de Gabriel Carbajales .
Tal vez de nuevo se nos llame a todas y todos “¡TUPAMAROS!”…
Puede
considerarse, leyendo y releyendo el interesante aporte escrito por Ricardo Ferré
preguntándose (y respondiéndonos) qué hacen ahora “los tupamaros”, que este
aporte tiene la virtud de despertar curiosidad e, incluso, interés político por
conocer aspectos primigenios y otros más cercanos en el tiempo de un largo proceso
histórico que seguirá siendo capítulo inconcluso mientras no cristalicen las
aspiraciones más gruesas de un pueblo que, verdaderamente, está siendo objeto hoy
mismo del fraude ideológico más escandaloso del Río de La Plata neo-colonizado.
Ferré
nos demuestra, también, cómo se repite entre nosotros lo que ya ha ocurrido con
otros pueblos en otros territorios del mundo a lo largo del siglo XX, aunque
esta vez nos deje helados cómo se actúa -con cuánta desfachatez-, invocándose descaradamente
esas mismas aspiraciones populares y evocándose irrespetuosamente lo más
sentido de un pasado que anida en el alma del pueblo como paradigma de dignidad
y heroísmo, y -muy a pesar de los hipócritas- como palpitante luz de fe y
esperanza de aquellas y aquellos a los que Artigas llamó “los más infelices”, y
que hoy somos todo el pueblo trabajador –explotado y oprimido- de esta región del
sur del planeta que no quiso dejar de ser la “Banda Oriental” para convertirse
en la “república burguesa” dependiente impuesta por el imperialismo británico con
el auxilio de los traidores de entre casa, en la primera mitad del siglo XIX,
por vía de la violencia, el atropello y el escarnio especialmente ejercidos
contra quienes el colonialismo y la naciente oligarquía “criolla” identificaban
como “Tupamaros” (incluido Artigas, por cierto).
La nota
de Ferré trata de mostrarnos, de últimas, el contraste existente entre la
conducta de algunos cogobernantes del presente, antaño integrantes del viejo
Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros), y la de una muchedumbre dispersa
y desencontrada de otras y otros que también integraron aquella organización
revolucionaria desde la sexta década del siglo pasado y que hoy, aún dispersos
y desencontrados físicamente, no se han pasado a las filas de la burguesía,
como sí lo siguen haciendo los anteriores sin que nada parezca poder detenerlos,
al menos por ahora (aunque, la verdad, “las papas van quemando”, para ellos, no
obstante sus alharacas neciamente triunfalistas de las que siempre han gustado,
incluso antes, mucho antes, de interesarse por el Nobel de “la paz” para “El
Chicotazo zurdo del siglo XXI”).
Ferré
logra despertar seguramente mayor curiosidad e interés particularmente entre quienes,
explicablemente –porque el negocio mediático burgués no es nada zonzo y sabe
dónde meter el dedo-, han ido haciéndose a la idea de que “el tupamaraje en
pleno” ha renegado de sus principios y su compromiso con la causa
revolucionaria. Logra hacer ver que de aquel tronco común de rebeldía y lucha
de los ´60 en adelante, no todo se pudrió ni todos y todas se vendieron, sino
que, por el contrario, constituyen una ínfima minoría las y los que hoy son
responsables ilusos, pero no ingenuos, del “salvataje” burgués (esto, además,
puede corroborarse si se presta especial atención a la voluminosa nómina de
fallecidos desde la vuelta a la “legalidad burguesa”, cuya inmensa mayoría
–promediando los 60 años de edad- acabó sus días completamente alejada del “aparato
Fernández-Mujica-Bonomí” –como es el caso del mismísimo Raúl Sendic Antonaccio-
sin siquiera mantener con él lazos meramente indirectos o informales, y, por
supuesto, sin “mojar” para nada en las engañosas prebendas “obsequiadas” a buen
precio por el Estado burgués y su clase dominante, siempre atenta y “regalona”
con quienes saben hacer las cosas con mayor eficacia que los profesionales
“clásicos” de la crema politiquera encargada de cortar el bacalao del saqueo y
el despilfarro al servicio de los herederos del anti-artiguismo contrarevolucionario
y del coloniaje servil).
Por supuesto que Ferré se propone hacer
hincapié en el contraste entre “tupas” renegados y “tupas” consecuentes, y,
además, en destacar con energía todo aquello que constituyó la razón de ser del
viejo MLN y que aún hoy se mantiene completamente vigente no ya como
“patrimonio tupamaro”, sino como aspiración general de todo el movimiento
popular oriental y la inmensa mayoría de sus organizaciones de verdadera y sana
intención revolucionaria.
La nota
no sugiere ni siquiera distraídamente la reivindicación de un necio
exclusivismo pro Tupa. No lo destaca, pero, por supuesto, no desconoce el muy
valioso protagonismo de otras y otros luchadores del pasado y del presente de
otras organizaciones, tan defraudados y estafados también como los Tupamaros
por algunas de sus mismas ex compañeras y algunos de sus mismos ex compañeros no
“tupas” de otrora, buena parte de quienes actuaron como orientadores o
dirigentes antes y después del “proceso cívico-militar”.
No lo
destaca, pero, obviamente, ni lo menosprecia ni lo subestima. Carga las tintas
en lo que busca hacer sobresalir comprometida y legítimamente desde su misma
pregunta inicial acerca de qué pasa hoy con los Tupamaros, pero sin trasmitirnos
una visión sectaria o sesgada ni del pasado ni de nuestro complejo y dramático
presente.
Probablemente
Ferré haya considerado que referirse con más detalle a esos otros casos del
movimiento popular, debilitaría el sentido primordial de su nota, y seguramente
es así.
Leída y
releída aquélla, sin embargo, aparece casi como una necesidad complementaria consecuente,
señalar al menos un par de aspectos que quizás también ayuden a despertar más
curiosidad y más interés político aún, especialmente entre los más jóvenes y
ninguneados respecto al conocimiento histórico no flechado:
1.-
Prácticamente la mayoría de las fuerzas políticas derrotadas por la dictadura
que habían cofundado el Frente Amplio, y también otras surgidas luego e
integradas a él, experimentan el mismo proceso de desnaturalización ideológica
ocurrido con el “MLN”, y ello se expresa en la masiva deserción del grueso de
sus militantes, también dispersos y desencontrados hoy (los sobrevivientes,
cabría decir) y no comprometidos para nada con el “aggiornamiento” conciliador
atrás de la “alquimia” renegada de un capitalismo “bueno” y “humano”, que es en
realidad lo que constituye la gran estafa al pueblo y un auténtico insulto a
las y los que han dado hasta sus vidas por la causa obrera y popular.
2.- Sin
entrar a considerar las cuestiones metodológicas “internas”, que también
muestran la misma desnaturalización ideológica (aspecto sobre el que daría para
decirse y aprenderse mucho), TODAS Y TODOS LOS EX “REVOLUCIONARIOS”
COMPROMETIDOS HOY EN EL “SALVATAJE” BURGUÉS, HAN DICHO EN LOS HECHOS LO QUE NO
EN LO DECLARATIVO: HAN DICTAMINADO COMO PRIORITARIAS Y “ESTRATÉGICAS” Y ACTUADO EN CONSECUENCIA, LAS
ALIANZAS POLÍTICO-IDEOLÓGICAS CON LO QUE GROTESCAMENTE CALIFICAN DE “BURGUESÍA
NACIONAL” Y LOS SECTORES LLAMADOS “PROGRESISTAS” DEL URUGUAY, especialmente con
sus “cuadros” o “referentes” de más peso en sus respectivos ámbitos elitistas de
la clase dominante. HAN ABANDONADO –mejor dicho, nunca la consideraron seriamente-
LA PREMISA DE QUE LAS ALIANZAS ESTRATÉGICAS NATURALES Y OBLIGADAS SON LAS
ENTRETEJIDAS EN EL PUEBLO Y CON EL PUEBLO TRABAJADOR, EN ATENCIÓN A SUS
INTERESES Y NECESIDADES PRESENTES Y FUTURAS, Y EN FUNCIÓN DE UN MOVIMIENTO
POPULAR QUE ESTÉ CADA VEZ EN MEJORES CONDICIONES DE LUCHAR POR LOS CAMBIOS REVOLUCIONARIOS
REALES Y NO SENCILLAMENTE POR NO EMPEORAR SU YA CALAMITOSA E IRREVERSIBLE SITUACIÓN
EN LOS MARCOS DEL SISTEMA CAPITALISTA, a la espera del milagro de la imposible
humanización burguesa.
Por
último, y a cuenta de quienes deseen seguirla, una acotación fundamental:
aquellas organizaciones pre dictadura del segundo medio siglo XX, todas ellas,
adolecieron de una misma, común y, podría decirse, “fatal” renguera ideológica:
NO SOLAMENTE EN EL VIEJO MLN, SINO HASTA EN LAS ORGANIZACIONES QUE INVOCABAN Y
SIGUEN INVOCANDO PERMANENTEMENTE A LA CLASE OBRERA E INCLUSO PRINCIPIOS
DOCTRINARIOS-PARTIDARIOS MUY PRECISOS, ESTUVIERON SIEMPRE EN UNA MUY DESFAVORABLE
CORRELACIÓN DE FUERZAS LAS CORRIENTES MILITANTES DE DECIDIDA OPCIÓN CLASISTA
POR LOS PROPIAMENTE EXPLOTADOS Y OPRIMIDOS A MANOS DE LA BURGUESÍA EN TODAS SUS
VARIANTES LOCALES E INTERNACIONALES IMAGINABLES.
En el
caso del MLN, predominaron antes de la derrota las corrientes indefinidas como
“nacionalistas de izquierda” (uno de cuyos principales exponentes fue y sigue
siendo Mujica), y, luego de la dictadura, estas corrientes contrajeron una sólo
en apariencia increíble alianza táctico-estratégica con algunos exponentes de
lo que por entonces se consideró “corriente marxista-leninista” dura e
inflexible (uno de cuyos principales exponentes fue y sigue siendo Bonomi)… Sólo
en apariencia, decimos, porque ambas corrientes, más allá de lo declarativo y
prolijas “autodefiniciones ideológicas”, compartían y practicaban algo esencial
como elemento “unitario”: el dirigentismo, el vedetismo populista, la subestimación
de las bases, la concepción de “pueblo” en el mismo sentido aparatista del reclute
hacia la estructura súper piramidal mantenida a costa de cualquier procedimiento,
y, abreviando, la misma idea acerca del carácter de las alianzas políticas,
importando más para ambas corrientes el protagonismo individual o grupal de las
“vacas sagradas” (primero las “vacas sagradas de izquierda”, y, poco tiempo después
de verse el chispazo triunfalista de los ´90, también las “vacas sagradas de la
derecha y del centro”, a contrapelo categórico de la idea de Sendic y otras muchas
y otros muchos compañeros de que se debía propender a contraer alianzas desde
abajo y con los de abajo, aunque éstos no tuviesen expresión
orgánico-partidaria alguna o tan sólo tuvieran y mantuvieran vínculos sociales
de poco ruído y poca prensa, como señalaba la propuesta de “Frente Grande”
menospeciada por los que hoy desean gobernar, todas y todos ellos).
Concluyendo,
puede afirmarse que en el fenómeno destacado por Ferré respecto a la
experiencia tupamara y que aquí hacemos extensivo –simplificando mucho, por
cierto- al resto del espectro por lo menos “frentista” y filo frentista, existe
precisamente un común denominador que nos viene desde la vastísima “geografía
militante” de los ´60, y que visualizarlo tiene el sentido –con el mismo
espíritu de lo aportado por Ferré- de hacernos ver que aún dispersos y
desencontrados físicamente, carentes de una misma organización común y huérfanos
totalmente de recursos materiales, todas y todos, Tupamaros y no Tupamaros “a
la intemperie” (afortunadamente, dan ganas de decir), habremos de estar también
cumpliendo con nuestra moral revolucionaria y nuestro deber revolucionario, si
somos capaces de avanzar cada día más en la opción clasista de fondo, estemos
donde estemos y aunque sigamos en una posición de gran desigualdad desfavorable
en una correlación de fuerzas que, bien lo sabemos, ya se modificará a favor de
la historia y no de las corrientes que han decidido cumplir el rol de
mascarones de proa de la conciliación y el oportunismo, con viento en la
camiseta, pero en contra del pueblo trabajador y la revolución.
¡Que
las corrientes pequeñoburguesas “revisionistas” –que de eso se trata:
revisionistas chovinistas y revisionistas “marxistas” unidos- sigan lo más
campantes estrecha y mezquinamente hermanadas; no expresarán en lo más mínimo,
jamás, ni los intereses ni las expectativas revolucionarias de los explotados y
los oprimidos!. ¡No expresarán siquiera los intereses ni las expectativas de la
pequeñoburguesía contrarevolucionaria, porque la pequeñoburguesía no es una
clase, es el sector desclasado por excelencia de la sociedad burguesa; el
sector que por más ínfulas que crea tener de que ha sido llamada por las hadas
de la dialéctica a vanguardizar la lucha del pueblo, tarde o temprano le
haremos aprender que a la clase revolucionaria no la representa ni la manda nadie,
y mucho menos los advenedizos con ambiciones de poder, fama y veneración del
populacho cautivado por los cantos de sirena que, si los dejamos, hasta pueden terminar
adoptando estrofas de los viejos himnos nacional-socialistas del siglo pasado!!!.
No está
bueno estar dispersos y desencontrados las viejas Tupamaras y los viejos
Tupamaros así como las viejas y los viejos comunistas y las viejas y los viejos
anarquistas. Nada bueno está.
Pero lo
que sí hubiera sido horrible es estar desencontradas y desencontrados con
nuestro pueblo, ése que emigra a los asentamientos y revuelve los contenedores
sin que nadie lo vea.
Las
desencontradas y los desencontrados de hoy, somos lo que hemos superado la
derrota afianzando el rumbo proletario de cualquier revolución de veras… Y en
eso estamos, sí, querido Ricardo, con machazas rengueras y una nueva baja día
por medio, pero también viendo y sintiendo cómo otras cabezas y otros brazos jóvenes
abrazan con amor y entusiasmo una causa por la que tal vez mañana, de nuevo, a
todas y a todos se nos llame “¡TUPAMAROS!”.
Gabriel –Saracho-
Carbajales, 18 de febrero de 2014 / año de la dignidad.
ver además:
de Ricardo Ferré
ver además:
de Ricardo Ferré
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