lunes, 24 de febrero de 2014

Indagados por torturas en el FUSNA

Torturas en el  puerto  FUSNA
La jueza Julia Staricco tomó declaraciones a Daners y Caramés



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22 feb 2014
La denuncia fue presentada en 2010 por un ex preso político que en 1977 tenía 19 años. El caso está a cargo del juez penal Juan Carlos Fernández Lecchini y la fiscal Adriana Costa, quienes esta semana tenían previsto iniciar los interrogatorios con cerca de 20 oficiales navales que prestaron servicio en el Fusna entre 1973 y 1978.
Entre los indagados que debían presentarse a declarar ante el magistrado los pasados días martes y miércoles, se encontraban Daners (comandante de la Armada entre 2004 y 2006) y Caramés (quien tuvo a su cargo la fuerza de mar entre 2010 y 2012).
Las defensas de algunos de los marinos citados presentaron recursos pidiendo la prescripción del caso, al tiempo que otros abogados alegaron la inconstitucionalidad de la ley interpretativa de la Caducidad, aprobada en 2011 y que amplió la prescripción de los crímenes cometidos por militares y policías durante la dictadura (1973-1985), según informaron a El País fuentes vinculadas al caso.
Ante eso, el juez Fernández Lecchini debió paralizar el expediente, y por esa razón la gran mayoría de los militares citados no llegaron a prestar declaración, ya que primero deberá decidir él mismo sobre la prescripción del caso y la Suprema Corte de Justicia en relación a la inconstitucionalidad de la ley interpretativa de la Caducidad, norma que en diversos expedientes la Corporación ya determinó que es contraria a la Carta Magna.
Esta semana el magistrado sólo tomó declaración a algunos oficiales navales cuyas defensas no presentaron recursos, entre ellos, los hermanos Federico y Álex Lebel.



Rosadilla destacó la imagen de Caramés
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Rubio y Lev: "En el Fusna se torturó salvajemente"

Viernes 17 de noviembre de 2000 .
a afirmación del ex comandante de la Armada Nacional, James Coates, respecto a que durante la última dictadura militar no se realizaron “torturas” en dependencias del arma de que formó parte, ha sido refutada por varias decenas de testigos, entre otros, el senador Enrique Rubio y el diputado León Lev.
En el libro “Uruguay Nunca Más” del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) se menciona (página 133, 3ª edición, 1989, editado en nuestro país) al Fusna (Fusileros Navales dependientes del Comando General de la Armada) y a la Prefectura Nacional Naval como tres de los centros de tortura de la dictadura militar denunciada por ex presos políticos.
Las afirmaciones realizadas ayer por Coates –un militar considerado como “constitucionalista” dentro de la interna castrense– también fueron refutadas en la víspera por un senador y un diputado de la República.
Mientras el senador de la Vertiente Artiguista, Enrique Rubio, dijo tener conocimiento directo de que “en el año 1977 en el Fusna hubo decenas de detenidos que fueron sometidos a brutales torturas”; el diputado suplente de Alianza Progresista, León Lev, reiteró su denuncia respecto a haber sido “torturado salvajemente” en la misma dependencia naval.

“Barbarie”

“En el Fusna hubo verdaderos destrozos. En el año 1977 se detuvo a decenas de personas que fueron sometidos a brutales torturas. Esto es ampliamente conocido, hay testimonios y documentación”, dijo el senador Enrique Rubio.
“Pero eso no sucedió solamente en ese período, sino en otros momentos del proceso dictatorial. Tengo muchos amigos, conocidos e incluso compañeros de la actividad política de aquella época que fueron sometidos a tratamientos que son una verdadera barbarie en el Fusna”, agregó Rubio, que estuvo vinculado a los GAU (Grupos de Acción Unificadora), fue detenido y procesado junto al extinto dirigente, Hector Rodríguez, en el año 73 –en el penal de Punta Carretas– recordó que en 1977 se realizó un operativo militar del Fusna contra el citado grupo político. “Allí se detuvo a muchos militantes de los GAU que estaban en el país y fueron llevados a la sede de los Fusileros Navales donde fueron torturados”. Rubio añadió que en el año 77, el profesor Ricardo Vilaró fue liberado del penal de Punta Carretas y vuelto a detener en el Fusna”, donde, “fue torturado salvajemente”.
El legislador frenteamplista también recordó que en esa unidad hubo un “entrelazamiento operativo con los centros de detención en Argentina, lo que se vincula con varios ciudadanos desaparecidos. Hay testimonios incontrastables en ese sentido por varios testigos que viven en nuestro país y en el exterior”.

Picanas y martillos

Por su parte, el actual diputado suplente de la Alianza Progresista y ex dirigente del Partido Comunista, León Lev, reiteró a LA REPUBLICA su traumática experiencia personal.
Lev recordó que durante el pasado gobierno de Julio María Sanguinetti se entrevistó con el entonces subsecretario de Defensa, Nicolas Storace, quien “me informó que 15 días antes de mi detención, el jefe del Servicio de Información de Defensa era el general (Iván) Paulos”.
Lev fue detenido el 12 de marzo de 1979 y torturado en el Fusna. “Esto está escrito y lo voy a volver a decir cuantas veces sea necesario. Fui torturado, colgado, picaneado y también me martillaron la cabeza. Así que (si Coates) no sabe si se torturó, yo le puedo decir que fui torturado en un centro naval, cerca del Comando General de la Armada”.
Lev sostuvo que en la sede del Fusna “también se violaron mujeres. Se hicieron las cosas igual que en el resto de los centros de detención de la dictadura, donde no había ninguna defensa legal”.


Daners ocupaba un despacho debajo del lugar donde se torturaba a detenidos

Por primera vez, el Fusna por dentro

Martes 31 de enero de 2006  
Una carta de ex presos políticos y una investigación de LA REPUBLICA pusieron en evidencia el nivel de conocimiento que el actual comandante en jefe de la Armada, Tabaré Daners, tuvo del centro de reclusión y torturas que operó durante la dictadura en el Fusna (Fusileros Navales) dependiente del Comando General de la Armada. Martes 31 de enero de 2006 |
LA REPUBLICA consultó a varios ex oficiales de la Armada que revistaron en el Fusna y que accedieron a reconstruir, en detalle, el edificio donde funcionó un centro de torturas.
Daners  que mañana será sucedido por el contralmirante Juan Fernández- ocupó distintos despachos en el Fusna durante los años de la dictadura. Como el juez sumariante, el marino tenía su oficina en la planta baja (Nº 66), al lado del local asignado para la recepción de detenidos (Nº 34). En una habitación contigua pero en planta alta, funcionaban las instalaciones destinadas a los “apremios físicos” de los detenidos.
Entre 1975 y 1979, Daners fue jefe de la Unidad de Instrucción -como S 1, la Sección Personal del Estado Mayor, y S 4 (ambas oficinas figuran en el plano con el Nº 48) Logística del Estado Mayor-, y entre 1979 y 1980 fue segundo comandante de ese mismo cuerpo.
Daners admitió que “lamentablemente ocurrieron circunstancias o hechos que, por supuesto, no son motivo de orgullo, pero también es cierto que eso no respondió a una conducta habitual institucional, sino a la de determinadas personas” y agregó que “yo no los justifiqué en su momento, no los justifico ahora ni los justificaré nunca”.
Días pasados, un grupo de 19 militantes del disuelto Grupo de Acción Unificadora (GAU) reclamó al actual comandante de la Armada, vicealmirante Tabaré Daners, “esclarecer los hechos más indignos de nuestra historia y que sabe muy bien”. Lo acusaban de conocer los mecanismos de tortura en dependencias de los Fusileros Navales en los años 1977 y 78 y que aún no reconoció públicamente.
Raúl Daguerre, de 52 años de edad, firmante de la carta pública, estuvo detenido en el Fusna, en los años en que el actual comandante Daners revestía en el Fusna.
En diálogo con LA REPUBLICA, señaló que en ninguno de los dos informes de la Armada “hay un reconocimiento explícito de la tortura aplicada en el Fusna y se sigue hablando solamente de apremios físicos”.
Recordó que “un grupo importante de integrantes del GAU estuvo en 1977 detenido en la base de los Fusileros Navales, y el comandante Daners era el responsable directo de la captura nuestra, conoce y tiene más datos de los que ya dijo”.
Daguerre fue detenido en noviembre de 1977 y recuerda al actual comandante. “Daners aparecía como juez sumariante, un eufemismo para designar al torturador que hacía la parte administrativa de los detenidos, por decirlo de alguna manera”.
Además, la unidad del Fusna “es lo suficientemente chica en materia de espacio como para que todo lo que ocurría allí adentro se oyera claramente”. “Así como nosotros escuchábamos los cánticos y gritos de la tropa en los entrenamientos, también la tropa escuchaba los gritos nuestros cuando se torturaba. Todo estaba limitado a pocos metros y es imposible que Daners o los médicos, odontólogos o enfermeros que participaban en todo eso, puedan negar lo que allí pasaba”.
“La situación que se dio en el Fusna a partir de 1975 o 76 se da en un encuadre de país distinto. La guerrilla urbana estaba derrotada y creo que la Armada uruguaya emuló a la argentina que en aquel momento estaba comandada por Massera y que tenía sus apetitos políticos. Operaron de manera orgánica. Todos recordamos lo que era la figura en aquellos años del comandante Márquez”, agregó. “Daners sabe mucho más de lo que ya dijo. Sería bueno también que la Marina abriera las puertas del destacamento de los Fusileros Navales, ubicado allí en la Aduana y la prensa dé cuenta de lo que son esas instalaciones”, afirmó.
Pero también Daners fue identificado por su actuación en el Fusna, entre otros, por el médico Raúl Lombardi, según testimonio publicado por Brecha.
Lombardi sostuvo que “el Fusna fue uno de los organismos represivos más activos de la dictadura militar, particularmente en la segunda mitad de la década del 70″. “Fue concebido, conformado y entrenado como un cuerpo de elite, emulando a los tristemente famosos parachutistes del ejército francés, que combatieron a los movimientos de liberación de Argelia”. “Este cuerpo ocupaba uno de los antiguos depósitos de la aduana. Estos edificios de tres pisos sirvieron simultáneamente como centro de torturas e interrogatorios, centro de detención ‘legal’ para aquellos detenidos a los que se les había levantado la incomunicación, y como cuartel y centro de entrenamiento, con todas las instalaciones castrenses de rigor, incluyendo servicio médico y odontológico”.
“Las paredes del celdario fueron construidas con bloques que demarcaban pequeñas habitaciones, con escasa iluminación artificial, que quedaba prendida día y noche, y que permanecían cerradas por la clásica puerta con mirilla. Esta estructura se encontraba en el corazón del edificio que alojaba a toda la dotación del cuerpo. En estas celdas permanecían recluidos los detenidos ‘legales’, que pasaban el día en un ‘patio’, que era como un gran galpón que ocupaba dos pisos de altura, con algunas aberturas que comunicaban con otras áreas del cuartel”.
“En el piso intermedio se encontraban las instalaciones donde se interrogaba bajo tortura a los detenidos de ambos sexos. Allí también eran alojados los detenidos incomunicados, algunos en celdas, otros atados a ganchos amurados en las paredes, siempre encapuchados, aun para comer. La capucha sólo se podía levantar en el baño, que tenía una pequeña banderola a través de la cual se oían conversaciones; luego supe que correspondían al patio de recreo. También en ese patio, en el que estuve algunas semanas atado a la pared, se oían las conversaciones de las compañeras no incomunicadas, matizadas con el ruido de una máquina de coser, conversaciones y ruidos que acortaron las horas de mis días de incomunicación y de silencio”.
“No era infrecuente oír los gritos de los detenidos mientras eran torturados”.
“Todo esto, y bastante más, ocurría en un mismo local, con una estructura básica de columnas y pisos, a la que se agregaban separaciones, a veces precarias y poco aislantes, con múltiples comunicaciones por ventanas y otras aberturas; recuérdese que originariamente estos edificios fueron depósitos aduaneros de mercaderías. Todo lo que allí ocurría era imposible entonces que fuera ignorado por quienes allí se encontraban”.
Más adelante, expuso sobre la función del juez sumariante.
Afirmó que “no formaba parte de la estructura de la llamada ‘justicia militar’” y que su función era “asegurar que las declaraciones arrancadas bajo ‘apremios ilegales’ se mantuvieran inalterables”.
“Es imposible, materialmente imposible en el contexto descrito, que cualquier integrante del Fusna (jueces sumariantes, médicos y odontólogos incluidos) ignorara lo que allí ocurría”, afirmó. *



 EX PRISIONERO DEL FUSNA:
    CARTA ABIERTA A LA ARMADA NACIONAL

05.01.06



A la Armada nacional, de otro ex-Gau:

Posiblemente pocos ciudadanos conozcan el papel represivo que cumplió el cuerpo de Fusileros Navales (Fusna) durante los años de dictadura. En 1972 el Ejército definía prácticamente el control militar en perjuicio de la guerrilla urbana. A partir de allí y más concretamente del golpe de Estado del 73, la resistencia contra la dictadura se organizó desde los ámbitos políticos, sindicales, estudiantiles y sociales.

Decididamente en el año 75 no quedaban ni vestigios de lucha o resistencia armada más allí de la necesidad política de un gobierno que para legitimarse necesitaba inventar lo que no existía. Es precisamente a partir de dicho año que la Armada y el Fusna en coordinación con sus pares argentinos y conectados con la tristemente célebre esma (Escuela de Mecánica de la Armada), ubicada en Buenos Aires, comienza su trabajo de inteligencia que llegaría por lo menos hasta finales de la dictadura.

Durante esos años fuimos centenares los militantes de los más diversos grupos políticos y sectores sociales que fuimos detenidos, desaparecidos, interrogados y torturados en la unidad de Fusileros Navales. Ubicada en el puerto de Montevideo, en lo que antiguamente era un hangar, en el mismo edificio habitaba y se formaba la tropa, el personal del servicio de mantenimiento, el personal de salud, las salas de tortura, el patio de visitas, los calabozos, las oficinas, en fin todo en un espacio bastante reducido, al extremo que en cualquier lugar de la unidad que uno estuviese podía escuchar los gritos y aullidos de los torturados.

Durante el tiempo en que se permanecía en el Fusna, para muchos fueron años, se debía estar con una venda puesta para evitar ver la cara de los responsables de todos estos "malos tratos". Y en general así fue, con la excepción, pues toda regla que se precie la tiene, de un marino en su uniforme panameño o camuflado, que se presentaba a sí mismo como "juez sumariante", eufemismo que designaba al responsable administrativo de la tortura. En su despacho, no muy lejos de la sala de torturas, después de semanas o meses de "malos tratos'' los detenidos escuchaban la orden inquietante: ¡quítese la venda! Y uno quedaba frente a ese juez sumariante que con ayuda de un auxiliar iba mecanografiando un acta, entre sutiles amenazas a los familiares o volver a los interrogatorios.

Ni hablar de que se tomara en cuenta el mal trato recibido o cualquier réplica a los cargos imputados, no era la idea. En mi experiencia y por ella hablo, ese 'juez sumariante' tuvo la cara y es la del actual comandante Tabaré Daners. Tuvo muchos colegas, como Trócoli, Larcebeau, Menéndez, Zapata, que participaron activamente en la represión, tanto aquí como en Buenos Aires, tal vez alguno todavía está en actividad, pero de todos modos ellos saben, Daners también.

Porque en el año 78 desaparecieron 22 compañeros de los GAU y también compañeros del ams, pcr y mln. La coordinación represiva funcionó muy bien y probaron que no eran maricones, todos torturaron y de esa manera comprometieron a toda la Armada, actuaron en su nombre y hasta el día de hoy están apoyados con su silencio.

No quiero ser juez y parte, seguiré siendo parte, pero la verdad la quiero completa. No es posible dar vuelta la página, no necesito que me pidan perdón, tampoco siento que tenga que pedirlo, fui un resistente convencido contra la dictadura, nunca he aspirado a más que eso y no tengo de que arrepentirme. Hoy hablo sólo en mi nombre, pero con el derecho a exigir la verdad sobre el destino de las compañeras y compañeros desaparecidos.

La verdad no se puede negociar, sólo conociendo la verdadera historia transitaremos hacia la justicia y la paz. Que nadie se sienta autorizado a decidir por todos los que de una forma u otra hicieron posible la vuelta a la democracia, porque las cárceles se abrieron por la lucha de muchos uruguayos que modestamente, denunciando y resistiendo a la dictadura, hicieron que, por ejemplo, los rehenes dejaran de serlo.

Sería buena cosa que la Armada abriera las puertas de las instalaciones y archivos de lo que quede del Fusna y permitiera a la prensa hacer su trabajo de investigación en el lugar concreto donde ocurrieron los hechos. Pero sobre todo, que aportara la información que posee, escrita o no, que ayude a encontrarnos con la verdad de dónde están, qué les pasó a las compañeras y compañeros desaparecidos. En la Armada hay gente que sabe. Es de honestidad individual y como arma que lo digan.

Raúl Daguerre

Los gráficos de "Saracho"


 

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