Controversia
Alertan sobre convenio entre INIA y Monsanto para producir soja transgénica en Uruguay
La Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR) transmitió a las autoridades del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) su preocupación por la firma del convenio de confidencialidad con la transnacional norteamericana Monsanto para el desarrollo de una variedad local de soja transgénica.
El acuerdo entre el INIA y Monsanto tiene como principal objetivo introducir en su material genético de soja la tecnología “RR2Y-Bt” a efectos de hacerla disponible en los futuros cultivos de la mencionada legumbre.
Desde el INIA se argumenta que la tecnología que desarrolló la empresa multinacional combina la resistencia al herbicida “glifosato” con la resistencia a los insectos (lepidópteros), confiriendo a los cultivos “ventajas relevantes desde el punto de vista productivo y ambiental ya que potencialmente posibilita reducir la utilización de pesticidas”.
Además, el INIA asegura que la utilización de tal tecnología se encuentra en proceso de “desregulación para su uso a nivel comercial en Uruguay y está siendo validada en el marco de acuerdos entre INIA y Monsanto”.
Sin embargo, representantes de la Comisión de Fomento Rural presentaron en las últimas horas a las autoridades del INIA sus reparos con el acuerdo firmado para producir soja transgénica.
La Comisión de Fomento Rural presentó a las autoridades del INIA un documento en el que plantea una serie de disconformidades con el funcionamiento del INIA, pero por sobre todo el rechazo a la firma del convenio con Monsanto y piden “explicaciones”.
En ese encuentro estuvieron presentes el presidente del INIA, Álvaro Roel y el director Alfredo Picerno, y por la CNFR, Mario Buzzalino, y el integrante de la Mesa Ejecutiva de la gremial y también representante en la Junta Directiva del INIA Joaquín Mangado.
Según publicó La Diaria, el convenio consiste en “el envío de tres variedades de soja a un laboratorio de Estados Unidos que trabaja para Monsanto, para que se les introduzcan los dos genes resistentes, uno a herbicidas y otro a insectos. Este trabajo demoraría unos tres años y el INIA deberá abonar 6.000 dólares por cada variedad”
Buzzalino dijo al mismo medio que “luego de los tres años de investigación, el INIA utilizaría esas variedades como fuente del material genético y de continuarla, en unos años más, se podrían generar variedades adaptadas al medio local. Esta segunda fase es la que no ha sido negociada aún. La patente del gen RR1, que actualmente se utiliza en Uruguay y que es propiedad de Monsanto, cae en 2014”.
“Es claro que Uruguay tiene que crecer en tecnología y la investigación genética es muy cara, pero sabemos que el mercado mundial de semillas lo manejan cinco empresas y estamos en contra de ese tipo de monopolios, porque se parece mucho a regalar la independencia, dijo Buzzalino.
Pedido de informes
Pero las voces de alerta sobre la firma del convenio también partieron desde el propio Frente Amplio.En ese marco, el diputado por Tacuerembó, Edgardo Rodríguez (Movimiento de Participación Popular) remitió al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, y al Instituto Nacional de Semillas un pedido de informes para conocer “en profundidad los alcances y las consecuencias del convenio”.
En la solicitud de informes, el legislador oficialista interroga por “los argumentos de la firma del convenio, sobre los derechos que adquiere Monsanto y qué participación va a tener la empresa con respecto a la semilla generada porque es necesario saber quién será el propietario de esa patente y por cuánto tiempo”.
Asimismo, la agrupación “REDES – Amigos de la Tierra Uruguay (REDES – AT)”, -organización que trabaja desde la perspectiva de la ecología social-, se manifestó contraria al acuerdo. La organización expresa en forma enfática su oposición a la firma del “convenio confidencial”, y alerta sobre “una nueva ofensiva de la empresa Monsanto en la región para la privatización de recursos fitogenéticos y el cobro de regalías”.
Monsanto es una empresa multinacional con sede en Estados Unidos, proveedora de productos para la agricultura. Es conocida por producir el “glifosato”, un popular herbicida, bajo la marca “Roundup”, y también es productora de semillas genéticamente modificadas.Uruguay: acercándonos peligrosamente a la republiqueta sojera
A la lo largo de su larga histórica ha generado controversias debido riesgo potencial o real de sus productos.
La expansión de la soja en el campo uruguayo es avasallante. Lo que también se llama sojización del agro. En agosto del año 2010 se reunió el Primer Congreso de Médicos de Pueblos Fumigados, en Córdoba. La cantidad de malformaciones congénitas, de trastornos respiratorios, de anemias, alergias y hasta de cánceres, empieza a ser inocultable en el territorio argentino, por lo menos en los territorios de las provincias más sojeras del país, como la misma Córdoba, pero también Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires. A los orientales más les valdría ilustrarse, ya que tienen el espejo enfrente.
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La expansión de la soja en el campo uruguayo es avasallante. Lo que también se llama sojización del agro.
Todas las notas periodísticas o enfoques técnicos sobre el tema hablan de que el avance de la frontera agrícola sojera respecto de las áreas de cultivo a principios de la década (y del siglo) se ha multiplicado por 50, hacia 2007, por 100 hacia 2009…
Todas son también contestes en que el implante sojero ha significado un enorme agrandamiento del dinero con él vinculado. En resumen, una enorme monetarización de la producción agropecuaria.
Y la prensa adicta “expone” todos estos datos como si se tratara de “avances”, “desarrollos”, “adelantos”. Que sería lo que habría que probar. Por ejemplo, la monetarización de la agricultura puede esconder que la economía tradicional, previa a la sojización, intercambiaba más productos, más alimentos, pero lo hacía con menos cash. Es apenas una hipótesis, pero bastante verosímil, si uno conoce en qué consiste la llamada economía agraria “tradicional”.
Pero sin entrar al análisis de muchos errores y escamoteos en el material que circula exaltando el avance sojero, o en todo caso, cuidándose de criticarlo, podemos decir, con rigor histórico, que Argentina le lleva al Uruguay unos cinco años de diferencia. En el sentido que lo que arranca como furor en 2002 en Uruguay, había arrancado con similar empuje en Argentina desde 1996.
Con lo cual, algunos fenómenos que en Argentina no se reconocían, al menos públicamente a mediados de esta década que termina, rompen ahora los ojos. Así, podríamos decir ?siguiendo el viejo adagio de que cuando veas las barbas de tu vecino arder (aunque al parecer son las bardas), más vale que pongas las tuyas en remojo? que a los orientales más les valdría no ser sólo valientes sino también ilustrarse, ya que tienen el espejo enfrente.
En agosto de este año de 2010 se reunió el Primer Congreso de Médicos de Pueblos Fumigados, en Córdoba. La cantidad de malformaciones congénitas, de trastornos respiratorios, de anemias, alergias y hasta de cánceres, empieza a ser inocultable en el territorio argentino, por lo menos en los territorios de las provincias más sojeras del país, como la misma Córdoba, pero también Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires.
Algo en sí gravísimo, aunque el ministro K del gobierno argentino, Lino Barañao, lo haya desautorizado públicamente. Y doblemente grave porque ya en 2005, el investigador francés Gilles-Eric Seralini había llegado exactamente a las mismas conclusiones. En ambas investigaciones se usaron milésimas y hasta cienmilésimas partes de las dosis de glifosato habituales en usos agrarios y así y todo se revelaba su potente patogenicidad.
Por eso, leer en El País, de Montevideo, el “glifosato, uno de los herbicidas más amigables con el ambiente” (1) resulta penoso y da vergüenza ajena.
Los mismos autores, revelando su condición de polea de transmisión de los enunciados corporativos del tándem Monsanto y Ministerio de Agricultura de EE.UU. (USDA), que celosamente omiten, nos quieren hacer creer que la soja y sus desarrollos transgénicos “abren un horizonte de oportunidades para todos”, cuando todos los estudios de campo nos revelan claramente que el “modelo de la soja” es una forma muy marcada de contrarreforma agraria, es decir de exclusión de campesinos y trabajadores rurales.
Los partidarios del “paquete tecnológico” de la soja transgénica, RR, que incluye necesariamente al biocida (Round Up, constituido por glifosato, un surfactante, POEA y una serie de biocidas “aliados”) han alegado que “usado con propiedad, es absolutamente inocuo”. Esa frase hecha proviene, aunque no se diga, de Monsanto, su productor inicial y su gran usufructuario. Sus jerarcas siempre aclaran que a diferencia de otros biocidas ?que como lo expresa su propio nombre, matan? éste, con licencia para hacerlo, sin embargo, no lo haría.
¿De dónde proviene tamaña “verdad”? “En 1996 Monsanto fue acusado de falsedad y publicidad engañosa de los productos derivados del glifosato, acarreando una demanda judicial iniciada por el fiscal general del Estado de Nueva York. Y en Francia, en el 2001 se le hizo, también a Monsanto, un juicio similar. En enero de 2007, Monsanto fue declarado culpable de publicidad engañosa por presentar al Roundup como biodegradable y alegar que el suelo permanecía limpio después de su uso.(2)
Con semejantes juicios ya consolidados en varios sitios, llama la atención la actitud panglossiana que impera en algunos circuitos mediáticos del Uruguay.
Ver además:
El Muerto |||: Los transgénicos del Pepe
¿ALGUIEN SABE COMO FUNCIONA EL COLONIALISMO?
MONSANTO, CON EL CONSENTIMIENTO IMPLÍCITO DE LOS PRODUCTORES AGROPECUARIOS AVANZA SOBRE NUESTRA ECONOMÍA ¿DONDE ESTA LA “MESA DE ENLACE” DENUNCIANDO ESTA “INTERVENCION” QUE AFECTA LA LIBRE COMPETENCIA?Luego que la justicia de los EEUU les permitiera “patentar” los organismos vivos (que dirá el Creador, si anda por algún lado), las empresas norteamericanas se lanzaron al mundo a apoderarse de los genomas de los seres vivos. Este supremo absurdo, que confirma que la sociedad actual esta en un camino sin retorno, ha necesitado de la complicidad de socios locales que faciliten los mecanismos legales que les permitan cobrarnos “royalties” cada vez que comemos. El gestor en nuestro país de esta entrega que cometió la grosería de aprobar los transgénicos de Monsanto, usando como “protocolos científicos”, nada menos que los folletos de propaganda EN INGLÉS de la empresa.
REDES – Amigos de la Tierra Uruguay (REDES – AT) se opone a la firma de un convenio confidencial entre el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y la transnacional MONSANTO, y alerta sobre una nueva ofensiva de la empresa en la región para la privatización de recursos fitogenéticos y el cobro de regalías.
El 16 de mayo de este año el INIA firmó un acuerdo con la transnacional Monsanto, para incluir en el germoplasma de soja local que maneja el instituto transgenes propiedad de la empresa.
La firma del acuerdo fue cuestionada por la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR), la gremial que agrupa y representa a los productores familiares en la Junta Directiva del INIA. El convenio, no accesible al público, suscitó un pedido de informes por parte de legisladores del Frente Amplio (FA).
El acuerdo fue gestado durante la presidencia en el INIA del actual Subsecretario de Ganadería, Agricultura y Pesca, Ing. Agr. Enzo Benech, quien también preside la Comisión para la Gestión del Riesgo, instancia interministerial encargada de evaluar los riesgos asociados a la liberación de cultivos transgénicos.
Ganancias “intactas”
Concretamente, el acuerdo es para incorporar la tecnología INTACTA RR2 PRO en hasta tres líneas de soja del programa de mejoramiento del INIA. Esta tecnología incorpora al genoma de la soja dos transgenes: uno que le aporta tolerancia al herbicida glifosato (RR2Y) y otro que le da resistencia a algunos lepidópteros (Bt). Así el INIA incorpora en su programa de mejoramiento de soja líneas transgénicas que contienen tecnología de la cual Monsanto es la propietaria. El proceso de incorporar los transgenes y luego desarrollar las variedades mejoradas insumiría unos ocho años, por lo que se estima que para 2020 estarían prontas las nuevas variedades transgénicas de soja.
Según el INIA, este acuerdo le permitirá disponer a los productores uruguayos de variedades de soja adaptadas localmente que tienen incorporadas “tecnología de alto valor agregado”. El tema es que el germoplasma de soja lo han desarrollado los agricultores durante miles de años, pero la “tecnología de alto valor agregado” tiene un dueño, se llama Monsanto y, obviamente, cobra por su uso. De hecho, en el acuerdo, Monsanto establece algunas condiciones que se deben cumplir para que sus transgenes puedan ser utilizados. A saber:
- Que Monsanto tenga en Uruguay una patente sobre la tecnología INTACTA RR2 PRO. Sería la primer patente sobre genes aprobada en Uruguay, lo cual generaría un antecedente legal muy valioso para la empresa.
- Que el país disponga de un sistema seguro para que Monsanto pueda cobrar regalías sobre la tecnología INTACTA.
- Obtener la desregulación (o sea la autorización para consumo o liberación comercial de soja con la tecnología INTACTA) en países potenciales importadores del producto.
Ofensiva refundadora
REDES – AT se opone a este convenio por considerar que atenta contra la Soberanía Alimentaria del país y contra su soberanía sobre los recursos fitogenéticos, al tiempo que fortalece las estrategias corporativas que tienen como propósito controlar el mercado de las semillas, imponiendo el uso de tecnologías sobre las cuales tienen patentes de propiedad intelectual.
No es casual que a dos años de caer sus derechos de propiedad intelectual sobre la soja RR que actualmente se cultiva en la región, Monsanto esté desarrollando una agresiva estrategia para imponer la tecnología INTACTA RR2 PRO, sobre la cual sí pretende comenzar a cobrar regalías, lo que no ocurre con la actual soja RR.
En Argentina, Monsanto realiza intensas negociaciones con el gobierno para modificar las leyes de semillas en el sentido de disminuir los derechos de los agricultores a favor de los beneficios de la empresa (1). En Brasil en tanto, la transnacional realiza negociaciones para cobrar más royalties por la nueva tecnología que los que ya cobra por la soja RR, lo cual ha provocado que algunos sindicatos de productores ya estén haciendo campaña contra el pago de los mismos, dado que pasarán a pagar hasta cinco veces más por la soja INTACTA RR2 PRO de lo que pagan hoy por la soja RR (2).
En Paraguay, por su parte, poco tiempo fue necesario para que se conociera el rol jugado por Monsanto a favor del golpe de Estado que destituyera al Presidente Fernando Lugo, abriendo las puertas aceleradamente a la aprobación de varios eventos transgénicos propiedad de Monsanto (3).
Esta ofensiva ha sido definida como una “segunda fundación” de la “República Unida de la Soja” (4), la cual, de acuerdo a las estrategias corporativas, abarca buena parte de los territorios de Uruguay, Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia.
¿Por qué Uruguay?
La tecnología INTACTA RR2 PRO es tan tolerante al glifosato como la soja RR. Su supuesta mayor productividad no ha sido demostrada para nuestro país y su resistencia es a un tipo de insectos que no son la principal plaga del cultivo de soja en Uruguay. Su mayor novedad es que su patente está fresca y no se vence en dos años como la de la soja RR.
Es de resaltar que la soja RR es una tecnología que ha favorecido al sector más capitalizado del agronegocio, acelerando los procesos de concentración de la tierra y desde el punto de vista ambiental ha “simplificado” el manejo de los agroecosistemas, provocando el deterioro de los mismos, al tiempo que ha conducido también a un incremento del uso de agrotóxicos.
Es de esperar que Monsanto publicite sus productos biotecnológicos presentándolos como ambientalmente sustentables. Pero el INIA no debería sumarse al discurso de una empresa que tiene un historial criminal en cuanto al manejo de la información sobre los impactos de los productos que ha desarrollado, cuando su principal actividad estaba relacionada a la industria química. Para muestra basta un botón: la semana pasada un Tribunal Regional Federal de Rio Grande do Sul (Brasil) condenó a Monsanto a pagar aproximadamente 250 000 dólares por publicidad engañosa, dado que la empresa desarrolló una campaña publicitaria en la que afirmaba que el uso de semillas de soja transgénica y glifosato era beneficioso para el medio ambiente, lo cual es FALSO (5).
Resulta incoherente con los cometidos del INIA y su papel en transferencia de tecnología al sector agropecuario el hecho de que se firme un convenio de estas características y se mantenga el mismo, además, en un marco de estricto silencio y opacidad, en función de la “confidencialidad” solicitada por la contraparte transnacional.
Por último, REDES – AT deja sentada su preocupación de que INIA acepte, entre las condiciones para que Monsanto cumpla con su parte del acuerdo, aspectos vinculados a la desregulación de esta tecnología en otros países potenciales importadores de la soja INTACTA RR2 PRO. Es claro que Monsanto usa el monopolio que tiene sobre el uso de esta tecnología y el control sobre el mercado de las semillas para impulsar modificaciones regulatorias que la beneficien. Nos preocupa que el INIA se convierta en un aliado de Monsanto en esa estrategia, la cual vulnera los derechos de los agricultores a escala global.
Como organización que reivindica la Soberanía Alimentaria y el desarrollo rural sustentable con justicia social, REDES – AT propone el fortalecimiento de las organizaciones de la agricultura familiar y que el sistema de investigación nacional se centre en sus necesidades y no en las del agronegocio.
Estamos convencidos que convenios como el que acaba de firmar el INIA con Monsanto van en el sentido opuesto.
Por más información:
REDES – Amigos de la Tierra Uruguay
Pablo Galeano
2408 47 90
pablogaleano71@gmail.com
Movimiento Ocupa Monsanto convoca a población mundial a participar de actos contra la transnacional de los transgénicos
por Natasha Pitts
Sábado, 08 de Septiembre de 2012 03:11
El próximo día 17, el movimiento ‘Ocupa Monsanto’ realizará en
varias partes del mundo una gran protesta contra la mayor productora de
transgénicos, la empresa estadounidense Monsanto, y el uso de productos y
organismos genéticamente modificados (OGM).
La intención es hacer que la
transnacional de los transgénicos recoja sus productos de las
estanterías y los lleven de vuelta a sus laboratorios, de modo que ellos
no lleguen hasta las personas para contaminarlas y perjudicarlas.
La principal manifestación ocurrirá en
la ciudad de Saint Louis, condado del estado de Missouri (Estados
Unidos). La concentración se realizará en las "puertas del mal”, como es
llamada la sede de la Monsanto, sus locales de investigación y las
oficinas de la empresa. También están previstas acciones en más de 60
ciudades de Argentina, Alemania, Canadá, Filipinas, entre otros países.
"La gente está preocupada por la
evidencia de que los alimentos transgénicos afectan a la salud humana,
pero los políticos y las empresas ignoran la protesta pública contra los
productos con modificaciones genéticas para proteger sus grandes
beneficios", señaló Rica Madrid, de Ocupa Monsanto, al sitio web del
movimiento.
Las manifestaciones organizadas que
ocurrirán en varios países el día 17, ya tuvieron una previa hace seis
meses. En marzo ocurrió el ‘Día de Acción Global’ con la realización de
actividades en países de África, en la mayoría de los países de Europa,
en toda América Latina, en Australia y en varias partes de Asia.
Organizaciones y activistas realizaron
sus propios eventos en los lugares elegidos por ellos durante uno o dos
días con el propósito de llamar la atención y hacer que la transnacional
de los transgénicos escuche la voz de la población mundial.
En la gran manifestación del día 17, la
intención es conseguir hacer aún más barullo y llevar el mayor número
posible de personas para comprometerse en las acciones. Por eso, además
de estar invitada a participar, cada persona es convocada también a
difundir esta actividad que va a ocurrir en su ciudad/país. En las redes
sociales, sitios web y blogs, el movimiento pide que cada persona
divulgue una imagen con las palabras ‘Ocupa Monsanto’.
Monsanto
La transnacional Monsanto es responsable
por la producción del 90% de los transgénicos plantados en el planeta y
es también líder en el mercado de semillas. Esta posición hace que la
empresa esté en el centro de los debates sobre las implicancias de la
utilización de granos genéticamente modificados. Monsanto también es
severamente criticada porque no tiene en consideración los costos
sociales y ambientales asociados a su accionar.
La empresa también es acusada de
biopiratería, de contrabando de semillas, de manipulación de datos
científicos y también de ser responsable del suicidio de agricultores
hindúes, que se endeudaron a causa de los altos costos de las semillas
transgénicas y de insumos químicos necesarios en las plantaciones de
transgénicos.
Por estos motivos surgió en India y está
creciendo en regiones del continente latinoamericano campañas y
movimientos contra la Monsanto. En Brasil, el movimiento campesino
promueve iniciativas de soberanía alimentaria alternativa y
concientización sobre la no aceptación de los transgénicos. En Haití,
campesinos/as rechazaron la "donación” de semillas enviadas por la
empresa después del terremoto de enero de 2010. Y así varios otros
países están Intentando combatir la entrada de productos en sus tierras.
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