sábado, 15 de septiembre de 2012

Sala de manyamiento sin vidrios espejados, futura, pero segura

"La Hora Oscura" Eduardo Kingman


La deseada primavera del ´12 parecería ir pintando de florido desfile de torturadores y asesinos del “proceso” por los despachos de algunos juzgados penales montevideanos y tal vez otros del interior del país, para ser reconocidos e identificados por decenas y decenas de torturadas y torturados sobrevivientes de la dictadura “cívico-militar”, que finalmente pudieron denunciarlos reclamando el juicio justo y el merecido castigo.

Desfilarán, con seguridad, al menos los verdugos que están gozando de muy buena vida –aunque procesados- en la señorial residencia militar de puertas y ventanas abiertas de Piedras Blancas, atendidos primorosamente por personal de tropa, suboficiales y otros subalternos en actividad, puestos enteramente a sus órdenes como compensación por ser los pocos cabeza de turco con que viene pagando innumerables delitos de lesa humanidad –miles y miles- la fábrica de delincuencia organizada en que fueron convertidas las FFAA del Estado “uruguayo” hace más de 40 años, a pedido de los legisladores, ministros, hacendados, banqueros y demás chupamedias del imperio, que se resolvieron a principios de los ´70 por despedazar al bravío movimiento popular oriental.

Los otros acusados y las otras acusadas, los aún no procesados aunque sí escrachados y condenados socialmente en todas partes, no se sabe…

Seguramente les llegarán en tiempo y forma los cedulones judiciales instándoles a presentarse, con la advertencia de que si no lo hacen, serán “conducidos” compulsivamente por personal policial a las órdenes del “poder judicial”; no sería raro que todos o la mayoría, estuviesen delicadamente enfermos e imposibilitados de caminar, o que incluso algunos de sus abogados defensores de lo indefendible, argumenten que sus “clientes” no están ya en sus cabales, que no saben ya ni cómo se llaman ni si viven o ya han muerto…

Lo más probable es que no haya uno solo que arrime voluntariamente y sin miedo a la porfiada e incansable verdad que rema y rema, penosamente, a veces como angustiada y casi exhausta, pero inexorable, “cruel”, a través de un inmenso mar de escollos, trapisondas y traiciones, que, sin embargo, no pueden con ella.

Nadie sabe qué lineazo bajará de unos altos mandos militares y políticos que parecen ocultos y a la sombra; son ellos los que deciden, de ellos depende que los citados y las citadas concurran o no a la “sala de manyamiento”, como les gusta llamar a los milicos al lugar de los reconocimientos cuando de “los pichi” del pueblo se trata.

Si nos atenemos a los aires que se respiran en una atmósfera político-militar crecientemente cargada de presión y amenazas sobre fiscales y jueces dispuestos a actuar como corresponde, a la bendita primavera de posibles desfiles de verdugos por los juzgados, le sucedería casi con seguridad el intento de congelarnos nuevamente en otro largo invierno de impunidad y mentiras con disfraces constitucionales, éticos, humanitarios, etc., etc., etc., especulando con aquello de que “esto se resolverá cuando estemos todos muertos”…

Pero, tranquilidad, gente; es cierto que la vamos quedando los que perdimos y, también, los que “ganaron”

Desdichadamente, es lógico, sobre todo los que perdimos… los que perdimos en salud, en daños físicos irreparables, en discapacidades que por cierto no lucen los verdugos que también resultaron ser mortales (y encima, cagones, de los peores, de esos a los que entre ellos suelen arrestar a rigor “por falta de carácter”).

De la guadaña, no nos quepan dudas, no hay enfermedad que los salve; sí o sí, acudirán a la cita por las buenas y por las malas también, yendo a jeder, por suerte, a tubulares bien distintos y bien alejados de los nuestros.

Eso sí, la diferencia, la sencilla y maravillosa diferencia, reside en que los que hemos luchado por verdad y justicia, por juicio y castigo, desde mucho antes que estos infelices se recibieran de verdugos, nos iremos yendo, la iremos quedando, la vamos quedando, con la certeza plena, la alegría imposible de imaginar por los miserables de uniforme y sin él, de saber que hoy es en las entrañas del pueblo entero donde anida, pese a las apariencias de ingenuidad, desaliento y desilusión del presente, una sed de justicia inquebrantable y eterna, que cuando sea saciada plenamente, esa misma circunstancia será también, sencillamente, la de la hora de la justicia definitiva con los torturadores de todo pelo, pues la caída estruendosa y aplastante del capitalismo, es también la merecida muerte de todas las agresiones criminales sobre las que “descansa” el dominio de una clase haragana, ruin e inicua ya muerta antes de nacer, apenas ocurrida la revolución francesa, hace un rato nomás

Ese alzarse invencible del pueblo trabajador, ése será el mágico momento del desfile definitivo de toda la podredumbre burguesa a la sala de manyamiento de la historia

Ese será el justo momento en que reconoceremos y señalaremos sin vidrios espejados, cara a cara, cuerpo a cuerpo, a los explotadores, opresores y torturadores del pueblo!

¡La vida es lucha, Compañer@s!

¡La justicia es el premio al vivir la vida luchándola!!!.

Gabriel –Saracho- Carbajales

Montevideo, 11 de setiembre de 2012, a 39 años del golpe fascista en Chile.

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