas, y, por otro, sigue consumando el más salvaje terrorismo de Estado que significa el ocultamiento sin fin del “destino final” de los que ordenaron hacer desaparecer de por vida, para neutralizar las potencialidades de resurgimiento activo y comprometido del movimiento popular oriental destrozado en los ´70/´80.
El sistema quiere hacer olvidar todo de prepo, pero el prepo es su rasgo natural permanente, que, llevado a extremos de exacerbación salvaje, alguna facturita debe pagar, necesariamente, por más jodidos que estemos. Se sostiene el terrorismo de Estado con más terrorismo de Estado mimetizado hasta por ahí nomás, porque sus víctimas castigadas hasta la muerte, no son parias sin familia, sin amigos, sin compañeros, sin gente que además de llorar para siempre a sus mártires, no han cesado de andar para arriba y para abajo clamando por eso que en los barrios más pobres ni se sabé qué es, porque brilla por su ausencia como la suprema de pollo y como el trabajo, la educación, la consideración social y otras muchísimas cosas que apenas podés entrever a pesar de los chiches electrónicos de la miseria capitalista digitalizada.
DOS
Los recientes, desfachatados y escandalosos fallos de la SCJ “uruguaya” han inducido a mucha gente –a la inmensa mayoría, es seguro- a creer que cinco pintas peritos en todo e infalibles en nada, son la máxima y omnipotente autoridad política de este país de mentira inventado por el imperio británico tras derrotar a un movimiento popular oriental que quiso ir mucho más allá que romper con las cadenas de la corona española o los cerrojos de la oligarquía bonaerense. Que quiso romper con todos los lazos de dependencia e impunidad semifeudales de cualquier autoritarismo imperialista o proimperialista, viniera de donde viniera.
Parece que hubiésemos creído que el todopoderoso “quinteto de nos” del Pasaje de los DD.HH. y Plaza Libertad, es el único responsable de seguir poniendo estúpidamente “palos en la rueda” (para emplear una metáfora muy querida por el oficialismo y asociados para referirse a los reclamos y las movilizaciones populares) en la legítima aspiración del pueblo trabajador de que de una vez por todas, después de tanto manoseo y terrorismo de Estado prolongado, haya verdad y justicia –juicio y castigo- con los delincuentes de “lesa humanidad” del no del todo extinguido “proceso cívico-militar”.
Parece que no entendemos cabalmente el mensaje clasista burgués “oculto” en las “incuestionables” decisiones de esta pequeña murguita almidonada, patética, trágicamente ridícula y petulante, que decide y decide, a sabiendas, por cierto, de que absolutamente nada de lo que decida cambiará de fondo el curso de la historia.
(Una historia que no la escriben legisladores, fiscales, ministros o botones, o dirigentes partidarios, sino simples mujeres y hombres que para vivir deben trabajar y sudar la gota gorda sin poder dedicarse a “la política” o a sesudas interpretaciones de la constitución o las sagradas escrituras amorosamente redactadas por los cagatintas del poder).
El claro aunque “jurídicamente” disfrazado mensaje de la clase dominante y sus castas y estamentos coercitivo-represivos transmitido por la SCJ, grafica sin la más mínima ambigüedad algo ya terminantemente asumido desde el mismo momento en que los verdugos de uniforme volvieron a tomar mate y escocés en sus reductos cuarteleros impregnados de cobardía y profesionalismo homicida: una docena de “cabezas de turco” –los más quemados- simbólicamente presos, y centenares y centenares de denuncias sepultadas en los discos duros del No Poder Judicial, son el “techo” que es capaz de “conceder”, de soportar, de asimilar por las buenas, de “pagar”, en definitiva, la misma clase sumisa con el imperio, que en 1972 autorizó (ordenó, en realidad) cualquier tipo de vejámenes contra el movimiento popular en nombre de la “seguridad nacional” y los “valores democrático-republicanos” que durante más de una docena de años se pasarían por el traste olímpicamente sin que a ningún ministro de la SCJ se le ocurriera una tímida objeción siquiera que podría haberle significado terminar como muchísima gente sencilla y buena, desaparecida, asesinada, presa, exiliada o escrachada en las listas negras de los servicios y del empresariado “demócrata”.
Este “techo” no está definido ahora; lo definieron ya cuando levantaban sus manitos trémulas de odio al pueblo votando el “estado de guerra interno” del año ´72. Y los “cabeza de turco”, por más que sean una docena, se los arrancó el pueblo a pesar de la ley de impunidad que terminará siendo simple papel higiénico para los ministros de todas las cortes habidas y por haber y para todos aquellos que pretendieron hacer la vista gorda y de hecho traicionaron lo más sagrado para un revolucionario: la justicia, no ésa de pacotilla del diario “El País” y la CNN, sino la justicia popular, la única verdaderamente realizable, más tarde o más temprano.
Sean cuales hayan sido los pretendidos alcances de tal o cual “pacto” entre las castas dirigentes de un lado y del otro del mostrador hace 30 años o hace unos minutos nomás, seguirá siendo como siempre ha sido: los que no podemos ser ni representados ni responsabilizados del cumplimiento de transas y conciliaciones entre “iluminados” y oscuros represores, seremos los que haremos los gastos, todos los gastos, contra aquella impunidad del “proceso” y esta del “progresismo” que nos caga a versos y se va hundiendo en su propio excremento.
TRES
(Estas reflexiones medio calenturientas, son una desprolijidad incorregible; pero no se intentará ordenarlas o enmendarlas, sino que se las dejará como lo que son, arrebatos, tinguiñazos apenas olfativos, “insumos” de intuición, dirían mis amigos más jóvenes y menos contaminados de ignorancia educada, pincelazos inspirados en la convicción de que habrá “verdad y justicia”, “juicio y castigo”, “no olvido y no perdón”, si somos capaces de reconstruir la lucha contra TODA LA IMPUNIDAD CAPITALISTA, la misma lucha por la que dieron sus vidas las víctimas de los impunes del “proceso” y muchísima gente, desde siempre, desde cualquier puesto de combate del pueblo trabajador, así haya sido la lucha meramente sindical que reivindicaba lo que la burguesía jamás reconocerá en los hechos: derechos, dignidad, atributos únicamente ostentables por quienes no viven de los demás.
Nuestro triunfo total, certero y terminante sobre la impunidad, por cierto que tendrá que ver con jueces y juezas valientes y llenos de dignidad que han sido capaces de no defender lo indefendible y de contribuir a mostrar el rostro real del capitalismo tan sucio como su culo. Por supuesto que tendrá que ver con cada movilización que hayamos desarrollado reclamando la cárcel para los verdugos; con cada movida que signifique demostrar la falacia opresora de leyes, códigos, enmiendas interpretativas y otras yerbas propias del estado burgués.
Pero es fundamental tratar de contribuir cada minuto, cada día y cada noche, a neutralizar lo más posible la obra de oscurantismo que se pretende enraizar en las almas y las mentes de los más jóvenes y los más pobres y castigados, porque ellos habrán de ser, sí o sí, los protagonistas clave de la verdadera guerra social que un día nos colocará de cara al principal acto de JUSTICIA de la historia: LA REVOLUCIÓN.
Con ella, todos nuestros muertos, todas las víctimas del capitalismo que somos todos los humildes de este mundo, tendrán la justicia merecida, la sublime justicia de que nadie viva de la explotación y el sufrimiento de nadie, y que nadie deba dar su vida para vivir como seres humanos.
Este es el peor castigo para los enemigos del pueblo, vivir de su sudor, o morir peleando por “la patria de la impunidad” en los tribunales de las calles atestadas de gente que ni sabía qué quería decir “suprema corte de justicia”, pero que sabía hacer justicia de verdad).-
Gabriel –Saracho- Carbajales, 4 de marzo de 2013
El Mendieta estaba al lado de la Puta Dora y leyó lo que escribió Saracho y dijo:"Que lo parió"
ResponderEliminarÉl y yo le mandamos un abrazo.MAU